Esta tarde, el Concejo Deliberante capitalino tratará, entre otras cuestiones, un proyecto que pretende reubicar en la plazoleta Llano a los puesteros que trabajan en la plaza Cabral. La iniciativa, como se había anticipado, lleva la firma de los dos concejales justicialistas del parlamento: Lilian Caruso y Juan Alberto Fernández.
El mencionado y largamente publicitado proyecto, coincidente en su parte esencial con la iniciativa que tiene el Ejecutivo, prevé el traslado de los vendedores ambulantes, de la plaza Cabral, a este otro paseo público que se ubica entre las avenidas 3 de Abril y Maipú, Gutemberg y la ex vía.
Según consta en el proyecto, el traslado de los feriantes se concretará una vez que el Municipio construya unos stand o mesas unificadas, y los sanitarios correspondientes. Se elaboraría un padrón y allí estarán anotados todos los hombres y mujeres que desarrollan la actividad hoy en la Cabral, salvo los artesanos.
Una vez que estos mejoren su calidad laboral, se inserten en el ejido formal de actividades o desistan de la idea de ser ambulantes, el puesto vacante no podrá ser utilizado por otro vendedor, dice en su parte sustancial la proyección de los legisladores justicialistas.
La futura norma, que hoy tomará estado parlamentario y seguramente será girada a las comisiones respectivas, está acompañada de un anexo: un plano de la plazoleta donde se observa la ubicación que tendrán los puestos, la disposición de los sanitarios y las zonas que seguirían siendo verdes.
No consigna el proyecto el plazo de la obra, el tiempo y la metodología que deberá implementar el Ejecutivo para construir o adquirir las mesas; el presupuesto con el que subvencionará la obra, etc, etc.; todos puntos que la concejal Caruso observó en el proyecto del radical Norberto Ast (que pretende llevar a los vendedores a El Piso) y por eso votó en contra de su aprobación y, consecuentemente, por su vuelta a las comisiones.
En declaraciones públicas la edil del PJ había manifestado que no se puede aprobar un proyecto de una hoja que no cuenta con precisiones técnicas. Llamativamente y tal vez apurada por el tiempo, ella misma (esta vez con el acompañamiento del concejal Fernández) presentó un proyecto que al igual que el de Ast -y sin ánimo de juzgar ninguno de los dos-, no le acerca pistas al Ejecutivo de cómo debe instrumentarse.
Tampoco aparece en el proyecto la posibilidad de que el lugar sea acondicionado para la entrada y salida de minibuses, como se dijo en un primer momento. Seguramente esa será la tarea de las comisiones: reestructurar el proyecto y tratar de aprobarlo antes del 31 de diciembre, fecha en que vence la resolución que hoy ampara a los puesteros y que los habilita a comercializar en un paseo público.
De todos modos, y para ir ganando tiempo, la concejal Caruso presentó también, por separado, dos proyectos de comunicación: el primero solicita al Ejecutivo que repare las veredas de la plazoleta; y el segundo que rehabilite el sistema de iluminación en el mismo lugar.
El mencionado y largamente publicitado proyecto, coincidente en su parte esencial con la iniciativa que tiene el Ejecutivo, prevé el traslado de los vendedores ambulantes, de la plaza Cabral, a este otro paseo público que se ubica entre las avenidas 3 de Abril y Maipú, Gutemberg y la ex vía.
Según consta en el proyecto, el traslado de los feriantes se concretará una vez que el Municipio construya unos stand o mesas unificadas, y los sanitarios correspondientes. Se elaboraría un padrón y allí estarán anotados todos los hombres y mujeres que desarrollan la actividad hoy en la Cabral, salvo los artesanos.
Una vez que estos mejoren su calidad laboral, se inserten en el ejido formal de actividades o desistan de la idea de ser ambulantes, el puesto vacante no podrá ser utilizado por otro vendedor, dice en su parte sustancial la proyección de los legisladores justicialistas.
La futura norma, que hoy tomará estado parlamentario y seguramente será girada a las comisiones respectivas, está acompañada de un anexo: un plano de la plazoleta donde se observa la ubicación que tendrán los puestos, la disposición de los sanitarios y las zonas que seguirían siendo verdes.
No consigna el proyecto el plazo de la obra, el tiempo y la metodología que deberá implementar el Ejecutivo para construir o adquirir las mesas; el presupuesto con el que subvencionará la obra, etc, etc.; todos puntos que la concejal Caruso observó en el proyecto del radical Norberto Ast (que pretende llevar a los vendedores a El Piso) y por eso votó en contra de su aprobación y, consecuentemente, por su vuelta a las comisiones.
En declaraciones públicas la edil del PJ había manifestado que no se puede aprobar un proyecto de una hoja que no cuenta con precisiones técnicas. Llamativamente y tal vez apurada por el tiempo, ella misma (esta vez con el acompañamiento del concejal Fernández) presentó un proyecto que al igual que el de Ast -y sin ánimo de juzgar ninguno de los dos-, no le acerca pistas al Ejecutivo de cómo debe instrumentarse.
Tampoco aparece en el proyecto la posibilidad de que el lugar sea acondicionado para la entrada y salida de minibuses, como se dijo en un primer momento. Seguramente esa será la tarea de las comisiones: reestructurar el proyecto y tratar de aprobarlo antes del 31 de diciembre, fecha en que vence la resolución que hoy ampara a los puesteros y que los habilita a comercializar en un paseo público.
De todos modos, y para ir ganando tiempo, la concejal Caruso presentó también, por separado, dos proyectos de comunicación: el primero solicita al Ejecutivo que repare las veredas de la plazoleta; y el segundo que rehabilite el sistema de iluminación en el mismo lugar.
