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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

Reglas electorales: y por casa, ¿cómo andamos?

Corrientes está atrasada en su legislación electoral. El voto joven, la paridad de género (en trámite), las primarias obligatorias para elegir a los candidatos de los partidos políticos, la boleta única de papel, son algunos de los temas sobre los que hay que debatir, urgentemente.

“La democracia es el sistema en el que los gobiernos pierden elecciones”.

Jorge Eduardo Simonetti, en su libro “Las zonas oscuras de la democracia” (2020).

La democracia es fondo y forma. Fondo, para que las mayorías tengan un peso esencial en las decisiones y las minorías estén adecuadamente representadas. Forma, para que las reglas electorales estén en línea con los objetivos de fondo.

 Obviamente, lo arriba expuesto parte de un esquema muy elemental de análisis. Además de ello, deben configurarse un conjunto de condiciones para que el sistema funcione como tal, aquello que los autores denominaron la “poliarquía”, que es el ideal democrático.

 En los últimos treinta años, lentamente se fue abriendo paso un conjunto de derechos y mecanismos cuyos objetivos son los de alcanzar una mayor equidad, inclusión y transparencia en el sistema electoral.

Reclamos de fondo y ordenamientos de forma paulatinamente alcanzaron nivel jurídico a través de normas sustanciales y procesales electorales.

La lucha feminista es larga y persistente. Las mujeres, desde el inicio, partieron en desventaja. La Biblia las considera un derivado del hombre a partir de sus costillas. Desde sus derechos civiles, reproductivos, sexuales, hasta sus derechos de representación en los órganos de conducción social (llamada la tercera ola feminista), fueron alcanzando lugares antes impensados en la sociedad machista, y la lucha continúa.

Su participación en la democracia fue abriéndose paso, primero con una normativa de cupo, para compensar la desigualdad de partida. Le siguió la paridad de género, que no es una imposición de mujeres en las listas de candidatos sino un reparto igualitario con los hombres. 

Tengo serios reparos sobre los fundamentos de la paridad, que tienden a degradar el mérito independientemente del género, pero reconozco un núcleo de equidad insoslayable en sus derechos como seres humanos.

También se dictaron normas para incluir el derecho de votar para los jóvenes de 16 y 17 años, que ya fueron instrumentadas para las elecciones nacionales.

En ese tránsito, también la democratización ingresó al interior de los partidos políticos, como intermediarios necesarios entre la ciudadanía y el poder, introduciendo las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (Paso). Si bien creo que sus objetivos no fueron cumplimentados, sí fue un paso en la dirección correcta.

Ahora el debate pasa por la implantación de la Boleta Única de Papel, en reemplazo de la tradicional papeleta por partido. Se debate en Diputados, donde aparentemente la oposición cuenta con los votos para aprobarla. No así en el Senado, donde el obstáculo es Cristina, que la considera como un sistema de “chorizos y ajos acollarados”.

Cualquiera con mediana objetividad no puede dejar de considerar a la Boleta Única como un progreso. Es el propio estado el que la imprimirá (no los partidos como en la actual) y las distribuirá en los cuartos de votación y posibilitará al ciudadano tener en un instrumento (o en varios si se separan las categorías) con todas las opciones electorales.

La que rige actualmente, no solo representa un costo innecesario de varios miles de millones de pesos, sino que facilitan el clientelismo electoral, el voto en cadena y la confusión del elector al ver decenas de boletas en el cuarto obscuro.

Santa Fe fue pionera en nuestro país, le siguieron Córdoba, Salta y Caba, recientemente fue adoptada en Mendoza. Las experiencias electorales fueron positivas, en la provincia de la bota tiene más de diez años de historia. La boleta única se utiliza en la mayoría de los países de América Latina y del mundo.

Llegados a este punto, cabe preguntarnos: y en Corrientes, ¿cómo andamos? ¿Tenemos primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias? ¿Tenemos boleta única? ¿Votan los jóvenes de 16 y 17 años? ¿Existe ley de paridad de género? La respuesta es no, nada de ello rige aquí.

Vale aclarar que, según nuestro sistema institucional, las provincias son las facultadas a emitir sus propias normas electorales. Es decir que no podemos echar culpas hacia afuera o hacia arriba.

 Es cierto que en 2018 el gobernador Valdés remitió a la Legislatura sendos proyectos de paridad de género y del voto joven, que no prosperaron o durmieron el sueño de los justos. El primer mandatario correntino no insistió demasiado, a pesar de contar con mayoría legislativa.

De algún modo, es como si existiera un doble comando oficialista cuando de leyes se trata. Uno, el del Poder Ejecutivo, que remite proyectos, y otro, en el seno del órgano legislativo, que no responde en consonancia con la política del gobernador. Algunos verán en ello una señal virtuosa, el funcionamiento de la división de poderes; otros, los más detallistas, señalarán un profundo abismo en las concepciones, entre el tradicionalismo y la modernidad.

Como sea, Corrientes debe ser una de las provincias que mayor atraso registra respecto a los sistemas electorales, y que sin ninguna duda dificultan el enriquecimiento de la democracia.

En mi libro “Las zonas oscuras de la democracia” (2020), analizo extensamente aquello que denomino como “laboratorios de autoritarismo”, las provincias cuyas elecciones no son competitivas por el decisivo peso del Estado sobre la sociedad.

Los oficialismos de los llamados “emiratos subnacionales”, juegan sus cartas electorales con el efecto de “cancha inclinada”, donde resulta casi imposible ganarle una elección al poder. Decía yo en la obra mencionada que “Hay muchos más parecidos entre Qatar y Formosa o entre Kuwait y Santa Cruz, que lo que uno pudiera imaginar”.

Además de los conceptos y los posicionamientos ideológicos, la cuestión estriba fundamentalmente en los intereses político-electorales de cada sector.

En el orden nacional, la oposición, incluido el radicalismo, está en favor de la boleta única de papel. En Corrientes, silenzio stampa. El kirchnerismo provincial milita activamente por la paridad de género, pero está callado en relación con la boleta única de papel.

Si el manejo de las reglas electorales, que como expresara constituye la otra pata de la mesa democrática, es realizado de conformidad con los intereses de los que manejan el poder, ya sea nacional o provincial, seguramente el electorado sufrirá sus consecuencias.

Ello tiene fundamental incidencia en el nivel subnacional, dado que, al decir de Robert Dahl, “mientras las elecciones puedan resultar competitivas a nivel nacional, una gran proporción de las provincias tienen regímenes hegemónicos u oligárquicos”.

Me duele ver a mi provincia rezagada en sus reglas democráticas. Estimo que la clase política debería hacer un mea culpa y comenzar cuanto antes un análisis integral de sus normas y procesos, pero no de manera aislada.

La paridad de género no es más importante que el voto joven, que la boleta única de papel, que las primarias obligatorias en los partidos políticos, pero todos forman parte de un ideal democrático al que debemos tender, sin intereses mezquinos y con la mentalidad abierta de verdaderos republicanos.

Caso contrario, tendré que sacar una fe de erratas de mi quinto libro y decir: “La democracia es el sistema en que los gobiernos casi nunca pierden una elección”.

Por Jorge Eduardo Simonetti

jorgesimonetti.com

Especial para El Litoral

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