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Caleidoscopio

La mirada rutinaria, siempre descubre pequeñas verdades que marcan y  limitan esperanzas. Cierra heridas. Concluye la obra. Es el revoque fino que alisa lo áspero. 
 

Jueves, 19 de diciembre de 2024 a las 18:49

Existen muchas cosas que acompañan al hombre en su travesía por la vida; artilugios que embellecen nuestro inquieto andar, que entretienen.
Sensaciones que al igual que el brillo inusitado de los colores, brindan un espectáculo divino donde extasiar la mirada.
Algunos imprescindibles, irrepetibles capaces de hacernos pensar que nada ha sido agotado. Otros que por tan inocentes, salvo para mirar, no transforman pero sí repite hasta el cansancio un espectáculo que inocentemente no cambia, solo el placer de verlo una y otra vez.
El caleidoscopio es la resultante del trabajo minucioso del físico escocés David Brewster, que en el 1816 lo patentó pero comprobó que no aporta nada, solamente hermosa visión, inocua pero no transforma nada.
Inocentemente pasivo, salvo que al acercarlo a los ojos como quien afina la mirada, en actitud de observación orando el paisaje, como quien porta un telescopio, es testigo de un espectáculo de colores.
No acerca la imagen aumentada ópticamente, sino se trata de un tubo cerrado, que en su interior posee 3 espejos que enfrentados con ángulo diferenciado de inclinación, más los pequeños trocitos de vidrios de colores, que al moverse van conformando un prisma triangular que se transforma en figuras geométricas al menor movimiento.
Su nombre procede del griego, que es la suma de  “hermoso”, “imagen”, y observar”. Un show de miles de formas y colores que al reflejarse producen una verdadera catarata de belleza lumínica.
Aquí, lo que ha servido parece ser, por sus resultados, la temible intervención de la filosa motosierra que al “avanzar” letalmente va dejando despanzurrados a la vera del camino. Sin detenerse en la belleza pasiva del caleidoscopio y su “danza” sin consecuencias. 
Una atroz maquinita manejada por un inquieto personaje que hace un año gobierna el país a los gritos, improperios, peleas, cambios y recambios, dichos y contra dichos.
Lo tenue no ocupa lugar como herramienta de trabajo en este escenario de la “guerra” declarada. El caleidoscopio, tal vez nos enseña que existen otras formas inherente a lo estético que hacen a la construcción del poder, fehaciente e impecable, menos violento pero necesarios porque detrás de todo está la gente.
No se necesita gritar para tener poder, el respeto y el talento, se encargan de limar asperezas, desarrollar y fortalecer la empatía. No se puede andar a los empujones, la buena educación pule diferencias y anima voluntades.
Salieron “a degüello”, muera quien muera con un ajuste sin piedad, donde siempre el pobre, el jubilado inexorablemente, paga los platos rotos.
Comida, remedios, tarifas. Todos iguales sin importar quién las pague, cuando Corrientes por su malos políticos teniendo la obra energética más importante del país, Apipé-Yacyretá, no tiene ventaja alguna, más aún por ser una zona de grandes calores no puede prescindir el uso de aire acondicionado.
Algunas expresiones que hablan del agobio social, la Fundación Pensar captó: “Imagen positiva 50%. 1 de cada 10, está arrepentido haberlo votado”.
Ya lo dijo también el Canciller de Alemania, hoy reitera La Iglesia a través  del Arzobispo Marcelo Colombo, Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina: “Que las reformas económicas sean con la gente adentro.”

Porque los porcentajes y números, no los comemos. son los precios que se devoran todo.


Como así, de la misma fuente: “Creció el número de personas que van a comedores.” Para comprender mejor que lo básico es la urgencia.
Un problema a resolver, baja la inflación de la macro y la contradicción de la micro: precios por las nubes. Siempre torpedeando a la gente que menos tiene, que en realidad son mártires que aguantan más allá de sus fuerzas el sensible humor social.
Dice Paolo Rocca de Techint: “El Gobierno sobrecumplió sus promesas pero hay que nivelar la cancha.” El pobrerío se aguanta pagando precios nunca vistos, en una muestra de insensibilidad del: llevá si querés.
Los colmos están cruzando el límite, una noticia da cuenta que en el Barrio de “Las Cañitas”, de Buenos Aires, aunque de mayores ingresos, se “cuelgan de la luz.”
Otro, lo expresa clarísimo: “La solución no tiene por qué ser arreglar la macro y que la gente se arregle.”
Uno no provoca el caos paralelo a un año sin par de gestión, sino que la gente se expresa y con toda razón. La bronca, debe gritarse. Desahogo al fin.
Por estos días remezones de la corrupción política que se niegan a llamarse a silencio, provocó desazón con la detención y desafuero del Senador Kuedier, ordenado por la Jueza Sandra Arroyo, y avalado por la votación unánime de la Cámara, con 60 votos a favor de sus pares.
Dos comentarios que preocupan, perteneciente a la Corte Suprema. El Juez Maqueda dijo: “Temo por los poderes pendientes y legislativos, temo por la institucionalidad.” 
El otro proveniente del Presidente de la Corte: “Hemos sido elegidos para poner límites.” Denotan claramente su malestar.
Como epílogo, un dato ilustrativo: de 72 Senadores, 30 no están exentos de juicios. A veces, para poner distancia o breve paz, mirar un caleidoscopio significa un respiro: del griego kalós, “hermoso”; eidos, “imagen”; skopéo, “observar”.
Pero las cosas se hacen poniendo todo nuestro empeño. Dándonos aire de vez en cuando. Comprendiendo y recompensando las angustias de un plan exitoso que todavía no ha logrado hacer feliz a la gente.
Porque los porcentajes y números, no los comemos. Son los precios que se devoran todo.

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