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La música toda

Bien popular, pero de cuidada orquestación. Rico repertorio. Con una presencia de excelencia profesional que Corrientes vio, escuchó y bailó. Orquestas que recreaban el repertorio de cada género musical con magistrales arreglos.

Por Adalberto Balduino

Especial para El Litoral

Entonces, uno llegaba a la música detrás del solfeo o de las ganas de imitar a grandes ídolos que el cine y la radio ponían a disposición. Eran clásicos los estudios complementarios de la escuela, en que se anotaban en “declamación”, “danzas españolas” o  piano. Este último, amén de ser un instrumento dúctil porque permite el acceso a cualesquiera de los géneros musicales es base de partida en que muchos se iniciaron profesionalmente.

Los medios, con la intervención permanente de artistas del canto y jóvenes talentos instrumentales, fueron el “tobogán” donde todos, la mayoría, se inscribieron con resultados diversos.

Corrientes, por ejemplo, una provincia distante de la ciudad portuaria de Buenos Aires, registró agrupaciones del tango en que descollaron calificados músicos y cantores. Partían de cuatro bandoneones, lo cual daba la pauta de las serias aspiraciones. Violines, contrabajo y, por supuesto, piano. Podemos citar a la Orquesta de los Hermanos Encinas, con la buena voz de Roberto Alán. A la Orquesta Típica de Fernando Mecca con su cantor, Luján Leymar, papá de Ofelia Leiva, ya que ese era su apellido real. La Orquesta Típica Splendid de Kayrus. La Típica Novel del pianista “Nene” Pérez, con la voz de Daniel Alsina. El pianista Alberto Cejas y su Orquesta, etc. 

Por esa inquietud permanente de copiar a los grandes, buen principio para elaborar un buen producto, la música bailable de jazz también pedía permiso con calidad y estilo. Los Dados Blancos, orquesta de jazz de Julio César Villone en el piano, amparado en la fuerza arrolladora de saxos, trompetas, batería y contrabajo, amén de cantantes multiuso como Aníbal Romero “Romerito”, baterista y cantante, Juan Carlos Demare, percusionista y cantante.

Urbano Gioffre, con la voz de Ernesto Dana. La Swing American Jazz de Ceferino Cocomarola, perteneciente a la calificada familia musical de Corrientes. Más tarde con arreglos bien modernos, la Jazz Montecarlo que interpretaba formidablemente bien “Suby a la Mangano”, un tema de moda dedicado a la artista italiana, Silvana Mangano, la misma de la película “Arroz amargo”. 

La orquesta de Raúl Ballesteros, un excelente trompetista inspirado en los grandes de entonces como Harry James o Ray Anthony. Más tarde y más jóvenes, tomando un repertorio de Benny Goodman o Artie Show, o mejor del clarinetista argentino Barry Moral, Los Consules con “Yayo” Falcón, clarinetista a la cabeza, autor musical de la marcha de la comparsa AraBerá. Posteriormente, se cubrió todo el horizonte de música pop con la suma de chicos recién llegados a estas lides que luego descollaron como grandes artistas populares.

Lo que siempre me ha sorprendido de la época medular en que me ocupo en este artículo, si bien era adolescente, pero estaba perdidamente enamorado de esa música pensada, especialmente asumida, donde era verdaderamente el arte de combinar los sonidos, y era justamente el profesionalismo de orquestas pensadas en serio.

En esa patriada donde evolucionaron muchísimos grupos musicales, focalizado especialmente en la ciudad capital de Corrientes, y no por ello podemos olvidarnos de Los Estudiantes de Curuzú Cuatiá; grandes músicos que posibilitaron, dado sus kilates, un mercado de pases por la gran demanda que el público de entonces reclamaba. Orden, armonía, sonido justo, preciso, bailable, todo con la disciplina de un estilo muy festejado donde primaba la excelente interpretación de temas populares.

Han pasado tantos músicos de esas décadas (del 40 y 50) irrepetibles, que siempre hacer nombres es olvidarnos lógicamente de muchos y que felizmente para eso existe el “etc”, como una advertencia atinada que no se los excluye, muy por el contrario, es el permanente homenaje a todos en nombre de ellos porque entre todos arremetieron brindando una música depurada, con excelentes arreglos. Tanto en orquestas típicas, jazz o tropicales.

Decíamos, por hacer mención de algunos de ellos, Miguel Angel Encinas, contrabajo; los Salis bandoneón y saxo; Troia, saxo; Rubén De Biassi, trompeta; Osvaldo Kundisky, batería; Argentino “Tocho” Molina, contrabajo; Jhonny Alegre, guitarra; Noly Palma, acordeón y vibráfono; “Pocho” Arrietti, violín; “Japonés” Vargas, trompeta;  D’Amico, saxo; Candia, trompeta; “Moncho” Quintana, trompeta; Tofanelli, batería; Clemente Urbano, bandoneón; Conrado D’Antiochia, contrabajo; “Mito” Sager, acordeón y piano; “Pipo” Achinelli, piano; Odelio Ramonda, acordeón; Enríque Aguilera, piano; “Lucho” Varela, piano; “Mimino” Bongiorno, saxo; Vargas, trombón, “Totilo” Navarro, trompeta; ”Rako” Vallejos, Ramón Fernández,”Tato” Martínez, bateristas; Daniel Pereyra, saxo; Oscar Pereyra, trompeta y muchísimos tantos que orgullosamente integran el calificado “etc” en el que yacen calidad y fama.

Lo que pretendo destacar es lo atildado que estaban compuestos los temas musicales, ajustados a un estilo o un intérprete de las tantas orquestas argentinas que supieron ganar popularidad, dada la gran difusión que las radios, los discos y las presentaciones en vivo lograron imponer.

Esto aconteció mucho antes que irrumpiera la música pop, con jóvenes valores que cubrirían el gran espectro de conjuntos que luego conformaron diversos grupos.

Las grandes orquestas de jazz, típica o tropical adoptaban los arreglos de sus preferencias con una perfección que se hacía notar, al tener -la mayoría- partituras escritas que aseguraban cada versión.

Los bailes, la máxima reunión en que las orquestas eran convocadas, revalidaban los grandes éxitos que el país entero aplaudía, lo cual no solo se actualizaban sino tenían como cometido el orden y la disciplina del sonido que aseguraban la reproducción de excelentes interpretaciones.

Esa música formal, con lucimiento de solos de instrumentos o voces, eran de una gran calidad, lo cual habla de la formación musical que cada músico tenía devenida de bandas militares, de la Policía o de los Exploradores 22 y 48  como así la gran afluencia de ellos integrando una extensa nómina de orquestas, calificadas e inolvidables. Era, verdaderamente, la música toda, perfectamente lograda porque verdaderos profesionales cumplían el rol del músico al servicio de una partitura. Correcta. Perfecta. En el ritmo exacto y en el tono justo.

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