Por M. G. M.
Entre estar ocupado y preocupado hay sólo un ‘pre’ de distancia en el espacio, pero también en el tiempo: éste último, agrega ese dato temporal, que traducido a la sensación del hombre, le suma estrés; activa sus nervios, todavía más nervioso y actualizado si lo decimos en inglés. El preocupado tiene, como mínimo, su sistema nervioso en estado de alerta; ya dispuesto a vigilar su entorno, y preparar las defensas de su integridad física y espiritual, has-ta las penúltimas consecuencias. Buscamos de ese modo acreditar certezas, y de paso recordar dónde diablos dejamos las pastillas calmantes, que sabemos guardarlas tan atentas y vigilantes en la mesita de luz.
No es que vivimos saturados de noticiosos (es una pregunta) con su es-calada de tremendismo, y distinguiendo a la pantalla de TV por su mensaje variopinto. A las noticias que nos llegan les haría falta -en un futuro próximo- algún regulador elec-trónico, defensor de nuestros oídos, de nuestros ojos, y claro que también para sobrevivir en democracia: una cuota de tolerancia. Otro sí digo: ¿No es el momento de confesar, en adhesión a esta maravillosa caja boba metida en el hogar, que hace falta a la paz social un pequeño silenciador de ayuda? Porque, justo en el momento en que el conductor de un programa sugiere al otro: ¿vamos a la pausa? ¡Ahí se daría la señal para que entre a funcionar un silenciador de publicidad!
Entonces se volverá a tolerar la retahíla de mensajes, probablemente porque nadie sabría de su existencia. Es que ese largo choclo de saldos y retazos, que hace a la estridencia de cada día, ya no podrá ubicarse en el podio televisivo como a tantos tormentos.
Podríamos imaginar mayor sensatez a las cuestiones terrenas manejadas por el hombre, y no será ya tan terrorífica la noticia de que “la Tierra” -tal como lo escuché hace apenas unas horas- “va a desintegrarse mucho antes de lo anunciado”. Pero pueden sobrevivir otras, no tan cósmicas, como la de un locutor que votaba afirmando rotundamente la calidad vocal de los gritos de Valeria Lynch, que contribuye a sumar agresiones a nuestras pobres orejas.
Mensajes diferentes siguen durante el día, apuntando con estridencias variadas a la temática de dominio público, tan gratuita como estúpida, pero que es siempre de “frente amplio” como en la política uruguaya, pero también de “banda ancha” como mi PC, garantizando una gruesa cobertura informativa, de todo calibre; y que no dudará en reprimir o filtrar los residuos tóxicos de la televisión. La depredación del hombre sigue vigente, siguen fabricando autos de alta cilindrada, y se publicitan aspectos estúpidos de sus virtudes, como decir: ¡Un motor de 300 caballos de potencia acelera a este hermoso auto a 100 Km/h en 3 segundos! Recuerdo, además, una antigua publicidad de una nafta excepcional. ¡Este auto tiene un tigre en el tanque y un caballo en el volante! Buenas tardes.
*MI FE DE ERRATA: Dejo prolijamente aclarado -en el final de mis extravíos de hoy- que, en el titulado de E y H del pasado 8 de noviembre, escribí “Creced y Multiplicaos y De-predad la Tierra”. Por error salió otra cosa. Ruego disculpas. El hombre no escuchó el celestial mensaje del Big-Bang construyendo el Universo Solar. Ignoró que tardó miles de millones de años para acomodar espacios y tiempos, y fundar la Tierra. La naturaleza no perdona.
Entre estar ocupado y preocupado hay sólo un ‘pre’ de distancia en el espacio, pero también en el tiempo: éste último, agrega ese dato temporal, que traducido a la sensación del hombre, le suma estrés; activa sus nervios, todavía más nervioso y actualizado si lo decimos en inglés. El preocupado tiene, como mínimo, su sistema nervioso en estado de alerta; ya dispuesto a vigilar su entorno, y preparar las defensas de su integridad física y espiritual, has-ta las penúltimas consecuencias. Buscamos de ese modo acreditar certezas, y de paso recordar dónde diablos dejamos las pastillas calmantes, que sabemos guardarlas tan atentas y vigilantes en la mesita de luz.
No es que vivimos saturados de noticiosos (es una pregunta) con su es-calada de tremendismo, y distinguiendo a la pantalla de TV por su mensaje variopinto. A las noticias que nos llegan les haría falta -en un futuro próximo- algún regulador elec-trónico, defensor de nuestros oídos, de nuestros ojos, y claro que también para sobrevivir en democracia: una cuota de tolerancia. Otro sí digo: ¿No es el momento de confesar, en adhesión a esta maravillosa caja boba metida en el hogar, que hace falta a la paz social un pequeño silenciador de ayuda? Porque, justo en el momento en que el conductor de un programa sugiere al otro: ¿vamos a la pausa? ¡Ahí se daría la señal para que entre a funcionar un silenciador de publicidad!
Entonces se volverá a tolerar la retahíla de mensajes, probablemente porque nadie sabría de su existencia. Es que ese largo choclo de saldos y retazos, que hace a la estridencia de cada día, ya no podrá ubicarse en el podio televisivo como a tantos tormentos.
Podríamos imaginar mayor sensatez a las cuestiones terrenas manejadas por el hombre, y no será ya tan terrorífica la noticia de que “la Tierra” -tal como lo escuché hace apenas unas horas- “va a desintegrarse mucho antes de lo anunciado”. Pero pueden sobrevivir otras, no tan cósmicas, como la de un locutor que votaba afirmando rotundamente la calidad vocal de los gritos de Valeria Lynch, que contribuye a sumar agresiones a nuestras pobres orejas.
Mensajes diferentes siguen durante el día, apuntando con estridencias variadas a la temática de dominio público, tan gratuita como estúpida, pero que es siempre de “frente amplio” como en la política uruguaya, pero también de “banda ancha” como mi PC, garantizando una gruesa cobertura informativa, de todo calibre; y que no dudará en reprimir o filtrar los residuos tóxicos de la televisión. La depredación del hombre sigue vigente, siguen fabricando autos de alta cilindrada, y se publicitan aspectos estúpidos de sus virtudes, como decir: ¡Un motor de 300 caballos de potencia acelera a este hermoso auto a 100 Km/h en 3 segundos! Recuerdo, además, una antigua publicidad de una nafta excepcional. ¡Este auto tiene un tigre en el tanque y un caballo en el volante! Buenas tardes.
*MI FE DE ERRATA: Dejo prolijamente aclarado -en el final de mis extravíos de hoy- que, en el titulado de E y H del pasado 8 de noviembre, escribí “Creced y Multiplicaos y De-predad la Tierra”. Por error salió otra cosa. Ruego disculpas. El hombre no escuchó el celestial mensaje del Big-Bang construyendo el Universo Solar. Ignoró que tardó miles de millones de años para acomodar espacios y tiempos, y fundar la Tierra. La naturaleza no perdona.
