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Postrados ante la ley y no arrodillados ante un tirano (Mamerto Esquiu)

Por El Litoral

Sabado, 10 de julio de 2004 a las 21:00
Con motivo de la celebración del Día de la Independencia, todos los diarios publicaron el viernes diversos comentarios a ese respecto, sin soSlayar, en ningún caso, las referencias a la Constitución Nacional y especialmente a los esfuerzos y sacrificios que los convencionales debieron realizar, tanto para la reunión de Tucumnán como posteriormente, para la convención de Santa Fe.
En una nota titulada “El juramento de los pueblos”, Alberto Ricardo dalla Vía (*) describe con literatura excepcional, aquellas luminosas páginas de nuestra historia. En la parte final del comentario, se dice:
“La Constitución fue sancionada el 1* de mayo y promulgada en la fecha patria del 25 de mayo, pero la tarea no estaba terminada: quedaban importantes cuestiones pendientes que requerirían de más batallas y de nuevos acuerdos políticos.
Los convencionales habían permanecido en la apacible Santa Fe funcionando como legislatura ordinaria de la Confederación y sancionando las primeras leyes con las que se pondría en marcha el mandato constitucional. En tales menesteres se encontraban cuando los sorprendieron los festejos del 9 de julio, que esta vez no era solamente un nuevo aniversario de nuestra todavía temprana independencia, sino la fecha elegida por el pueblo para la jura de la Constitución. En aquellos tiempos de carencias, de enfermedades y fatigas incesantes, no faltaba la emoción irrefrenable de los gestos patrióticos.
Uno de ellos ocurrió pocos días después cuando Gorostiaga (Benjamín), después de subir corriendo la escalera de madera de la pensión, leyó a sus jóvenes amigos el sermón pronunciado por un curita en Catamarca al jurarse la Constitución por ellos escrita.
Emocionados hasta la máxima tensión de sus nervios y de las fuerzas del alma, seguían la lectura de las palabras de Fray Mamerto Esquiú retumbar en las paredes de cal de la habitación: “Obedeced, señores. Sin sumisión no hay ley. Sin leyes no hay patria, no hay verdadera libertad; existen sólo pasiones, anarquía, disolución y males de los que Dios nos libre eternamente a la República Argentina”. Y concluía: “Los hombres se dignifican postrándose ante la ley, porque así se libran de arrodillarse ante los tiranos”.
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(*) Dalla Via es titular de Derecho Constitucional (UBA y UB) y vicepresidente de la Asociación Argentina de Derecho Constitucional

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