En el camino, un portón de hierro forjado y un letrero que señala la remodelación de un terreno que antes fue el sector de quintas y desde el 2 de mayo se inaugurará como “Paseo Franciscano”, con proyecto, gestión y dirección de obra de la arquitecta Patricia Mariño.
La joven profesional, que además es archivista de la Junta de Historia, miembro del Instituto de Investigaciones Históricas y Culturales, profesora en la carrera de Museología y que antes de ingresar a la facultad hizo una maestría en Gestión e Intervención del Patrimonio en la Universidad de Mar del Plata, fue convocada por la comunidad franciscana para refaccionar los núcleos sanitarios, de servicio y del parque del Convento. Su tarea no concluyó allí, ya que las que ahora recorre con El Litoral “si bien eran construcciones modestas, formaban parte de un conjunto que merecía su intergación”, explica.
El espacio de 900 metros cuadrados y que data de mediados de siglo XIX, incluye hoy diez locales y una cafetería que en breve serán concesionados para permitir la autosustentación. “La primera etapa del proyecto está terminada, se puso en valor lo existente mediante distintos criterios de intervención, restauración, liberación y reconstrucción. La carpintería y capiteles, son originales de época, los pisos también, aunque fueron recolocados con tecnología moderna, se preservaron los tirantes de quebracho cortados con achuela, las tejas francesas marca Pierre Sacomán, asentadas sobre tierra apisonada se conservaron y lavaron una por una, aunque se reemplazó el entablonado. Las puertas son réplicas siguiendo la línea original y hasta se tuvo en cuenta la disposición de los árboles de añeja data, como el “coquito San Juan” que da sombra al patio principal”.
Nada fue desaprovechado desde la mirada profesional y humana de Patricia, tanto que dispuso un salón de usos múltiples, que en la segunda prevista etapa doblará sus dimensiones, al igual que los locales que duplicarán el total actual. “Un pequeño anfiteatro, dará cabida a actividades culturales, musicales o teatrales y se completará la producción con una exposición permanente en el Museo de Sitio, con los hallazgos de obra: trozos de vajilla de loza inglesa y argentina, cubiertos niquelados, planchuelas de rejas, baldosas, trozos de tejas, de mármol” y otros elementos que ocultos bajo la tierra del pasado, emergen a un nuevo siglo que quiere recuperar su historia.
Llama la atención en el recorrido, la cisterna original que a diferencia del aljibe (ubicado en el patio del convento), no tiene la profundidad de éste y se llenaba con agua de lluvia para riego y los animales. “Estaba enterrado y se rescató como objeto testimonio de su función anterior. Se fabricó una cubierta de hierro con vidrios laminados”, explica la arquitecta.
Un largo anhelo de casi tres años que al mediodía del 2 de mayo pasará a formar parte del patrimonio cultural de los correntinos, para memoria de los pueblos. (M.M.)