@veroechezarraga
Hacer lo que otros no se animan es a veces la receta para lograr el más rotundo éxito, pero a veces, es también la receta del fracaso inmediato. ¿Y cuál es el ingrediente que inclina la balanza hacia un lado o hacia el otro?, la respuesta seguramente la tienen esos atrevidos que enfrentaron sus miedos, cerraron los ojos y confiaron en sus ideas. El Litoral habló con uno de eso atrevidos, ¿su nombre?, Luis Marinoni López, ¿Quién es?, es el coreógrafo misionero que en el año 2014 hizo pie en la Fiesta Nacional del Chamamé con un ballet que vino a patear el tablero, romper estructuras y poner a la danza en lo más alto de una fiesta en la que hasta entonces, reinaba solamente la música.
“El objetivo del ballet está cumplido por eso estoy empezando a retirarme de esta fiesta que tantas alegrías me dio”, anunció el artista que además de preparar los cuadros que interpretarán las 15 parejas seleccionadas para el ballet oficial 2022, está abriendo camino a sus futuros reemplazantes.
El chamamé fue recientemente declarado patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la Unesco y ese título se lo ganó porque el género es mucho más que música. El chamamé es un modo de ser, es alimento para el cuerpo (a través de sus comidas y bebidas) y es alimento para el alma (porque es devocional), el chamamé es voz, es grito (el sapucay) y también es danza y todo esto está presente cada enero en la Fiesta Nacional que desde hace décadas tiene como sede central al Anfiteatro Mario del Tránsito Cocomarola.
Aunque todos los elementos que conforman la cultura chamamecera son igual de importantes, en esta nota se hará hincapié únicamente en la danza, ese arte que muchas veces fue visto como “segundón”. Es que hasta hace algunos años la danza era como “el arte telonero” de la música en la Fiesta del Chamamé. Estaban los músicos y los acompañaban los bailarines o, en el mejor de los casos había algún ballet, pero para muchos ese era un buen momento para ir a la cantina o a los sanitarios.
La verdad incomoda
El 2014 fue sin dudas el año que marcó el quiebre para la danza, y lograrlo no fue cosa de un día o una cuestión de suerte. La potenciación de la danza dentro de la fiesta Nacional del Chamamé fue el resultado de un trabajo profesional serio, comprometido, estudiado y también arriesgado, liderado por Luis Marinoni un coreógrafo que apenas apareció dio que hablar. “La misteriosa noche de San Juan” fue el nombre de uno de los primeros cuadros que presentó y en minutos escandalizó a buena parte del auditorio chamamecero de aquel “Universo chamamé”. El cuadro representaba la noche de San Juan, esa noche en que tradicionalmente se hacen pruebas para conocer quien será el marido o la futura esposa de alguien.
“A veces cuando vemos nuestras propias verdades nos incomoda”, reflexionó Luis durante la charla telefónica con este diario en la que hizo hincapié en la sexualización que está sufriendo la cultura popular. Lo que incomodó de aquel cuadro había sido la aparición de un personaje mitológico de la región, el Curupí, un duende que se caracteriza por tener un miembro viril extremadamente largo y que, según la leyenda, deja embarazadas a las jovencitas que salen a deshora. “En ese cuadro, el curupí corría a todas las mujeres que hacían las pruebas de San Juan”, recordó.
En tanto adelantó: “Teníamos pensado repetir ese cuadro este año, pero finalmente elegimos otros por lo que el Curupí no va a estar en la Fiesta”.
Pero más allá de esa simpática polémica, Marinoni logró posicionar al Ballet gracias a la calidad de sus propuestas. Cada cuadro está cargado de fuerte contenido conceptual y mixtura en una misma presentación distintos estilos de chamamé.
Otra cosa que marcó la diferencia fue el hecho de que desde el 2014, la Fiesta Nacional del Chamamé, es la única del país que tiene un ballet con variedad de cuadros. “Nosotros todos los años presentamos entre cinco y siete cuadros por fiesta”, confirmó y agregó que a esto hay que sumar el cuadro apertura y las intervenciones que solicitan algunos músicos.
Propuestas 2022
Desde el 2014 el Ballet Oficia siempre estuvo integrado por 20 parejas, es decir 40 bailarines, pero este año, a raíz de las restricciones por pandemia, el número se redujo a 15 parejas (más una pareja suplente).
“El martes comenzaron los ensayos y ya logramos armar dos coreos”, contó y dijo también que estos ensayos son de lunes a sábado en un sector del Teatro Oficial Juan de Vera. “En la Fiesta las presentaciones del Ballet no van a ser todos los días”, anticipó y dijo que esto también tiene que ver con las restricciones por pandemia y la disminución de la circulación de personas detrás del escenario.
Hasta ahora Marinoni y los bailarines tienen previsto trabajar en más de cinco cuadros y algunas intervenciones con artistas (como por ejemplo con María Ofelia).
“En el 2022 vamos a presentar cuadros que tienen que ver un poco con lo que está pasando en el mundo y con esa posibilidad que estamos teniendo ahora de volver a encontrarnos”, explicó. En este sentido, una de las obras que volverá a presentarse sobre el escenario Osvaldo sosa cordero será “Ofrenda a nuestra señora de Itati”.
Otro de los cuadros que presentará el ballet es “Exalgtación Chamamécera”, que cuenta la historia del género desde 1930 y que en ediciones anteriores fue muy ponderado. El Ballet también está trabajando para volver a montar el cuadro “Ñandereko estilos”, que muestra justamente el chamamé en sus diferentes formas.
Lo nuevo
Con respecto a los cuadros nuevos Marinoni adelantó: “Hay un cuadro que todavía no tiene nombre y que expone ciertos momentos de antaño, que incluyen los orígenes del carnaval, lo que pasaba con los radioteatros y también nos vamos a retrotraer a momentos importantes de la fe”. Para esto el ballet cuenta con el asesoramiento de reconocidos historiadores y estudiosos locales.
Otra de las obras nuevas contará con la participación de un corógrafo invitado que se llama Nicolas Oliva “es tiempo de empezar a mostrar a los nuevos coreógrafos y dar espacio a nuevas ideas”, marcó Marinoni y deslizó la posibilidad de retirarse el año próximo de la dirección del Ballet Oficial “veo que el objetivo del ballet, que es elevar la danza dentro de la fiesta y potenciar a los bailarine, está cumplido, por eso es posible que este sea mi último año” remató e insistió en la importancia de dar espacio a nuevos talentos coreográficos.