Antes del oficio religioso, y posterior a la procesión, se leyó el mensaje que el arzobispo Stanovnik remitió al párroco y rector de La Merced, en donde plantea un pedido por una dirigencia y un pueblo que pueda pensar y actuar por el bien común.
Te pedimos por los que se sienten encadenados, por los que se sienten prisioneros. Muchos de nosotros estamos encadenados y prisioneros, a veces de ideologías, a veces de vicios, de pecados. A veces nuestra vida es un lío, y no estamos a la altura de las súplicas que decíamos en torno a la familia. A veces no sabemos siquiera qué hacer con nosotros mismos”. Estas palabras del párroco y rector del santuario de La Merced, fray Pablo Ferreira, resonaron durante su homilía de ayer en la misa central por el día de la Patrona de Corrientes.
En la ocasión, Ferreira trazó un paralelismo sobre el perfil de la Virgen de la Merced, que intercedía por los esclavos, con la situación actual de prisión ideológica o de vicios en el mundo actual.
El sacerdote también acentuó en que “experimentamos a diario, y con incertidumbre y perplejidad, que nuestro mun-do aún no es fraterno y nuestra sociedad todavía no puede aceptar serenamente y con convicción el mandamiento del amor, de la generosidad”.
Ferreira ofició la ceremonia ante la ausencia del arzobispo de Corrientes, Andrés Stanovnik, quien en los últimos días estuvo en el Vaticano.
En su homilía de ayer, el fray habló de la festividad masiva como una manera de actualizar “la Acción de Gracia que realizara Jesús hace 2 mil años; y que se convirtió para nosotros en el modo más eficaz y apreciado para decir gracias Señor por la vida que nos a dado y que podemos ofrecerla, como Jesús lo hizo por todos nosotros en la cruz”, afirmó en el inicio de su mensaje.
También, “gracias porque Jesús en su cruz nos ha unificado, destruyendo las barreras que nos separan, haciendo caer las ideologías que nos ponen en diferentes veredas, diciéndonos que todos a los pies de la Cruz somos iguales, porque todos somos hijos porque hay un solo padre”, indicó.
Esta entrega de Cristo, además, “fundamentalmente nos habla de ser hijos iguales ante un mismo padre, relacionados con la lógica del servicio y la entrega. Sabemos todos cómo nos cuesta la generosidad y la solidaridad. Sabemos cómo nos cuesta ser hijos, vernos como hermanos. Lo experimentamos a diario y con incertidumbre y perplejidad que nuestro mundo aún no es fraterno y nuestra sociedad aún no puede aceptar serenamente y con convicción el mandamiento del amor, de la generosidad”, sostuvo.
“Por eso -agregó-, no nos equivocamos y ustedes no se equivocan en venir a rezar y pedir a la Madre María, a Nuestra Señora de la Merced, que rompa nuestras cadenas, lo que nos ata. No se equivocan al decirle a ella que nos ayude a ser libres, con la libertad del hijo que incluso pudo liberarse del amor a si mismo para entregarse por otros”, resaltó.
En el final, Ferreira señaló que “la Virgen de la Merced, la que intercedía por los esclavos, sabe vernos y ver nuestro corazón, a veces humillados, y por eso este día damos gracias por tenerla y suplicamos para poder encontrar la libertad conseguida por Jesús”.