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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

Una mirada peronista

“No hay organización posible si el hombre es aniquilado por un aparato externo a su propia existencia”. Juan Perón. Proyecto Nacional.

Por Germán Wiens

Colaboración

Especial para El Litoral.

A diario al leer o escuchar las noticias o los debates políticos, que se producen  en los medios de comunicación, se advierte que gran parte del espacio se lo lleva el análisis del Peronismo. ¿Qué es? Su disolución, su unión, su rol opositor, su presente y su futuro. Ahora su intervención. 

Así oímos a periodistas famosos y otros no tanto que hacen sus análisis “PROpios” y que convocan para sus notas a políticos afines al Gobierno y una serie de intelectuales no peronistas, incluso muchos antiperonistas para opinar sobre el peronismo. 

Y está bien que lo hagan, estamos viviendo en una sociedad pluralista donde reina (al menos aparentemente) la libertad de expresión. Lamentablemente los únicos que nunca son convocados para hablar de Peronismo son los propios peronistas, algunas veces pasan por los medios compañeros que a los no peronistas les conviene, o para decirlo de otra manera son funcionales al actual Gobierno. Por ello, en primer término el agradecimiento a los medios que nos permiten expresarnos libremente.

Quiero que el lector sepa que renuncio explícitamente a toda pretensión de objetividad, yo soy Peronista y desde esa perspectiva (desde adentro) es que emito mi opinión. Sería bueno que aquellos muchos que opinan de nuestro movimiento también blanquearan desde dónde lo hacen.

Es necesario que en momentos de apremio, con el resurgimiento del “Populismo de derecha”, que no es más que  el viejo conservadurismo agiornado, el Peronismo como parte importante del pueblo argentino realice un debate interno entre quienes se sientan identificados con sus postulados y principios, aquellos que enarbolaron Perón y Evita, se encuentren contenidos o no dentro del Partido Justicialista. Somos un movimiento más abarcativo y el Partido es el instrumento electoral que nos debe conducir al poder. 

Aunque el Partido sea “solo” eso, no por ello es poco importante, ya que debe ser el que nos permita institucionalizarnos dentro de la democracia liberal. En el convencimiento de que el enemigo político, que pretende erigirse en un Movimiento Populista de Derecha (aunque no lo diga) quiere reducirnos a un Partido y si es posible dividirnos en más de uno.

Los peronistas debemos iniciar el debate, dotándolo de contenido, explicando sus triunfos y sus derrotas. Haciéndonos cargo de la parte que nos corresponda, autocrítica que muchos no quieren. Ejercer docencia para que las nuevas generaciones estén imbuidas de sus proyectos, principios y valores. La producción de pensamiento surgirá del debate colectivo, para así comprender acertadamente la nueva realidad Argentina.

Debemos partir de que nadie es poseedor de una verdad absoluta, pero que de las diferentes lecturas de la realidad tal vez podamos concluir razonamientos similares. Para ello debemos despojarnos de cualquier prejuicio que nos genere rencores, de posiciones definitivas, terminantes,  que  estemos dispuestos a discutir todo. Lo inalterable es aquello que nos hace imperecederos, “el pensamiento de Perón”.

De la interpretación del pensamiento popular argentino y su fuerza política predominante, entre el origen y las razones de su vigencia deben encontrarse las acciones para mantenernos trascendentes.

Se perdió el gobierno ya hace más de dos años, al que le costaba definirse como Peronista, aunque lo fuera, prefería usar uno de los tantos “istas” o “ismos” que nos caracterizaron y que tanto mal nos hicieron. Tal vez ahí deba iniciarse el análisis, porque de la confrontación de lo que se hizo mal, puede mejorarse el presente para garantizar un futuro.

Un par de ideas para el debate. Creo que la derrota del 2015 comenzó con la errónea lectura del triunfo del 2011. El 54% fue leído como inamovible y no como contingente. Los compañeros que tenían la responsabilidad de la conducción y del gobierno, solo  se escuchaban a sí mismos, perdiendo la conexión necesaria con algunos sectores sociales y con la transversalidad política que alguna vez se pregonó. Las críticas de lo que se hacía equivocadamente, sin importar de dónde provenían se consideraban virtudes. Esto produjo obvios alejamientos, algunos por fastidio, otros por exclusión y muchos por sentirse rechazados. El sectarismo se hacía sentir. Se identificó bastante claramente al enemigo, Clarín, pero para combatirlo se utilizaba 678 como transmisor de las políticas oficialistas. Para no ser tan cruel con los compañeros que hacían un notable esfuerzo diré solamente que era insuficiente, no alcanzaba con definirse “como la mierda oficialista”. 

Clarín cohesionaba a los opositores y a los propios ofendidos y el programa oficialista hacía obsecuencia hacia el gobierno e irritaba a los demás. Por el lado ideológico “Carta Abierta” le daba contenido a las propuestas y justificación a las políticas. Sin dejar de mencionar que admiro notablemente a muchos de sus integrantes, intelectuales brillantes en su campo específico, pero que me  decepcionaron en algunas de sus intervenciones. La más recordada debe ser aquella en la que uno de sus mentores, semanas antes de las elecciones habló del voto “desgarro”, refiriéndose al candidato a presidente.    

Otro de los elementos necesarios de autocrítica fue el diseño electoral evitando las Paso y consagrando a un candidato, en quien   la conducción no creía y por ello al imponerlo, lo rodeó de dirigentes que tal vez merezcan un gran reconocimiento como políticos y militantes, pero que estaban absolutamente desprovistos de popularidad. Tal vez fue una sensación de quien escribe, creo que al candidato (con quien no estaba de acuerdo, pero acepté disciplinadamente) en algún momento se le retaceó el apoyo. 

La dimensión estelar que alcanzaron Néstor y Cristina, los ubicaba muy pero muy lejos de quienes eran sus funcionarios con posibilidades electorales. Esta estrategia tal vez necesaria, les garantizaron muchos años de una conducción incuestionable, pero también puso de manifiesto la imposibilidad de armar una construcción política exitosa sin ellos como candidatos, esto no es más, ni menos, que la continuidad del proyecto.

No se trata de discutir el pasado porque sí, sino en la medida que nos permita visualizar el presente y fundamentalmente el futuro. Porque por otra parte, hay que saber que el Macrismo en el poder  no es consecuencia de la suerte, es la nueva derecha (o la vieja reciclada) con una eficacia electoral tremenda, que maneja medios económicos, medios de comunicación, la Justicia y fundamentalmente la caja.

La consigna, al menos para mí, sigue siendo Unidad, Solidaridad y Organización. El Quid del asunto es quiénes hacen la convocatoria, porque debe ser genuina, sin exclusiones, el General ya nos decía que para hacer el adobe además de barro hacían falta otros elementos.

El proceso Partidario debe ser como siempre se hizo, de abajo hacia arriba, con un amplio debate horizontal que permita erigir una conducción legítima, no sólo legal, que sea respetada verticalmente  y que se ponga como meta unificar todo, para que queden afuera sólo los autoexcluidos.

Tal vez en el debate que se propone, aparezcan ideas diferentes, criterios contradictorios, propuestas innovadoras y superadoras. Bueno de esto se trata en definitiva, de ir generando espacios para la deliberación, el disenso, la convergencia y la unidad. Lo único que no podemos hacer es quedarnos,  permanecer inmóviles ante el avance conservador. Seríamos un fraude histórico.

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