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/Ellitoral.com.ar/ Cultura

Para celebrar la primavera, Bellas Artes inauguró “La belleza de lo efímero”

Con obras patrimoniales, fue inaugurada el miércoles en la sala Justa Díaz de Vivar del Museo Provincial de Bellas Artes Juan R. Vidal la muestra “La belleza de lo efímero”. Es una selección de cuadros que reflejan la pintura de composiciones florales. Hay trabajos de Raúl Vila, Wilfrido Tántera, Palmira Toledo Martínez, Cristina Getzrow, Carlos Longa, Miguel Ballesteros, Juan Eduardo Picabea, Bibí Zogbé Delia Romano, Laura Simón, Atsumi Aichi Toshio Saito y Leo Chiachio y Daniel Gianonne conforman esta muestra. 

Las flores constituyen uno de los temas más amables y recurrentes de la historia de la pintura. Convertidas en una fuente inagotable de inspiración, el interés que han suscitado en los artistas de todas las épocas se ha manifestado de formas muy diversas, pero ha permanecido invariable. 

El mensaje transmitido por estas representaciones hacía alusión a la fugacidad de la vida, el inexorable triunfo de la muerte y como consecuencia las glorias y ambiciones terrenas serían inútiles. El espectador podía interpretar estos significados mediante imágenes simbólicas. 

Sus orígenes están unidos al género de las naturalezas muertas o bodegones, tema autónomo que aparece en Europa a finales del siglo XVI. Pintores como Caravaggio en Italia y Jan Brueguel en Flandes representaron en sus obras motivos florales de alta calidad. 

En muchas de las composiciones, la importancia concedida a las veladuras, es decir, al cuidadoso modelado mediante la superposición de capas de pintura ligeras y transparentes, consigue dotar de corporeidad a los elementos naturales, registrar las diferentes calidades de sus superficies y modular sutilmente la iluminación y el color.  

Los artistas no reproducían fielmente las distingas variedades botánicas, creaban obras bellas en las que lo decorativo se imponían sobre la realidad de lo observado, modificando el tamaño o el color de las flores, buscando la simetría de la composición o la armonía cromática. 

Los contenidos científicos y religiosos que determinaron la simbología de la pintura de flores en sus orígenes fueron diluyéndose conforme avanzaba el siglo XVII, cediendo paso progresivamente a la pura función decorativa. Esta libertad frente a las exigencias narrativas fue, precisamente, uno de los aspectos fundamentales que explican el renovado interés experimentado por los artistas más innovadores de finales del XIX y principios del XX, que fueron los encargados de reinterpretar el género desde planteamientos personales totalmente distintos. Solo así se explica que artistas como Delacroix, Manet, Monet, Cézanne, Van Gogh, Mondrian, Picasso y otros muchos más cercanos en el tiempo hayan consagrado una gran parte de su tiempo a pintar flores. En este sentido es altamente representativo que uno de los cuadros más caros del mundo sea el ramo de lirios pintado por Vincent van Gogh a finales del siglo XIX. 

(VAE) 

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