Por Adalberto Balduino
Especial para El Litoral
Nuevamente. Otra vez, los fantasmas hacen de la suya. Los seres humanos tenemos la capacidad de imaginar sin límite, mil historias cual pesadillas que hacemos coincidente ante determinadas situaciones. Hay una frase antigua no por ello menos cierta: “No hay que tener miedo de los fantasmas, sino de los vivos”. Hoy, de esos “vivos” hay a montones. Hubo una tira de dibujos que concitó a muchos seguidores. No olvidemos que los dibujantes argentinos hicieron gala de su gran imaginación y del arte de dibujarlos, más aún cuando el humor afloraba chispeante. Lo empezó a dibujar un pionero de las artes gráficas argentinas y excelente editor: Dante Quinterno. Su título: “El fantasma Benito, se divierte”, ciclo que lo cedió al gran Eduardo Ferro en 1936, quien lo continuó revalidando la confianza depositada por Quinterno, ya que realmente estaba naciendo un gran artista, manteniéndolo en cartelera aproximadamente por 20 años sin bajar su popularidad. Convengamos que si bien Eduardo Ferro comenzó cuando tenía 16 años, su carrera fue brillante por la gran cantidad de personajes cosechados y la deferencia del público lector. A propósito del título que nos reúne, “El fantasma Benito”, era una sábana andante que hacía de las suyas aprovechando su invisibilidad y culpando a los otros de sus bromas, es decir a los pobres mortales de sus miles de travesuras. Eduardo Ferro comenzó dibujando siendo muy adolescente en el límite mismo donde dejamos de ser niños, en la revista “El purrete” que traía en su interior el diario Buenos Aires Herald. De su prolífica cartera autoral surgieron verdaderas estrellas de las tiras de humor argentino: “Tara Service”, “Pandora”, “Bólido”, “Chapaleo”, y el popular “Langostino”, el “navegante independiente” que a bordo de “Corina” recorría los mares repletos de aventuras. También recordemos al “Gaucho Lencina, al que ninguno le pone un pie encima”, en pleno ajetreo del dibujo gráfico cuando transcurría 1954. Sus personajes tuvieron una vidriera exitosa desde el arranque mismo, primero la revista “Patoruzú” y posteriormente de la misma empresa “Patoruzito”, donde su imaginación inagotable sumaba personajes de mucho gancho permanentemente; también lo hizo en “Diario El mundo”. Eduardo Ferro nació en Buenos Aires el 19 de agosto de 1917, según la historia comentada por su primo Mario Mauriño “Chaque”, anduvo unos años por Corrientes donde cursó parte de su primaria. Lo notable más que el parentesco, es la vena inspiradora de ambos, el dibujo humorístico y la chispa constante de sus charlas y anécdotas vividas y contadas. “Chaque” Mauriño, fue un personaje notable, inteligente, ejerció el periodismo desde la escritura y del dibujo, siendo su mirada no solamente de humor sino crítica respetada, seria y calificada, con dibujos de gran definición, trazos firmes elocuentes. Pero amén de ello, tener su amistad, escucharlo, era una fuente de conocimiento y alegría que pude experimentarlo personalmente. Mario Mauriño nació en Manantiales, Corrientes, el 21 de mayo de 1923; aún se recuerda su paso por diario la Provincia en 1958, diario El Liberal, por supuesto el diario El Litoral, y agreguemos que estando en Córdoba, fundó un diario en Río Cuarto. Alguna vez hablando de su tarea como dibujante, específicamente casi como un fiscal inflexible pero con humor, dijo: “Doy vuelta el tapíz para ver el revés de la trama, así quedan expuestos los nudos, los puntos sueltos, las fallas de la urdimbre”. Era la figura central de esas reuniones mensuales que los periodistas entrados en años almorzaban en “El Mariscal” de Salta y Carlos Pellegrini, dando vida al “encuentro de los Dinosaurios”. Yo tenía siempre problemas de asistencia por razones de trabajo, entonces él, Mario “Chaque”, cuando me encontraba me reprochaba con fino afecto diciéndome: “Adalberto, tenés que compartir con nosotros porque yo me estoy yendo”, casi como una despedida anticipada. Hasta en eso, era locuaz. Pero volviendo a los “fantasmas”, recuerdo las anécdotas del exsacerdote y periodista con desempeño en diario El Litoral, Raúl Marturet, contando sobre aparecidos, experimentó alguna vez algo parecido, porque en la costa del río Uruguay un día como sacerdote fue destacado en rol de exorcista, y pudo más el miedo de lo vivido, ya que no obstante sintió algo anormal durante el rito. Terminó diciendo: “de que las hay, las hay”. Cuando nos encontrábamos por la calle nuestro saludo en broma era: “De que las hay, las hay”. “Las hay”, me respondía él.
Los fantasmas siempre fueron utilizados en fogones ya entrada la noche, en reuniones, como comentario de aparecidos y otras yerbas por el estilo para poner ese gustito a misterio, que hace que automáticamente como quien entra en trance vivir el suspenso de la narración, y con seguridad que cualquier ruidito disonante, como el aullar de algún animal, rompe con todo hasta que el silencio mismo le pone tregua a las palabras.
Así también el cine, produjo películas humorísticas con temas alusivos a este personaje que abundan en los pueblos y también en las ciudades, con voces, figuras, intuyendo figuras resplandecientes que en medio de la noche como tizones rompen la armonía. El dúo cómico Abbott y Costello en el año 1948 filmaron la película cuyo título original era: “Abbott y Costello meet Frankestein”, más se la conoció por “Abbott y Costello contra los fantasmas”. La misma fue dirigida por Charles Barton, con los invitados más populares del rubro: Bela Lugosi, Lon Chaney y Gleen Strange. Podríamos, decir que los fantasmas no son de temer tomando aquel viejo refrán, los peligrosos son los “vivos”. Los que viven de los pobres. Los que aquilataron fama merced a las vacunas vip. Los que continúan haciendo desmanes, no obstante ganar un alto sueldo para que no se dejen engañar por terceros, igualmente roban. Diría más, son y están, no son pura imaginación. Son más crueles que los “fantasmas”, roban y matan, violan, se ensañan con el prójimo, aprietan, van contra su misma especie. Se bombardea. Se incendia. Se crean armas químicas. Rompen el equilibrio ecológico con desmanes. Siempre pensando cómo destruir al prójimo, que son tan humanos como él, ellos y nosotros.
Una muestra de cómo son los fantasmas en realidad, es haber conocido al “Fantasma Benito” y sus andanzas, reírse a costa de los demás, que son simplemente travesuras benignas. También hay que tener en cuenta a otro simpático fantasma como como “Casper the friendly ghost”, o como lo conocemos “Casper, el fantasma bueno”, creado por Seymor Reity y Joe Oriolo en 1930, y llevado al dibujo animado en 1945, con gran respuesta de público. O, recordar con alegría cuando, con la novia se compraba un par de boletos para transitar en “El tren fantasma” un trayecto espeluznante. Más que fantasma, era la posibilidad de poder ligar un beso en la oscuridad repleta de sobresaltos, y que acepten una tierna travesía sin sustos pero con mucho amor. Podríamos terminar con alegría, suena a un viejo estribillo que fue moda entonces: “Deben ser los gorilas deben ser, que andarán por aquí. Deben los gorilas, deben ser que andarán por allí”,” y que “La Revista Dislocada” de Aldo Camarotta, la puso de moda. Parafraseando ese cantito que levantó tanta “polvareda”, a propósito nosotros lo reivindicamos, diciendo: “Deben ser los fantasmas deben ser, que andarán por aquí. Deben ser los fantasmas debe ser, que andarán por allí”. Mucho mejor son los fantasmas que los “vivos” sueltos, peligrosos e imprevisibles, que sin sábanas atacan lo mismo. Son más letales porque no tienen ética; el único disfraz es aparentar lo que no son.