Recuperando un clásico: Fiat 800 Spider

José Luís Zampa

nPara restaurar un auto clásico se necesita algo fundamental que es tener el auto clásico. Puede parecer una perogrullada, pero no deja de ser una verdad objetiva cuyo cumplimiento se complejiza a medida que pasan los años, ya que determinados modelos se tornan escasos y, a esta altura de los tiempos, hallarlos puede costar tanto como encontrar  una aguja en un pajar.

Con esa finalidad se inician búsquedas de largo aliento hasta dar con ese vehículo antiguo que por sus características se adecua a la expectativa originaria, que no es otra que la de hacer realidad un sueño relacionado con revivir tiempos idos, rememorar épocas añoradas y disfrutar de un viaje en el tiempo que solamente puede hacerse al volante de un clásico.

Este informe resume esa búsqueda, que culminó con el hallazgo de un modelo considerado una rara avis en la constelación de productos de la metalmecánica nacional. Se trata el Fiat 800 Spider, único roadster construido en serie en el país y auténtico sobreviviente de una estirpe que priorizaba la estética por sobre la solidez estructural.

Es que el Spider, hermano exclusivo de la berlina de dos puertas que había comenzado a producirse en 1966 como Fiat 770, adolecía de terminaciones uniformes, ya que su fabricación incluía algunos procedimientos artesanales necesarios para disimular errores en la matricería. Para decirlo claramente: no había uniformidad en las zonas de soldadura, razón por la cual no quedaba más remedio que rellenar con estaño los puntos desprolijos.

Quizás haya sido esa la razón por la cual Fiat decidió dejar de producir este simpático cabrío después de solo cuatro años de mantenerlo en catálogo, período durante el cual se fabricaron poco más de 1.200 unidades. El objetivo de experimentar con un vehículo de carrocería abierta, cuyas líneas fueron dibujadas por uno de los más eminentes diseñadores italianos, se había cumplido.

No hubo más convertibles producidos en serie en el país. Por eso el Spider (llamado así porque la forma del esqueleto de su techo plegadizo se parece a una araña) se convirtió con el correr del tiempo en un clásico codiciado, capaz de robar miradas allí donde se hallare estacionado o desplazándose.

Es lo que sucedió en el viaje de regreso desde San Nicolás( de los Arroyos a Corrientes. Medio mundo preguntó de qué auto se trataba y el otro medio mundo si lo íbamos a restaurar. Es la magia de los autos antiguos, auténticos nexos de humanidad entre desconocidos que se acercan a dialogar para preguntar, opinar, felicitar y admirar a estos veteranos especímenes.

¿Qué destino tendrá el 800? La recuperación plena y, luego, una vida sosegada entre paseos en familia, encuentros, exposiciones y lo más importante: incorporarse al patrimonio histórico rodante de Corrientes. Una buena noticia, sin dudas.