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/Ellitoral.com.ar/ Campo

La sequía alteró el ritmo de la ganadería

Si bien las lluvias de los últimos días terminaron con la sequía en la mayoría de las zonas, los efectos de las mismas en la ganadería nacional se seguirán viendo a lo largo de este año y del próximo. La producción ganadera se caracteriza por tener una dinámica cíclica, donde existen fases de liquidación, de retención y fases neutras. En las fases de liquidación, impulsadas por bajas expectativas en el negocio, la tasa de faena es mayor a la de producción de animales, caen los precios y se reduce el stock. Luego de las fases de liquidación se dan las fases de retención que, en contraposición, por las buenas expectativas se retrae la faena y crece el stock. En las fases neutras se da un equilibrio entre faena y producción. 

Argentina se encontraba hasta el 2017 en una fase cercana a la neutralidad. Sin embargo, la reciente sequía y su impacto en la producción forrajera está llevando a aumentos en la tasa de faena, que podría llevar a un cambio dentro del ciclo ganadero. De continuar la tendencia actual, la faena esperada para el 2018 llegaría a valores por encima de 3 millones de toneladas equivalente res con hueso (ERCH), por encima de los 2,8 millones esperados previos a la seca. Este comportamiento está generando impactos en el precio de la hacienda.

La seca se dio entre los meses de diciembre y abril de manera generalizada en todo el país, con importantes impactos en la producción forrajera. De forma más acentuada se vieron afectadas algunas regiones como el sudoeste de la provincia de Buenos Aires y gran parte de Entre Ríos. Como consecuencia, la productividad del campo natural en las zonas mencionadas fue tan baja como la esperable en el peor de 20 años, según los datos relevados por el Sistema de Seguimiento Forrajero Satelital de Crea-Fauba.

Otro aspecto no menor provocado por la falta de lluvias fue el retraso o imposibilidad de siembra de verdeos de invierno y pasturas, comprometiendo el pasto de otoño-invierno. Se estima que aún pudiéndose sembrarse gracias a las últimas lluvias, la merma en la productividad de los verdeos por retraso en la fecha de implantación podría ser del 30-40%.

Como consecuencia de estas condiciones forrajeras se ha provocado un incremento de la faena impulsada tanto por una mayor faena de machos como de hembras.

Por parte de los machos, la sequía está incrementado la tasa de extracción de novillos, es decir, la cantidad de cabezas que se faenan sobre el stock. Una de las causas es que la falta de pasto condiciona a los sistemas a una mayor participación de grano en la dieta, tanto en la recría como el engorde. El impacto de dietas más energéticas lleva a una aceleración de los tiempos de producción y esto a un incremento de la tasa de extracción.

Desde 2003 a la actualidad, por diversos factores, la mencionada tasa pasó de 70% a 104%; puntualmente en 2017 se faenaron mayor cantidad de terneros que los destetados. De continuar esta tendencia en la faena y sumando los efectos de la sequía, se proyecta para el 2018 una tasa de extracción de machos mayor, lo que impulsaría una caída en el stock de novillos en el 2019, condicionando la oferta de carne futura.

 

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El movimiento Crea elaboró un informe sobre el impacto de la sequía en la actividad ganadera. Consideran que la cuestión climática está produciendo aumentos en la tasa de faena, más allá de las últimas lluvias.