Viernes 26de Abril de 2024CORRIENTES23°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$853,0

Dolar Venta:$893,0

Viernes 26de Abril de 2024CORRIENTES23°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$853,0

Dolar Venta:$893,0

/Ellitoral.com.ar/ Opinión

Fugas hacia los extremos

La derecha sufre un trastorno ideológico al verse obligada a virar más hacia la derecha por la irrupción de corrientes que construyen discursos más nacionalistas, xenófobos y populistas.  

Por Lluis Foix

Nota publicada en el diario Clarín.

Las tendencias políticas han evolucionado sustancialmente en este siglo. La mayoría de los países europeos tenían un color socialdemócrata que se turnaba con los democristianos o conservadores de forma casi ritual. Hoy, cada vez que se abren las urnas, en un país tras otro, las políticas socialdemócratas van quedando relegadas de las posiciones de poder. Pierden votos hacia formaciones más a su izquierda, lo cual les obliga a formular discursos que se apartan del pensamiento que les ha permitido gobernar alternativamente en Europa después de la guerra.

La derecha sufre el mismo trastorno ideológico al verse obligada a virar más hacia la derecha por la irrupción de corrientes que construyen discursos más nacionalistas, xenófobos y populistas. La política, desde Estados Unidos a Francia pasando por Italia, Gran Bretaña y España, está cada vez más polarizada por tesis extremistas irreconciliables. Una política sin grises ni consensos.

Se percibe una reacción global contra las democracias representativas basadas en el debate, la discusión y el respeto al adversario. Un país tan estable como Suecia no tiene en estos momentos gobierno porque el socialdemócrata Stefan Löfven fue derrotado en una moción en el Parlamento y tuvo que abandonar el cargo a pesar de haber ganado con un 28% las elecciones del pasado septiembre.

El partido de derecha extrema Demócratas de Suecia, tercera fuerza con el 17,5% de votos, tiene la llave para la formación del nuevo gobierno. Su máxima exigencia es un cambio radical en la política migratoria. Los partidos xenófobos y populistas condicionan los gobiernos de Finlandia, Dinamarca, Holanda y tienen el poder en Hungría, Austria e Italia. El Brexit fue una victoria del supremacismo inglés. La aparición triunfalista de Vox en España va en esta línea.

La primera vuelta de las elecciones en Brasil dio al ultraderechista Jair Bolsonaro el 46% de los votos, muy por encima de lo que vaticinaban las encuestas. Hay que esperar a la segunda vuelta contra Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores, pero la tendencia está marcada. La victoria de Donald Trump en el 2016 ha acelerado los paradigmas de una nueva política nacionalista, proteccionista y anti­inmigratoria.

La semana pasada se reunieron en Roma el radical Matteo Salvini, ministro del Interior italiano, con la francesa Marine Le Pen para fundar una alianza en vistas a las elecciones europeas. Se llamará Frente de la Libertad y uno de sus enunciados es “combatir la estructura totalitaria de la Unión Europea”.

En todos estos dirigentes, partidos y gobiernos late un antieuropeísmo malsano, engañoso y arbitrario. Los gobiernos de Polonia, Hungría, Austria e Italia comparten con Donald Trump, Theresa May y también Vladímir Putin una animadversión hacia la sola idea de una Europa solidaria que ha conseguido en los últimos sesenta años el mayor período de estabilidad, progreso, libertades y seguridad de la historia moderna y contemporánea.

Las campañas de desinformación no son ninguna novedad. Las ha habido siempre, especialmente en tiempos de guerra, cuando la primera víctima es la verdad. Lo más peligroso es que la confusión está hoy al alcance de cualquiera y puede convertirse en global. Lo que hemos visto hasta ahora no es más que el principio, advierte Madeleine Albright. Cada año hay más estados que emplean batallones de formadores de opinión para inundar las páginas de Internet. China, Corea del Norte, Rusia, Venezuela, Filipinas y Turquía dedican muchos recursos a esta diplomacia de distorsión y engaño. Me cuesta creer que Estados Unidos y otros países europeos no utilizan las mismas armas.

Muchos de estos agitadores generan materiales en los cuales se muestra a personas haciendo cosas que nunca hicieron y diciendo algo que nunca dijeron. Si el pueblo se traga una mentira que perjudica al adversario o al enemigo, se le suministran más fake news. Esta tendencia afecta a columnistas, tertulianos, editorialistas y blogueros que combaten desde trincheras periodísticas sin importarles si manipulan o son manipulados. Este desprecio por la verdad de los hechos pone en peligro la libertad de todos.

¿Te gustó la nota?

Ocurrió un error