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El mito Giuseppe Garibaldi y su trascendencia mundial

Por El Litoral

Martes, 03 de julio de 2007 a las 21:00
Por Lina Trotti (*)
Un día como hoy, hace 200 años, nacía en la bella ciudad de Niza, hoy francesa, en aquel tiempo perteneciente al reinado del Piemonte, un hombre que dejaría en dos continentes, Europa y América, su impronta de guerrero, valiente y amante de la libertad, Giuseppe Garibaldi.
Fue llamado el ‘héroe de dos mundos‘. En ellos tendría fervientes admiradores y seguidores y también acérrimos enemigos, hasta en Corrientes, y hasta en la actualidad.
Fue marinero y marino, revolucionario y guerrero, vencedor y vencido, corsario y héroe. Por último, escritor. Sus ‘Memorias‘, escritas en la última etapa de su vida, en la humilde casita de Caprera, rodeado de su huerta que él cultivaba, en un rincón de la bella isla de Cerdeña, sintetizan la grandiosidad de su vida.
Hijo de un pescador lígure, nacieron casi con él los grandes ideales que marcarían su personalidad de revolucionario, que lo llevaron siendo muy joven a integrar el movimiento ‘Giovane Italia‘ que Mazzini, el precursor de la unión de los estados italianos, había creado. Las consecuencias de esa valentía fueron una condena a muerte que lo obligó a buscar refugio en América, más precisamente en Río Grande do Sul, Brasil.
Aquí afloró su condición de guerrero, al luchar por la independencia de ese país, eligiendo estar a la mísera paga de los pobres farrapos y no a la suntuosa del imperio. Porque amaba la libertad de los pueblos, aunque no fuera su amada Italia.
Garibaldi se puso al servicio de la causa de los criollos brasileños que reclamaban su independencia. Se hizo corsario por cuenta del gobierno de Bento Gonçalvez. La piratería por razones políticas era, en esa época, admitida por las leyes internacionales. Nunca fue aprovechada ésta por Garibaldi en beneficio propio. Un testimonio de ello fue el rechazo que el héroe opuso al ofrecimiento de una caja de diamantes que un pasajero portugués le ofreció para preservar su vida cuando abandonaron ‘La Luisa‘, la nave que había entrado en lucha en la batalla de Laguna.
Que la historia la cuenten los historiadores. En este breve espacio queremos rendir homenaje a un ser humano que brilló en esa historia que abarcó tanto espacio sobre la tierra y los mares, con su valor, su gran capacidad estratégica, su inmenso carisma, su calidad de ‘revolucionario disciplinado‘, como se lo llamó en Europa, y también, por qué no?, su gran calidad de amante.
No representó el falso mito del ‘patriota perfecto‘, calidad que se suele endilgar a los hombres que se destacaron en algunas historias, ocultando su lado humano y por lo tanto imperfecto. Fue el ‘Che Guevara‘ del siglo IXX.
Había unido su vida a una valiente brasileña, ella también guerrera, Ana María de Jesús Ribeiro, Anita, testigo y compañera en las luchas, sostén moral y madre de sus cuatro hijos. Anita abandonó todo: familia, pueblo y patria para seguirlo hasta el fin de sus días, acaecida a los 28 años. Eso no impidió a Garibaldi que, en su paso por la Provincia de Corrientes, dejara corazones rotos y un fruto de sus pasiones, junto al dolor de verse prisionero y torturado en Gualeguaychú por no revelar el nombre de sus cómplices.
Su posición política, inspirada en la libertad y la igualdad de los pueblos, incentivaron las inspiraciones de los americanos a perseguir sus ideales. Su genio y su espada los guió hacia la lucha, sorteando fracasos, heridas y dolores para alcanzar sus fines.
La Legión Italiana‘ organizada por él luego del conflicto del gobierno argentino con Montevideo tuvo un valiente desempeño y una gran victoria en Salto, rechazando para sí y sus legionarios recompensa alguna, convencido, como escribió al Presidente uruguayo Rivera, que ‘era deber de un hombre libre combatir por la libertad en cualquier lugar donde apareciese la tiranía, sin distinción de tierra ni pueblo, porque la libertad es patrimonio de la humanidad‘. El Estado lo distinguió con una bandera y el nombre de ‘Legión valiente‘. Es éste uno de los tantos ejemplos del ‘Gran Condottiero‘, como lo llamaron luego en Italia. Desde allí había escuchado el eco de un Resurgimiento y el llamado de luchar por su patria. Garibaldi respondió.
Acompañado por su fiel compañera Anita, retornó en 1848 a su país, para realizar la obra más majestuosa de su vida, tan pobre como había salido, sólo enriquecido por su mayor fortaleza, experiencia, valor, su esposa y sus tres hijos, una niña había muerto a los pocos años de nacer.
En Italia, aun lacerada por la humillante división que padecía a causa de la ocupación de Francia y Austria, congregó a miles de patriotas italianos para la lucha por la unificación. Éstos lo siguieron atraídos por el áurea magnética que Garibaldi irradiaba, con humildad, sencillez y ejemplo personal.
Para él la patria italiana se convertiría en una pasión a la que dedicaría su vida, el amor por la justicia y su pasión por la libertad de los pueblos de sus tiempos, impedida por la tiranía de los reyes enemigos de la independencia de las naciones.
De un simple marino se transformó en un conspirador por la causa nacional italiana
Que la historia siga contando su parte. Los ecos de ella nos dicen que Garibaldi logró mediar entre la República y la monarquía, entre el norte y el sur, con su metodología, con sus ‘camisas rojas,‘ su famosa expedición ‘dei Mille‘, sus seguidores voluntarios y su permanente tenacidad.
Su ambición era ver Italia unificada, bajo un solo Gobierno radicado en Roma. Y por ella siguió en la lucha contra fracasos y caídas, sufriendo la prisión en Aspromonte y la caída de sus amigos más queridos..
Cuando, por fin la unidad italiana fue lograda en 1870, Garibaldi fue electo diputado al Parlamento. Renunció. Sus ideas republicanas no coincidían con esos hechos. ¿No es éste un punto reluciente de su personalidad?
En la isla de Caprera pasó sus últimos años, simple, humilde como vivió toda su vida. Allí falleció el 2 de junio de 1882.
La epopeya de Giuseppe Garibaldi alentó a patriotas brasileños y cubanos, peruanos y argentinos, y sobretodo a sus compatriotas, los italianos.
Garibaldi escritor, Garibaldi revolucionario y guerrero. Garibaldi corsario, un ‘corsario‘ pobre que tuvo que ser sostenido por su familia; un masón amante de su adorada Anita y de sus amados hijos. Un ser humano excepcional, un héroe, el ‘heroe de dos mundos‘, que supo vestir el poncho y la roja camisa de la lucha.
En vida su figura transpasó las fronteras de lo humano y se convirtió en leyenda, objeto de novelas y poemas, envuelto en su halo de hombre carismático, elevado en su estatura de héroe, odiado por sus enemigos y amado por los que le estuvieron cerca y los que lo conocieron profundamente en sus acciones y en la historia, que son la mayoría. Con su muerte se trasformó en mito, el mito Giuseppe Garibaldi.
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* Secretaria General de la Sociedad Dante Alighieri de Corrientes

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