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Mañana se cumplen 40 años del primer trasplante de páncreas en la Argentina: fue la tercera intervención en el mundo

Por El Litoral

Sabado, 16 de agosto de 2008 a las 21:00
Esta imagen fue captada en setiembre de 1969 y corresponde al XXIII Congreso de la Societé Internationale de Chirurgie, en Buenos Aires, cuando se informó sobre el exitoso trasplante de páncreas realizado en 1968. Al centro, el Dr. Chapo Bortagaray. A la derecha, el Dr. Víctor Durand, quien ahora, 40 años después, nos proporcionó los datos contenidos en esta nota.
El 18 de agosto de 1968, en la Clínica Bazterrica (Buenos Aires), el Dr. Mario Chapo Bortagaray, realizaba el primer trasplante de páncreas en el hombre. Fue el primero en el país y el tercero en el mundo.
El paciente, Teodoro Paniagua, 51 años, bombero voluntario de Villa Domínico, diabético insulinodependiente, logró vivir varios años más, sin complicaciones de ninguna especie.
En estas pocas líneas está la síntesis de toda una trayectoria de trabajo, estudios, experimentación y amor a la vida.
A cuarenta años de aquella ha-zaña que marcó un destacable hito en la historia de la medicina, el Dr. Víctor Durand, integrante del equipo que secundó a Chapo Bortagaray, narró al El Litoral todas sus vivencias y su respeto por aquel eminente científico que desde Re-sistencia se proyectó al mundo entero.
Los recuerdos hilvanados por Durand comienzan en 1963 cuando estaba cursando el primer año de Medicina y tuvo la oportunidad de conocer a Chapo que estaba realizando sus investigaciones experimentando en perros.
En el Instituto de Medicina Regional, Av. Sarmiento 350, Resistencia, en dos pequeñas habitaciones en el fondo del edificio, Chapo trabajaba silenciosamente, pero sin pausas, en dos direcciones: la ci-rugía del plexo solar y el trasplante de páncreas en busca de la curación de la diabetes.
De aquellos contactos, Durand tuvo la oportunidad de conocer a otro eminente científico que trabajaba a la par de Chapo: el Dr. Decilio Romaña, investigador de la enfermedad de Chagas y quien logró de-terminar que el vector del mal era la vinchuca.
Con la misma satisfacción y calidez con la que Durand evoca con orgullo a estos hombres, también tiene un recuerdo para “Ramón, el que cuidaba los perros” que estaban sometidos a experimentación.
Chapo, dice “Durand ideó una técnica quirúrgica y sus instrumentos”, después relata con la prolijidad meticulosa del cirujano, as-pectos técnico-científicos que escapan al tenor periodístico de esta nota.
Una vez que los trasplantes de páncreas en animales se encontraron bien ordenados, comenzaba la etapa fundamental, pensando en el hombre.
“Yo cursaba 4º año de Medicina y trabajaba en investigación clínica en diabetes, en hormonoterapia y su acción metabólica, en los animales de experimentación.
Consulto con Chapo y me deriva al Dr. Brigante, a quien conocí (1967) en el Hospital Italiano de Buenos Aires, incorporándome a su equipo de trabajo que estaba preparando el primer trasplante de páncreas”. (Brigante falleció trágicamente ese mismo año, siendo reemplazado por el Dr. Bernardo Nusimovich).
Así, Chapo fue la figura principal de aquel histórico 18 de agosto de 1968. El relato pega un salto geográfico y cronológico.
En 1973, en Resistencia Chapo fue informado por el Dr. Danilo Mo-roni, jefe del Servicio de Ginecolo-gía y Obstetricia, que en su sala se encontraban dos enfermas jóvenes.
Una padecía cáncer de útero (matriz), por lo cual Moroni le extirpó el órgano. La otra, con ex-tirpación de ovario por tumores malignos. Chapo escucha y se programa un trasplante de ovarios a la paciente que poseía el útero sano y que no tenía ovarios. La mujer, de 27 años, sin hijos recibió los ovarios sanos de la otra que carecía de úte-ro.
El primer trasplante de ovarios en la Argentina, (y en el Chaco), se realizó así en la sala de Cirugía del Hospital Perrando.
Chapo logró la hazaña (otra vez) mediante un instrumental traído de Japón, llamado Nakayama, que consistía en pinzas con orificios donde se introducían las arterias, y mediante anillas, se realizaron las anastomosis en una velocidad asombrosa.
Los controles hormonales y el seguimiento de la enferma, fueron asumidos por el equipo del Dr. Moroni.

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