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Volar

Esa sensación de ascender y ver en vuelo de pájaro otro país, con mirada al futuro y no reivindicando ese turbio pasado de gastados discursos. Sino haciendo realidad lo maravilloso del vuelo, donde los límites dejan de ser fronteras para que los sueños cobren realidad ocupando todo el horizonte.

Por Adalberto Balduino

Especial para El Litoral

La sensación de volar” siempre ha sido un deseo humano por romper las reglas físicas, levitando en vuelo libre pero en marcha segura. Desde el cielo vemos que como país fuimos más, porque la creatividad fabricaba los proyectos más ambiciosos. “La sensación de volar” amén de todo fue el slogan comercial ganador, que logró que Argentina ponga en el mercado el magnífico automóvil Torino. Fabricado íntegramente por IKA, Industrias Kaiser Argentina, en su planta de Córdoba, con el diseño de un exitoso hombre de la industria automotriz mundial, Battista “Pinin” Farina propietario de Carozzerías Pininfarina, de Turín Italia. El Torino reinó en su primer lanzamiento desde los años 1966 a 1975. Y Renault Argentina lo retomó y lo relanzó entre 1975 y 1981 con el famoso motor Tornado. Los argentinos éramos capaces y estábamos a la altura de semejante empresa. De los coches Torino se fabricaron 100.000 unidades, cuyo prestigio nos envalentonó para competir en la famosa maratón que anualmente se llevaba a cabo en Nürburgring, Alemania, al estilo Le Mans. Siendo el director del equipo, Juan Manuel Fangio; director técnico, Oreste Berta, más los pilotos que compitieron: Galbato, Di Palma, Cacho Fangio, Gastón Perkins, Rodríguez Canedo, Cupeiro, Copello, Larry Franco y García Veiga. La misma se llevó a cabo del 19 al 29 de agosto del año 1969, obteniendo el 4° lugar con una duración de 84 horas de competencia, más el asombro de los propios alemanes hacia tan depurada tecnología argentina puesta al servicio del Torino, cuyas 3 unidades 380 W, participantes ostentaban la identificación característica del toro rampante en su frente. 

Fue tal el éxito de los Torinos, que quedaron para siempre grabados en el inconsciente popular, preguntándonos cómo cuando nos proponemos somos capaces de hacer realidad lo imposible.

Otro frente de gran empresa argentina ha sido el cine nacional, con una producción que lo situaba segundo en América después del norteamericano. Y con la posibilidad cierta de que así como Hollywood, logró que muchas personas entre actores, extras, iluminadores, camarógrafos, electricistas, maquilladores, músicos, guionistas, etc., llegaran a conformar una gran colonia de trabajadores fortaleciendo la creciente industria cinematográfica argentina.

Podemos recordar algunos sellos que se hicieron famosos por sus grandes producciones: Argentina Sono Film, Emelco, Estudios San Miguel, Aries, Lumiton, Artistas Asociados Argentinos, etc., como así renovados directores autores de memorables éxitos, “el Negro” Ferreyra, Hugo del Carril, Mario Soffici, Leopoldo Torres Ríos y su hijo Leopoldo Torres Nilson, Armando Bo, Lucas Demare, Lautaro Murúa, Leonardo Favio, Kohon, Fernando Birri, Manuel Antín, Carlos Cristensen, Ralph Pappier, Daniel Tinayre, Ayala y Héctor Olivera, Manuel Romero, etc.

Las revistas y los diarios eran una catarata de información y entretenimientos imprescindibles en todos los hogares. Las novelas de grandes autores universales con la ilustración minuciosa de excelentes artistas del dibujo que posicionaban la profesión y enriquecían la gran producción que Argentina desarrollaba. Desde un principio, el Telégrafo Mercantil, La Gaceta, La Capital de Rosario, La Prensa, La Nación, Crítica, El Mundo, La Razón, Clarín, La Opinión, Noticias Gráficas, Democracia, con el agregado de los suplementos dominicales donde descollaban los más prestigiosos escritores y periodistas corresponsales en todos los países del mundo. Las radios fueron pioneras y creativas por su gran predisposición a la lucha competitiva, lo que generaba programas masivos donde la calidad era superlativa. Grandes voces, excelentes conductores, brillantes libretistas que hacían las delicias de los oyentes pusieron en el aire ciclos para todos los gustos.

Hay un estudio hecho por grandes autores analíticos y certeros como A. Ford - J. B. Rivera y E. Romano, argentinos predispuestos a valorizar lo realizado en materia de medios a través de su libro: “Medios de comunicación y cultura popular”. Ellos aseveran que: “Después de los Estados Unidos y Canadá, la Argentina es el país que ha alcanzado mayor grado de desarrollo en medios masivos de comunicación en el continente americano”. Estudio realizado en la década del 70. Es que la irrupción que produjeron la radio, el cine, la televisión y los medios impresos en su diversidad de formatos en la Argentina ha sido arrollador por el gran sinnúmero de productos puestos a consideración, y el seguimiento del público que la avidez argentina siempre puso de manifiesto.

Hoy tal ímpetu ha descendido volando a muy baja altura de lo que fuimos capaces de brindar, ya que el interés ha decrecido por eso la chatura del nivel logrado hoy es de un sinsentido donde todo se da explícito. Sin  anestesia. Nadie sueña. Nadie pretende volar aunque en ello es posible encontrar ese horizonte perdido, despojados por nuestra propia salud de las ganas y el interés por lograr grandes empresas que nos eleven como país y como personas. Estamos tocando fondo por abusar tanto tiempo de la viveza criolla, del curro, de encontrarle la vuelta para ganar sin trabajar. Simplemente hacemos uso de abuso como lo dijo, sin amagues y con desparpajo, Hugo Moyano: “Si tocan a mi familia, les hacemos un paro”. Es más fácil parar sin trabajar, porque se incumple y se amenaza. Ser “machos” es mejor que razonar, según la obtusa idea de algunos pretendidos varones.

Volar es la más hermosa sensación, como lo marcaba el legendario Torino, el coche argentino hecho por argentinos en la década del 60. Pero volar alto por ser mejores, ver, amar y soñar. Como lo recordaba Facundo Cabral, volar alto no es un vuelo rastrero sino la supremacía de ser más dignos con una mirada totalizadora con futuro inexorable. Lo expresó cabalmente el poeta Juan Gelman: “País que fue, será”. No creo que tengamos otra vez la misma grandeza de repetirlo.

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