Integrantes de la Comisión Vecinal del barrio -que limita al norte con la Ruta provincial N°43 y al este con la Ruta provincial N°99- explicaron a El Litoral que “hay tres calles que no tienen continuidad porque se cortan por alambrados, puestos por particulares que compraron el espacio”. Según comentó el presidente de la entidad, Francisco Vázquez, “por el momento aparecieron tres personas a reclamar los terrenos pero nadie sabe quienes son los dueños verdaderos. Los que están ahora vinieron y los cerraron”.
Este medio también dialogó con el vocal de la comisión, Blas González, quien contó que “en 1902 este terreno era de la familia Dabat y desde ahí parece que pasó a sucesión aunque, según los planos del barrio, el lote (que hoy está cercado) figura como alambrado de calle”. El hombre, quien posee su terreno lindero a uno de los tres espacios públicos que están cerrados al paso de los habitantes de Laguna Soto, explicó que “los vecinos no pueden salir a la ruta y tienen que dar toda la vuelta”.
Por ahora la solución se dio por la decisión de González, quien dispuso su propiedad para dar paso a sus vecinos para que puedan acceder más rápido a la ruta sin tener que caminar demás para acceder a ella; “gran parte del barrio pasa por acá”, sostuvo. Pero la falta de claridad en la planificación hacen que los lugareños deban acceder con dificultades a la Ruta N°43 (por donde circula el único medio de transporte, la línea 11).
Según una vecina del lugar “esto es tierra de nadie, una total anarquía” es por ello que, desde la entidad (que ahora va en busca de su personería jurídica), realizaron un listado con las necesidades del barrio, cuya prioridad son las vías de comunicación.
A la apropiación de terrenos -según ellos de modo dudoso- se suma la precariedad de las calles que no tienen nombre, numeración y en mal estado. Los accesos muestran huellas del paso humano pero no del mantenimiento y en ellos el alumbrado público está dado por las farolas que colocan los habitantes ya que el alumbrado público es otro de los puntos pendientes.
Otros de los servicios que los vecinos del Laguna Soto reclaman es la instalación de transformadores que permitan mejorar el servicio de energía “que viene con baja tensión y en varias ocasiones quemó nuestros electrodomésticos”, manifestó una vecina. Además, algunas familias manifestaron que “las facturas de luz no bajan de los cien pesos”.
A ello se agrega la falta de una línea de teléfonos (cabina pública) y la estafeta postal ya que “no recibimos correspondencia porque las calles ni siquiera tienen nombre”, explicó Vázquez, quien hace 25 años reside en la zona. Por otra parte el presidente de la Comisión Vecinal, aclaró que “tampoco tenemos un destacamento policial porque antes dependíamos de la Comisaría N°9 del barrio Molina Punta y hoy no tenemos nada”, aún así la distancia es otro pesar dentro del barrio que se encuentra en la periferia de Capital.
Si bien varios vecinos resaltaron la tranquilidad del lugar, la falta de servicios indispensables como la luz (que llega con baja tensión), el alumbrado público y el cuidado de las calles “nos hacen sentir diferentes” al resto de los barrios de Capital. “Necesitamos vivir mejor” es el deseo de los habitantes que llegaron al barrio en busca de tranquilidad, pero encontraron “más problemas que soluciones”, argumentaron.