Piel en invierno: cómo evitar que sufra el maltrato del clima

“El invierno además de favorecer las infecciones respiratorias, produce un impacto importante en la piel de todo nuestro cuerpo. El frío, el viento, la humedad, los cambios de temperatura entre el exterior y el interior y los artefactos de calefacción de los distintos ambientes producen un impacto. Por otro lado, al estar tapados y cubiertos con nuestra ropa muchas veces nos olvidamos de que la piel existe. Todo esto, sumado a nuestro tipo de piel, va a generar que ella se deshidrate, se torne seca, se descame otorgándole una textura áspera con aspecto deslucido y apagado, además de perder elasticidad y flexibilidad”, explica la dra. Cristina Pascutto, médica dermatóloga y expresidente de la Sociedad Argentina de Dermatología. Y agrega, que, en personas con pieles sensibles, como en el caso de aquellas que sufren rosácea, esta situación se agrava en muchos casos llegando a la irritación.

Época de cuidado

Por todo lo dicho, los cuidados de la piel en invierno se deben extremar y, a su vez, deben realizarse de una manera correcta. ¿Cómo es esto? Según explica Pascutto, el cuidado fundamental en esta época tiene que ver con la hidratación, pero también recalca que es el momento propicio para la reestructuración, favoreciendo así la renovación celular superficial y estimulando la producción de colágeno y elastina. "En cuanto a las zonas especiales como son párpados, labios o manos debemos saber que los cuidados tienen que ser específicos ya que sus características funcionales son diferentes", aclara.

Para estos cuidados diarios de invierno es importante contar con algunos productos imprescindibles que el dermatólogo recomendará según el tipo de piel y la edad de la persona. Como explica Pascutto el mercado dermocosmético ofrece gran cantidad de productos que nos brindan eficacia y seguridad. Para el rostro: agua micelar o geles de limpieza, una crema hidratante, un fotoprotector, un producto antioxidante con vitamina C y un antiage para la noche. Para el cuerpo, leche humectante y una crema emoliente para las manos.

Manos y lavado continuo

Durante este tiempo las manos son las que más están sufriendo debido al lavado frecuente y excesivo y a la utilización de alcohol en gel. Las notamos más secas, ásperas y en ocasiones se empiezan a poner coloradas y a agrietarse. A su vez estas grietas generan dolor y molestias. 

"El alcohol en gel, la lavandina etc., van barriendo con la capa de protección hidrolipídica que tiene la piel y de esta forma pierde la defensa natural, empieza a secarse e irritarse, produciendo lo que se denomina dermatitis por contacto", detalla la especialista. ¿Cómo podemos minimizar este impacto? Pascutto explica que es fundamental humectarlas con una crema emoliente tras cada lavado y usar guantes para manipular lavandina o productos de limpieza.