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Un potencial que no alcanza su techo

Por El Litoral

Miércoles, 22 de febrero de 2023 a las 00:00

El saber popular aconseja no poner todos los huevos en la misma canasta. Las estimaciones sobre la terrible caída de la cosecha de soja hablan de una pérdida que podría alcanzar los 9.000 millones de dólares, el segundo peor registro en 15 años. A la hora de pensar en multiplicar esfuerzos para contrarrestar este impacto, el valor de la Economía del Conocimiento (EdC) se agiganta. Se trata del tercer sector exportador, detrás del complejo agropecuario y la industria automotriz, generador de divisas por 6500 millones de dólares en 2021 (7261 millones a junio de 2022, aumento que se dio más por precio que por cantidad) y en franco ascenso gracias al talento, la creatividad y el espíritu emprendedor argentino.
La EdC es mucho más que software. Incluye actividades que se montan sobre la infraestructura digital, como la exportación de servicios profesionales (60% de las exportaciones de servicios del conocimiento) y las que demandan intensivamente tecnología y capital humano de alto valor agregado, como la biotecnología, la robótica, la impresión 3D, la ingeniería nuclear, la industria satelital, la inteligencia artificial, la producción audiovisual, internet de las cosas y la industria 4.0, entre otras.
Sebastián Mocorrea, presidente de Argencon, entidad que agrupa a prestadores de servicios en este segmento, destacó en el diario La Nación la enorme preocupación que actualmente dispara la escasez de talentos; estimó un faltante de unos 20 mil profesionales. Al comentar los efectos de la brecha cambiaria, que se suma a los costos crecientes, lamentó que, en relación con el mundo, “en este sector, el desacople es fatal”. Ya nos hemos ocupado desde este espacio en señalar que en un terreno muy competitivo asistimos a una fuga física o virtual de miles de profesionales senior y formados, toda vez que muchos migran y muchos otros han abandonado el mercado formal y trabajan desde cualquier rincón del país para el exterior en busca de maximizar sus retribuciones en dólares, por fuera de las regulaciones locales. La EdC se ha vuelto federal gracias al teletrabajo, aunque muchos beneficios no lleguen nunca a las arcas del Estado.
Este sector de la economía crece a velocidades inusitadas en el mundo y registra una demanda infinita, mientras nuestro país sigue mirando otra película. Hemos perdido share en el total mundial a 2021 respecto de 2010, pasando del 0,44% al 0,22%. No solo eso, sino que, además, apenas alcanzamos un incremento del 14% en el último año, paupérrimo con solo compararnos con Uruguay, que superó el 230% a partir de agresivos incentivos fiscales y políticas específicas que amenazan con continuar captando también nuestros recursos humanos.
Mientras tanto, a nivel local, el proyecto denominado “monotributo tech”, que crea un régimen simplificado para pequeños contribuyentes tecnológicos y un régimen cambiario específico, contó con dictamen de mayoría en comisión de Diputados y, con el apoyo del oficialismo, llegaría pronto al recinto. Constituye otra expresión de la política gubernamental de atacar los problemas de la brecha cambiaría por sectores y permitiría a los exportadores de servicios freelancers, incluidos gamers y jugadores profesionales, cobrar directamente hasta 30 mil dólares al año, planteando una discriminación entre trabajadores que se cuestionó fuertemente desde el radicalismo. Dirigentes de Juntos por el Cambio rechazaron firmar e insisten en que se debe discutir la cuestión de fondo y no seguir inventando “parches”. Las Pymes, por su parte, plantean que su implementación traería más complicaciones para retener profesionales.
“La Argentina, mirando el panorama internacional, no es ni siquiera un alumno mediocre, es un mal alumno”, sentencia Mocorrea.
Dadas las condiciones y contando con los profesionales, la participación argentina en el mercado mundial podría crecer fuertemente, favoreciendo el ingreso de divisas con baja demanda de capital para superar prontamente el estancamiento. 
Hoy seguimos muy por debajo de lo que podríamos ofrecer, con un discurso oficial ideologizado que defenestra el mérito y el esfuerzo, impulsores clave para la expansión de un sector potencialmente tan rentable. El beneficio sería no solo económico para el país, sino también para el desarrollo social y la realización de tantos jóvenes que hoy no encuentran cabida para sus sueños. No hay tiempo que perder, el futuro no espera.

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