Confusiones de un machirulo

Por Carlos Gelmi

De la Redacción

Diario El Litoral

Esta es una buena tangente para escapar del compromiso de decir algo y no decir nada. Que nadie entiende nada ni nosotros mismos. Como siempre el culpable es el otro, pusimos en el banquillo nada menos que a Einstein y Chaplin, que no podrán refutarnos, o de lo contrario, que llamen a conferencia de prensa y convoquen a una marcha para anunciar un paro. Para eso somos machirulos. O recurramos al FMI, que esa milonga ya la conocemos.

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Dado por sentado que el debate, y por ende el macaneo, es el deporte favorito de los argentinos, hoy abrimos un engorroso capítulo de la historia de nuestras pasiones capaz de superar todas las diferencias, aún las del bolsillo, y ponerle el pecho a cualquier contingencia aunque cueste un crédito y la mitad del otro. ¿Qué se viene el vencimiento de la tarjeta? Qué importa si primero hay que pasar por lo del prestamista para saldar el nuevo TV...

Lo importante es lo importante, che… ¿entendiste? La heladera vacía puede esperar un poco, total el buen tiempo nos está ayudando y así ahorramos energía…

¿O hay algún argentino tan insensible que se estremezca ante la imagen de Messi gritando uno, dos y hasta tres goles en la despedida en la Bombonera? ¿No lloraron de emoción ante tantas banderas cubriendo las pobladas tribunas a 600 pesos por hincha?

¿No se explican por qué el viernes anterior, en los festejos del 25, el fervor patriótico y las banderas estuvieron tan raleados? Pues… estuvieron ahorrando energía para los gladiadores que se disponían a marchar hacia lo del compadre. ¿Entendés, machirulo?

Es increíble que haya gente indiferente, ajena al sacrificio al que estamos sometiendo a estos pobres pibes, que están dando todo por el orgullo nacional, y otros los ningunean peyorativamente con un zapallo, una zanahoria, un perejil o una batata. Allá ellos. Los unos y los otros. Todos. 

¿Somos todos los 

nuevos machirulos?

¿Cómo pedirle a esos extraños personajes que hoy son los machirulitos de la machirula, expertos en economía, que hoy dan cátedra de fútbol mundial, como estuvieron dando; cómo pedirles que sigan dando clases magistrales sobre cómo solucionar los problemas económicos que sufre el país y que seguiremos sufriendo mientras tengamos que soportar  el lVA ardiente y corrosivo que sigue fluyendo del pasado…?

Como decía Discépolo en su insuperable Cambalache, todo es igual, lo mismo un burro que un gran profesor… cualquiera enfrente de un micrófono, una cámara o una PC y cree que está autorizado a pintar sólo por el hecho de que tiene ganas de pintar, olvidando por completo la necesidad de contar con una pizca de conocimiento de lo que se habla y de una cuota inmensa de responsabilidad sobre lo que se dice… ¿O somos una banda de loros?...

Nos cambiaron las tarifas de arriba hacia abajo y hacia los costados también. Tuvimos un súper jefe de Gabinete (Marcos Peña) del que dependían los ministros, entre ellos el de Economía, Nicolás Dujovne. Nos hicieron un enroque. O cambio. O gatopardismo. Y Dujovne pasó a ser el jefe de Peña, pero Peña sigue siendo jefe de Gabinete. Como el dólar y los precios: siempre está en alza…

Sólo el argentino de a pie, sigue en la misma: tambaleando y tirando para llegar a fin de mes como un auténtico machirulo, confundido en un debate que ya escuchó muchas veces.

Aunque no estemos invitados, ¿no compartimos a veces las intocables mesas de la señora Mirtha Legrand, amenizadas a veces por algún plato especial como Moria Casán y sus moralinas? ¿O las denuncias sin final de Jorge Lanata, dueño de todas las verdades que se le escaparon a Lilita Carrió?

El debate del mboyeré sigue. Todos creen que se están luciendo quizás encandilados por las luces de las cámaras. 

Por suerte ya llega el torneo mundial de fútbol y aunque Rusia queda lejos, la tecnología nos hará sentir como locales, y contentos: chau dólar, las quejas del bolsillo quedarán guardaditas hasta el regreso y el dolor del estómago se acentuará cuando abramos la heladera, y un vacío frío nos recuerde los días de hambre que nos pasamos en Moscú… Y extrañemos el bife y el puchero nativos...

El gran suspenso: 

el regreso a casa

Es tan confuso e incomprensible todo lo que nos está pasando, que ni nosotros mismos entendemos qué nos pasa y por qué nos pasa. Entonces recurrimos a cualquier paliativo y nos volvemos a reencontrar sentados en un tablón futbolero que este 2018 nos marcará un antes y un después.

Cualquiera sea el resultado, para los que van a Moscú tiene el enorme saldo positivo de la experiencia conociendo otro país.

Para los que nos quedamos mirando por TV, nos quedó el conformismo de haber ahorrado unos dólares y la oportunidad de mantenernos callados ante el silencio que se viene. Porque los que se fueron, ganen a pierdan, tienen ese mérito en su haber. (Como en toda competencia, el objetivo es ganar. Pero si no se puede, no será el final del mundo….)

Cuando la pelota vuelva a rodar por nuestras canchas por los torneos domésticos, los argentinos ya estaremos olvidados de Rusia o su recuerdo estará embolsado en una humilde gorrita de papel con los colores del club del barrio de siempre…

Y a la salida del estadio buscará la cola más corta pues otra vez hay paro de buses… Y al día siguiente no se sabe si habrá clases….

Paren las marchas, que se callen los bombos.

Fue un día de machirulos… Otro más, bah…