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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

Los increíbles fenómenos de Trancas

En un pequeño pueblito de Tucumán de 300 habitantes, ubicado cerca del límite Noroeste con Salta, ocurrieron impactantes sucesos dignos de ciencia ficción el 21 de octubre de 1963. Es considerado uno de los casos más excepcionales en la historia del fenómeno Ovni, por sus características y el número y calidad de los testigos.
Figuras. Representación de lo sucedido en Trancas.

Por Francisco Villagrán

Especial para El Litoral

Alrededor de las nueve de la noche, en la apacible y hermosa finca “Santa Teresa” de la familia Moreno, ubicada en las afueras de Villa Trancas, Tucumán, se dieron unos espectaculares sucesos que hasta hoy perduran. Estaban en la casa Antonio Moreno, de 72 años, ex intendente; su esposa, Teresa Kairuz de Moreno, de 64 años, directora de escuela; sus hijas, Yolanda Moreno, de 32 años, maestra; Argentina Moreno de Chaves, de 30 años, maestra, casada con un militar; Yolié Moreno de Colotti, de 21 años, maestra, casada con otro militar y Dora Martina Guzmán, de 18 años, doméstica, encargada de las tareas de la casa. Completaban el grupo tres nietos de los Moreno, de muy corta edad y seis perros bravos que habitualmente hacían guardia frente a la casa.

A las 21.30 luego de que la familia se retirara a descansar, la doméstica vio algo extraño sobre las vías del ferrocarril General Belgrano, que une Tucumán con Salta y pasa a unos 500 metros por el frente de la casa, una serie de luces y movimientos de personas. Así se lo hizo saber a las hijas del matrimonio que aún estaban levantadas. Las tres salieron por la puerta trasera y observaron lo que para ellas era como “un pequeño tren iluminado”, alrededor del cual se movía un grupo de personas, yendo y viniendo, como si estuvieran realizando alguna tarea. Barajaron tres hipótesis: era un accidente ferroviario, una cuadrilla que realizaba reparaciones o un grupo de sabotaje que planeaba alguna acción.

De pronto, las luces comenzaron a cambiar de color y a intensificarse. Eso no era normal, por lo cual se acercaron para ver qué sucedía, una de ellas tomó una linterna y un revólver como prevención. La tercera de las hermanas, Yolié, salió por el frente de la casa, al sentir el alboroto y lo que vio la dejó helada: frente a ella, a unos 150 metros de altura, se balanceaba en el aire algo que ella definió como “una sopera gigante”.

Las tres caminaron lentamente hacia la luz y Yolanda dirigió la luz de la linterna hacia el objeto y, en ese preciso instante, surgió un rayo de luz rojiza del objeto que dio de pleno en sus rostros y las encegueció momentáneamente, tirándolas hacia atrás. La que más sufrió fue la doméstica, Martina, que iba adelante, a tal punto que debió ser llevada luego al hospital, con quemaduras de primero y segundo grado. Simultáneamente, una densa niebla lo cubría todo y comenzaron a sentir un olor penetrante como de azufre. También se encendieron en ese momento focos de otros objetos que estaban en la oscuridad y no habían sido vistos hasta entonces. Sus luces, sumadas a la del objeto más grande, iluminaron la finca de los Moreno como si fuera de día.

Las mujeres corrieron desesperadas hacia el interior de la casa y comprobaron que las luces, además de iluminarlo todo, habían elevado la temperatura de la casa como si fuera un horno. Cerraron todas las puertas y ventanas y ocultaron a los tres niños que dormían transpirados en sus cunitas. Permanecieron en silencio, sujetándose de las manos, presas del pánico. Por la rejilla de la ventana del frente observaron algo dantesco: un aparato de unos 25 metros de diámetro despedía luces de un blanco brillante que, además de iluminar la finca, destellaban sobre el criadero de aves, que tenía unas 400 gallinas y sobre el galpón donde dormían los perros, en la parte posterior de la casa.

Todos estaban como adormecidos, no se dieron cuenta de nada. Yolanda describió a esos haces de luz como “tubos luminosos que parecían sólidos”, con contornos definidos. A la vez, Yolié afirmó que en determinado momento introdujo un brazo en uno de los haces de luz y, en ese preciso momento, la luz se recogió hacia el objeto.

Las tres coincidieron en relatar en su declaración oficial ante el comisario de la Policía de Trancas que “el objeto más grande tenía seis ventanillas de un metro de alto más o menos, aunque la potencia de la luz que emanaba del objeto impedía ver mayores detalles. Ninguno, ni el más grande ni los más chicos, tuvo contacto con el suelo en ningún momento, se mantuvieron flotando sobre la tierra a unos dos metros de altura, sólo había bajo de ellos una espesa niebla.

Pasaron en esa situación unos 40 minutos más o menos, al cabo de los cuales, todos se elevaron, como siguiendo una orden, alejándose hacia las Sierras de Medina en una perfecta formación en V, dejando tras de sí una espesa niebla que demoró unas cuatro horas en desaparecer del suelo.

Como testimonio físico de lo que había pasado, fueron halladas en la zona de las vías, donde estaban los objetos, gran cantidad de bolitas blancas, similares a naftalina, pero que eran carbonato de calcio casi en estado puro. Los mismos restos fueron encontrados frente a la finca de los Moreno, aunque en menor cantidad. Fue este un caso sensacional con evidencia científica y testimonios de primer nivel. En la actualidad, la única sobreviviente de la familia Moreno es Yolié, que tiene 78 años.

Detalles

Las bolitas blancas halladas tenían 1 cm de diámetro y según el análisis, realizado en el Laboratorio Químico de la Universidad de Tucumán por el doctor Walter Gonzalo Tell, arrojó como resultado la presencia de carbonato de calcio en un porcentaje de 96,48% y carbonato de potasio en un 3,51%, cosa imposible de existir en nuestro planeta. Al ser suavemente presionadas, las esferas se deshacían.        

Los perros de la casa, conocidos por su bravura, no ladraron en ningún momento, estaban como adormecidos, al igual que las numerosas aves de corral. Uno de los peones y un vecino cercano, a unos 100 metros del lugar, no escucharon ni sintieron nada, también estaban profundamente dormidos. Otro dato misterioso: la plantación de arvejas del sector donde aparecieron las bolitas blancas se secó días después. Con los años y gracias a la utilización de fertilizantes, se pudo recuperar la tierra, pero no con la fuerza que tenía antes.

Un testimonio más que importante corresponde al de la doctora Renée Vera, médica del hospital de Trancas, situado en las afueras del pueblo.

Cuando regresaba de ver un enfermo, al pasar por esa zona, su auto se quedó sin batería y decidió completar a pie el trayecto restante, ya que no era lejos. Cerró el auto y comenzó a caminar, cuando a las 23 aproximadamente vio pasar volando bajo a una flotilla de unos 40 o 50 cuerpos luminosos, que dejaron el ambiente impregnado de un fuerte olor como de azufre, que estuvo a punto de hacer perder el conocimiento a la doctora. Todo corrobora el espectacular caso Trancas.

Recientemente, hace poco menos de un mes, el Grupo Icou (Investigadores de Campo Ovni Unidos) colocó una placa recordatoria en el frente de la finca de los Moreno, en Tucumán, que dice lo siguiente: “Homenaje a la familia Moreno, testigos privilegiados del gran incidente Ovni en Villa de Trancas, Tucumán, 1963.” Icou-abril de 2018.

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