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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

Casos sobrenaturales en la guerra de Malvinas

El próximo martes se cumplirá un nuevo aniversario del desembarco argentino en las Islas Malvinas, dando inicio al conflicto bélico del Atlántico Sur. Allí hubo una serie de hechos que si bien fueron comentados en su momento, luego se olvidaron. Aquí les contamos algunos, considerados como sobrenaturales, que sucedieron en la guerra.
Bendición. El capellán dando la comunión en la misa.

Por Francisco Villagrán

Especial para El Litoral

Poco antes del inicio de las acciones bélicas en Malvinas, unos extraños objetos luminosos de regulares dimensiones, dos para ser más precisos, fueron vistos desde la costa hacia mar adentro, a una altitud estimada en mil metros, fueron considerados como aviones espías de los ingleses, pero no eran eso. Ante el asombro de muchos de los soldados y oficiales, los aparatos se detuvieron y quedaron quietos, suspendidos en el aire, como observando el panorama, unos dos minutos más o menos, luego de lo cual se elevaron verticalmente y a gran velocidad desaparecieron en el cielo. Esto fue comentado en un pequeño recuadro por el diario “Crónica” en su momento, como una cosa curiosa, que no tenía explicación, un hecho sorprendente, que quedó en el olvido como una simple anécdota. También los soldados que estaban en el continente tuvieron raras experiencias, contactos y abducciones momentáneas, que luego fueron censuradas por las propias autoridades militares que prácticamente prohibieron a los soldados hablar de estos temas. 

Entre las sensaciones más fuertes que experimentaron los combatientes argentinos que pelearon en la guerra de Malvinas, existe una serie de episodios asociados estrictamente con lo sobrenatural e inexplicable, conformando un capítulo diferente al cúmulo de relatos de heroísmo en torno a las acciones bélicas y sufrimientos que afrontaron las tropas. Las referencias a esas situaciones, asociadas todas con verdaderos milagros difíciles de explicar, tienen que ver con sucesos narrados por los protagonistas de los hechos y los capellanes del Ejército y la Armada, que acompañaron a las fuerzas argentinas durante el conflicto. El comienzo mismo de la ocupación de las islas había sido bautizada por las fuerzas intervinientes con el nombre de “Operación Azul” estuvo caracterizado por un acontecimiento singular, que bien puede ser tomado como el punto de partida del resto de los fenómenos registrados. 

Entre el 29 y 31 de marzo, los buques con las tropas que se dirigían a las islas para ocuparlas, sufrieron un fortísimo temporal que retrasó un día el desembarco previsto para el 1 de abril. Ante la dificultad que imponía el mar embravecido, que afectaba a las tropas y ponía en riesgo los pertrechos transportados, el entonces teniente coronel Mohamed Alí Seineldín, propuso invocar la protección de la Virgen del Rosario. Increíblemente la tormenta cesó y fue así que, en agradecimiento a la Virgen, la operación fue rebautizada como “Operación Rosario”, la cual al demorarse un día y con ello verse obligada a cambiar el lugar de desembarco, pudo evitar la zona ultra minada por los ingleses, que estaban al tanto de la invasión. De no ser así, pudo haber ocurrido una tragedia con muchos muertos en el desembarco. 

 

La Virgen del Rosario, 

un emblema

De allí en más, la Virgen del Rosario pasó a ser una protección fundamental para los combatientes argentinos, al punto que, por ejemplo, con el rigor de los bombardeos de las fuerzas británicas, los soldados lograban un respiro para descansar, sólo después de haberle rezado a la Virgen, según muchos testimonios de los combatientes. Un dato más que llamativo tiene que ver con la pista del aeródromo de Puerto Argentino, donde en sus cabeceras fueron enterrados sendos rosarios, ni bien fue ocupada esa plaza. A pesar de las casi seis mil toneladas de bombas lanzadas por los aviones ingleses en la contienda, la pista nunca dejó de operar. Al comienzo de la cabecera fue colocada una pequeña estatua de la imagen de la Virgen Nuestra Señora de Fátima y el suboficial de la Fuerza Aérea, de apellido París, apostado allí en una batería antiaérea, relató que era el blanco más asediado por el enemigo y agregó que a pesar de la gran cantidad de bombas arrojadas allí, sin que nadie pudiera explicarlo, ninguna de las que rodeaban a la imagen llegó a estallar. Ninguna. Todo un misterio. 

El caso del entonces teniente Jorge Vizoso, se inscribe como uno de los más llamativos. Herido en una emboscada, un soldado británico intentó rematarlo con un disparo de fusil en la nuca. Sin embargo, el proyectil no perforó su cráneo porque quedó amalgamado con las cuentas de un rosario de plástico que llevaba el militar argentino. Un caso similar también le ocurrió a otro soldado, que fue impactado de lleno en el pecho con un disparo, pero el proyectil pegó en un rosario que llevaba al cuello y se desvió increíblemente, pasándole cerca del corazón y ocasionándole sólo un pequeño raspón en el tórax. Realmente de no creer. 

A esa historia se le añade la tarde en que un capellán daba una misa a las tropas en los días previos a la rendición y un avión inglés apareció de golpe de la nada y lanzó una bomba. El sacerdote, al ver llegar al intruso sólo atinó a gritar “de rodillas” y los soldados pensaron que era parte de la ceremonia religiosa, por lo que se arrodillaron, y al hacerlo, las esquirlas de la explosión pasaron sobre donde ellos estaban arrodillados sin tocar a nadie. Una vez más la Virgen los había protegido de forma inesperada. Pero hay otra historia, también sorprendente: en la ocupación de las islas, el mayor Roberto Berazay estaba al frente de la Policía Militar y su despacho era también la vivienda en que residía en Puerto Argentino. Una mañana, próxima a la rendición, Berazay encontró entre el pedregullo de una playa, una medallita de la Virgen de la Medalla Milagrosa. La tomó en sus manos, la besó y la puso en el bolsillo. Al día siguiente en la noche, un misil británico impactó de lleno en su casa y destruyó totalmente el lugar. Sin embargo, Berazay salió ileso, porque unos segundos antes se había levantado y salió para ir al baño, ubicado a pocos metros de allí. Otra prueba más de la protección divina de la Virgen. ¿Casualidad, coincidencia, suerte? Los que son creyentes dirán que la Virgen los salvó, y los que no, lo atribuirán a un hecho fortuito o casualidad. El hecho en concreto es que la Virgen salvó a muchos soldados que confiaron en ella. Habrá quizás muchos otros casos parecidos a los comentados, que nunca fueron dados a conocer o contados por sus protagonistas, pero que ocurrieron realmente durante la guerra de Malvinas.

 

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