La obra de Lola Arias que el director Hernán Sfiligoy llevó al escenario el pasado fin de semana, desató la polémica, ya por la trama, ya por los desnudos, ya por el relato frontal que incluso hizo levantar a un par de espectadores de sus butacas.
“Se que es fuerte como propuesta, pero nada está hecho con mal gusto y trabajamos mucho cada escena, muchas son complicadas y el trabajo actoral fue complicado. El texto propone todo lo que sucede, quiero decir que el trabajo actoral fue muy exigente para los cinco”, según señaló Sfiligoy en contacto con El Litoral.
“Elegí la obra porque es potente, de alta teatralidad, una historia ficticia, pero de absoluta reflexión y puntos de duda sobre hacia donde avanzamos. Creamos un espacio tremendo, logrando, junto a una iluminación especifica, ese lugar animal, oscuro y subterráneo”, agrega.
En la sala de la Biblioteca “Mariño”, la oscuridad se amalgamó con ese submundo que habitaban los protagonistas: Idalía Sandobal en el papel de Lisa, la hija mayor; Nahir Vear, como Luba, la hija menor; María Eugenia Lindström, la madre; Cristian Alarcón como Reo, el huerfanito y Fernando Martínez, el padre.
Alumbrados por una mínima luz, que como la de su interior estaba contaminada con la inmundicia, esta familia sentó su reino blasfemando sobre los valores que prescribe la sociedad. La otra cara de la mentira, fue su verdad que vomitaba como permisivos, los actos de aborto, incesto, vejaciones, el aprovechamiento de la persona como objeto de deseo, sin saber, sin querer y lo que es más grave, sin poder definir el deseo en sí mismo.
La obra capta la atención del público por su sadismo. Habrá que replantear si es lo que corresponde.
Convencen los actores y se nota la calidad del director para que el todo no resulte tan violento. (MM).
