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/Ellitoral.com.ar/ Ciudad

La mujer desalojada por su propia hija volvió a su casa

Pese a tener los documentos probatorios que indican que es dueña de la vivienda, estuvo tres años fuera de su hogar. Al no ser escuchada por la Justicia, resolvió la situación por su cuenta.  

La mujer de 76 años que había sido echada de su vivienda por su propia hija volvió a su hogar, tras severos reclamos que fueron desoídos por la Justicia. 

Elcira Acevedo es la mujer que en 1983 heredó una vivienda en el barrio Antártida Argentina de la zona centro de la ciudad de Corrientes, tras la muerte de su madre Máxima. 

Pese a contar con todos los elementos probatorios,  vive de alquiler en alquiler, en espacios precarios y pequeños, desde hace tres años, momento en el cual su hija, Roxana, la echó de la casa. Se autonombró como la dueña del lugar sin remordimiento alguno ni respaldo legal.  

En la Justicia el caso estaba trabado y los reclamos de Elcira quedaron truncos, mientras seguía confinada en una pequeña pieza del barrio San Roque Oeste en la zona sur de la ciudad, donde solo tenía una mesa y dos sillas de plástico, además de un colchón. La mujer terminó acudiendo a los medios de comunicación y, tras la visibilización del caso, el subsecretario de Derechos Humanos de la Provincia de Corrientes dependiente del Ministerio de Justicia, Manuel Cuevas, se presentó en el monoambiente junto con su secretario y un asistente social para brindarle apoyo a Elcira. 

El hombre le aseguró que “no podía vivir ahí” y que iba a asistir en caso de que ella decidiese actuar por sobre los tiempos de la Justicia, que no resuelve el caso. 

Envalentonada por el apoyo de Cuevas, Elcira tomó coraje, llamó a un remisero y a un cerrajero y planeó el tan esperado retorno a casa, después de tres años de vivir en siete diferentes “piecitas” diferentes, a lo largo y ancho de la ciudad de Corrientes. 

“Pensé: ya que la Justicia no me ayuda, voy a hacer lo que tenga que hacer”, dijo Elcira en comunicación con El Litoral. 

Tomó sus ropas, las pocas que había podido sacar de su casa al ser echada por su hija y otras que se compró a lo largo de estos tres años, las puso en una caja y esperó el llamado de una vecina, que le comentó que Roxana se había ido a trabajar. 

El lunes, junto con el remisero y el cerrajero, llegaron al lugar y Elcira pudo atravesar las puertas de su legítimo hogar una vez más. 

“Al ratito llegaron dos patrulleros y diez efectivos de la Policía”, relató la mujer, pero ella ya se había instalado en el lugar y solo abrió la ventana.  

“Yo no hice nada más que venir a mi casa”, sentenció y les dijo a los policías que “de su casa no la iban a sacar porque ella tenía todos los papeles”. 

Además, les indicó que si intentaban sacarla, llamaría a Cuevas. 

Desde el lunes, la hija de Elcira vive en la otra esquina de la casa, con la hija de su hermano, pero espera que no haya más conflictos porque solo quiere “vivir tranquila”. 

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