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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

San Martín llama a terminar con los privilegios

Por Ricardo Caito Leconte

Director Club de la Libertad

Especial para El Litoral

 

Los orgullosos hijos de Corrientes, recordamos y honramos al Libertador José de San Martin. Destacamos más que nunca al hijo dilecto de nuestra tierra, figura a la que queremos atarnos, ávidos de ejemplos. El nos mostró el camino, a su trabajo incansable le agregó sus renunciamientos, su conducta, ser un líder sin privilegios.

Nos cuenta Juan Ramón Aguirre Lanari, correntino, distinguido con las Palmas Sanmartinianas: “Que estando en el Regimiento de Murcia, San Martín tuvo un encuentro casual con Napoleón, quien tomando de su casaca blanca y celeste leyó en alta voz el nombre inscripto en la solapa: Murcia.

Este encuentro sirve para conocer a San Martín, comparando a dos grandes hombres de la guerra, con distinta proyección y objetivos perseguidos. Uno cultor sistemático de la guerra, que libró para afirmar su poder interno y proyectarse sujetando pueblos y dinastías. El otro utilizó la guerra solo por necesidad y apeló a la persuasión cuando pudo (Lima) teniendo como objetivo no la conquista, sino la liberación.

Napoleón fue el general de la república que termina como emperador. San Martin, que combatió en España defendiendo el régimen monárquico, en América deja una estela de república, a cuya decisión soberana sometió su espada. 

Uno combatió para conquistar la gloria y el poder. El otro venció en la batalla más difícil, cediendo los atributos del mando y triunfando con la virtud de su renunciamiento”.

El código moral de San Martín fue constante, en Mendoza decreta: “Desde hoy quedan nuestros sueldos reducidos a la mitad”. El Directorio lo nombra coronel mayor, renuncia declarando que no aceptará nuevos empleos. Después de Chacabuco, el gobierno de Buenos Aires lo asciende a brigadier general, San Martín rechaza dos veces. Después de Maipú, Chile le obsequia una bandeja de plata, que devuelve, honra su credo libertador, rechaza el poder que le es ofrecido y refuerza su autoridad moral rechazando un premio pecuniario que destina a fundar una biblioteca pública. Dice “El Estado se halla en necesidades y es preciso que todos contribuyamos a remediarlas”.

De Valparaíso parte la expedición al bastión del poder hispano, con su plan largamente madurado, “no busco gloria militar ni el título de conquistador del Perú, quiero solo liberarlo”. Combate por servicio, esa es su grandeza. 

En Guayaquil comprende que su renunciamiento puede facilitar la unión militar de las fuerzas patriotas, no duda en apartarse, es su hora más gloriosa, ese gesto es el triunfo acuñado en ideal superior a la ambición humana.

¿Cuáles son hoy los valores que guían o rigen nuestro accionar como sociedad?

Buscamos perpetuarnos en cargos y mandatos indefinidos, se violentan las instituciones, la independencia de la justicia es un anhelo, funcionarios vinculados con el narcotráfico, miembros del Ejecutivo encargados de la emisión de papel moneda, manejo discrecional del presupuesto, sindicalistas millonarios, ladrones de guante blanco que no pueden justificar el crecimiento de su patrimonio, construimos mausoleos y damos nombres a calles para honrar a personajes que aún no tienen el veredicto de la historia, San Martin decía “en cuanto a mi conducta publica, mis compatriotas dividirán sus opiniones: los hijos de estos darán el verdadero fallo”.

Por eso olvidamos su legado, es más fácil compararnos con épocas recientes sin interpelarnos con su ejemplo de austeridad republicana, en su mayoría la clase dirigente lo quiere olvidar, no está en su ánimo seguir su ejemplo.

¿Cómo explicar qué el país que era el asombro del mundo, hoy se encuentra en el más profundo de los abismos?

Fue cuando aplicamos el sistema profundamente intervencionista, que lleva practicándose incansablemente desde la crisis del 30. Nos embarcamos en el cortoplacismo y la incapacidad de pensar en las próximas generaciones, los gobiernos se concentraron en impregnarnos un insoportable estatismo, con gastos públicos injustificados, que posibilitaron tener en la actualidad la cuarta inflación más alta conocida, con la mitad de la población en la pobreza, la clase dirigente privilegiada y alejada de la realidad del pueblo al que dicen servir. Si quiere recuperar la confianza, debe liderar desde el ejemplo de San Martín, terminando con privilegios que indignan. 

En un momento que se destaca el interés por la verdad histórica, objetiva, la que surge de los documentos y hechos concretos, sin desfigurarla como pretende el revisionismo retrogrado, debemos conocer y volver al legado moral de San Martín.

Su figura nos hace volver a la senda, porque nos ayuda a pensar sobre los valores de nuestra responsabilidad ciudadana, nos identifica con el ideal de la nacionalidad que nos une a todos, en una hora que tenemos que trabajar por el reencuentro de los argentinos para defender la libertad. 

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