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Pirotecnia: una costumbre a erradicar

Por Dr. Osvaldo Rinaldi(*)

Publicado en Télam

El uso de pirotecnia para celebrar las fiestas de fin de año es una práctica corriente en muchos lugares; si bien en los últimos años se comenzó a cuestionar esta costumbre y a trabajar en la concientización sobre los efectos adversos, aún hoy, con muchas ordenanzas que la prohíben, se sigue celebrando con estruendos.

Las fiestas deberían ser un tiempo de alegría y reencuentro con familiares, amigos o con uno mismo. En la mayoría de los hogares se realizan rituales que acompañan los festejos, arman el arbolito, se prepara un pesebre y se acuerda con quién se pasará la Navidad y el Año Nuevo.

 En este marco, algunas personas deciden festejar lanzando petardos o fuegos artificiales; el cielo se viste de colores y brillo y la noche de estruendos. Hasta hace unos años este momento era sinónimo de diversión, de fiesta; pero durante el último tiempo se comenzó a exponer los riesgos que conlleva el uso de la pirotecnia a la audición, la salud y el bienestar de la población, afectando a personas con autismo y asperger, a niños, adultos mayores y a los animales.

Sobre este último me centraré. Desde mi rol de veterinario y como presidente del Colegio de Veterinarios de la Provincia de Buenos Aires, digo: no a la pirotecnia, lo que implica unos minutos de diversión para algunos, son horas de sufrimiento para muchos otros.

Esta dinámica de festejo expone a los animales a sufrir estrés por exceso de ruido y explosiones, y a padecer miedo. Esta situación es una respuesta normal y adaptativa que conlleva cambios fisiológicos como conductuales; en algunos casos resultan respuestas desproporcionadas, ya sea en duración e intensidad por lo que estamos frente a una respuesta fóbica que no es normal ni adaptativa y supone un serio problema para el bienestar del animal.

Debido a la sensibilidad auditiva de los animales, como recién se mencionó, los ruidos fuertes pueden causarles pánico y provocar conductas no habituales como escapar sin rumbo y perderse, lastimarse, lastimar a las personas. Además, pueden padecer palpitaciones, taquicardia, jadeo, salivación, temblores, sensación de insuficiencia respiratoria, aturdimiento y pérdida del control, entre otros. En estos casos, se debe consultar al médico veterinario para considerar la utilización de alguna medicación que evitará momentáneamente estas situaciones, dependiendo de cada caso particular.

La principal recomendación es ubicar a nuestros animales en un espacio donde estén cómodos, con sus juguetes habituales, comida, agua y algún sonido con el que estén familiarizados; y evitar arrojar pirotecnia cerca de ellos.

En este sentido, urge seguir regulando el uso de pirotecnia desde una perspectiva integral. Desde el Colegio de Veterinarios de la Provincia de Buenos Aires consideramos que es necesario reflexionar sobre este tema desde un abordaje cultural, social y una perspectiva comunitaria que tome en cuenta los riesgos silenciosos que impactan en la salud pública y en el medio ambiente, por ende en todas las personas y animales. ¡Pirotecnia cero!

(*) Médico veterinario, presidente del Colegio de Veterinarios de la Provincia de Buenos Aires.

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