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República aparte

Por El Litoral

Sabado, 09 de marzo de 2024 a las 19:33

 

Por José Luis Zampa

 

Corrientes fue parte central en la mesa de negociaciones que abrió el presidente Javier Milei para avanzar hacia su distópico plan contra el déficit y la inflación. Sus métodos -se sabe- son los de un fundamentalista de ultraderecha, pero con chispazos de aperplejante irracionalidad que en ocasiones lo llevan de la sinceridad autodestructiva a la violencia dialéctica expresada en las redes sociales vía sharenting escatológico.

“Los voy a mear”, dicen que dijo antes de recibir a los mandatarios provinciales. La expresión orinoterapéutica (si cabe el neologismo) no fue más que un trascendido, pero aquel meme en el que se lo muestra haciendo pis sobre la cabeza del gobernador de Chubut, viralizado por una cuenta satélite de sus colonizados digitales, da pautas de que -al menos por momentos- su irrefrenable deseo es arrojar micciones a baldazos contra los líderes territoriales, tapiar las legislaturas y gobernar con las fuerza del cielo en condiciones de libertad absoluta, que traducido al castellano es lo mismo que decir dictadura.

No obstante diferencias visibles de forma y fondo, el gobernador Gustavo Valdés acudió al llamado junto con otros colegas en una demostración de que un camino de consenso en el que provincias y Nación satisfagan necesidades mutuas es posible en tanto no se ahogue financieramente a las administraciones distritales por simples raptos de venganza, como pasó aquel día en que el jefe de Estado dejó sin fondos esenciales al chubutense Nacho Torres.

La amenaza proferida por Torres acerca de obturar los ductos que entregan gas y petróleo al resto del país era incumplible, pero sirvió para que distintos actores del arco político tomaran nota de la escalada de un conflicto que no era positivo para nadie, ni siquiera para Corrientes, conducida por una de las gestiones más equilibradas del mapa político nacional.

Milei lo sabe. Se metió hasta con el ADN ideológico de los radicales, los tachó de comunistas y se mofó públicamente de cuanto referente o legislador del partido de Alem saliera a marcar alguna diferencia sutil con su rígido modelo de gestión. Pero con Valdés no. De hecho, hasta el momento la única provincia que visitó como presidente es la nuestra y, si bien su llegada respondió a un afecto personal con los históricos acólitos del Club de la Libertad, utilizó el conversatorio con Alberto Medina Méndez para descalificar al Congreso (lo llamó nido de ratas) pero con el tacto suficiente para no irritar relaciones con el jefe correntino.

Valdés lo escuchó en silencio y trazó un balance enclavado en la autonomía originaria de las provincias en tanto unidades preexistentes y fundadoras del Estado Nacional. Así lo hizo saber en su mensaje del primero de marzo, cuando habló ante la Legislatura para garantizar un Estado presente y eficiente, derechos de género, espacios asegurados para la mujer y predisposición para avanzar con el financiamiento de obra pública.

Milei no come vidrio. Sabe Corrientes mantiene hace 20 años una conducta fiscal que contradice sus preceptos de que todo lo estatal es un símbolo del dispendio. La salud pública correntina lo desmiente, así como el religioso cronograma salarial con aumentos programados que buscan proteger al empleado estatal de la inflación. Quizás sin lograrlo por completo a partir de la desregulación total resuelta por el Presidente desde el 10 de diciembre, pero con el claro objetivo de no soltarles la mano a los más vulnerables.

Se vio en el desastre hídrico de hace una semana. Los más de 300 milímetros que convirtieron a Corrientes en víctima de los cataclismos que -según se predice- sobrevendrán cada vez más seguidos como consecuencia del cambio climático, no implicaron costo político ni para el gobernador Valdés ni para el intendente Tassano a pesar de que en las primeras horas las manifestaciones críticas en las redes apuntaron hacia ambos por un supuesto fracaso de las obras hidráulicas realizadas en los últimos años.

Quedó claro que la irresponsabilidad ciudadana con su inexplicable costumbre de abandonar todo tipo de desperdicios en la vía pública fue el harakiri acuático de los inundados, que la urbanización de zonas anegadizas (una rémora noventista) se volvió en contra de todos los habitantes al dejar a la ciudad sin reservorios naturales y, finalmente, que los responsables de conducir la nave gubernamental pueden darse el lujo de prescindir de la asistencia nacional en una emergencia como la experimentada.

Milei miró las inundaciones por las redes pero no se conoce que haya demostrado interés en prestar auxilio. No va con su estructura genética eso de subsidiar a los damnificados, medidas que sí adoptó el Gobierno provincial mediante la inyección de dinero a las tarjetas Sapucay, la rápida instrumentación de créditos blandos para comerciantes afectados y la puesta en marcha de una segunda línea crediticia para empleados públicos, a tasa cero y desde el Banco (con capitales estatales) de Corrientes.

En el orden nacional ocurre todo lo contrario. Milei se pasa de listo con chistes sobre la “hombría” de los burros frente a menores de edad en una escuela a la que asistió en su infancia. Pronuncia discursos a favor del ajuste mientras dos alumnos se desmayan frente a su atril. Cierra la agencia Telam sin contemplar el impacto social y geopolítico de eliminar una herramienta comunicacional que garantizaba la verosimilitud de los acontecimientos viralizados sin comprobación previa. ¿O qué medio no acudía al servicio de la agencia oficial para saber si realmente había ocurrido eso que la gente multiplica en cadenas de whatsapp?

“Voy a privatizar todo lo que pueda”, repite, mientras se desploma el salario real. Los sueldos de los trabajadores argentinos cayeron un 25 por ciento contrastados con febrero de 2023, las jubilaciones fueron el gran insumo para sostener la estrategia del déficit cero mediante una licuación abrumadora del valor real respecto del nominal y los fondos educativos para sostener el salario docente se fueron para no volver.

El ajuste es brutal, pero millones de argentinos siguen todavía aferrados a la esperanza del fin de la inflación. Justifican el sufrimiento de hoy proyectados a un mañana relativamente cercano en el que la economía vuelva a crecer por efecto de la meritocracia, con estabilidad cambiaria y en condiciones laborales pauperizadas pero previsibles. Saber qué, cómo y cuánto se ganará y se podrá comprar durante el año es una meta dorada para cientos de miles de familias que perdieron toda chance de planificar sus vidas en los últimos años.

He allí el gran capital político que sostiene al presidente libertario. Alguien que aprovecha como si fueran verdades completas lo que en realidad son semiverdades. Denuncia (con razón) las flaquezas del modelo clientelar y populista que en los tiempos K instalaron en los resortes del poder a los fanáticos de La Cámpora mientras manipulaban los índices inflacionarios para ocultar el sol con las manos. Aquellas prácticas, sumadas a la corrupción sistemática de casos como el de Lázaro Baéz, José López y Amado Boudou, son el combustible de su plan motosierra.

En Corrientes todo es diferente. El clima social se mantiene en tranquilidad consuetudinaria y el gobernador hace equilibrio sobre una realidad financiera que le permite dar respuestas con poco, porque siempre recibió de la Nación poco. A diferencia de otras provincias, acostumbradas durante años a la inyección extraordinaria de ATN’s, la jurisdicción administrada por Gustavo Valdés se muestra prescindente del humor nacional y hasta admite que -junto con otros mandatarios- puede vivir sin el impuesto a las ganancias que la Casa Rosada intenta resucitar.

Son tiempos de espera y reflexión. De frenar ansiedades y ver cómo se plantea el horizonte camino a mayo en la macroeconomía que el león muestra como su gran fortaleza a partir de una reducción escalonada de la inflación y de un dólar pisado por efectos multifactoriales. El principal es, a no dudarlo, la tremenda recesión expresada en la caída del consumo. La gente compra menos, ahorra menos y espera menos. 

Por eso, la inflación en un dígito y la liquidación de exportaciones en temporada de cosecha gruesa podrían marcar los senderos para la consolidación de esta derecha minarquista encarnada por un Milei que (como bien dijo Macri), no tiene más que a su hermana, al ministro Caputo y a un manojo de trolls.

La ventaja de vivir en Corrientes reside en que si Milei tiene éxito, el costado negativo de sus recortes indiscriminados se sufrirá con menor intensidad gracias al paraguas administrativo local. Y si, por el contrario, Milei quiebra la paciencia social mediante la asfixia económica de las clases populares y los sectores medios, la crisis política que pueda hacer volar por los aires su gobierno se verá morigerada por el microclima provinciano que el Taragüí supo recuperar pese a la cadena de intervenciones federales. Después de todo, como se puede leer en Cambá Punta, Corrientes siempre fue república aparte.

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