La derrota electoral en la Provincia de Buenos Aires dejó al gobierno en un limbo de desconcierto. No entraba en sus cálculos perder de ese modo. La imprevisibilidad pero fundamentalmente su dogmatismo, le impiden tener una reacción acorde con la situación. No cambia su elenco ministerial, no identifica aquéllas políticas que debe cambiar. Con ese panorama, el 26 de octubre no se presenta como de un triunfo arrollador de LLA, como calculaban.