Lo que no te mata, te fortalece", suele decir un refrán muy utilizado para salir adelante ante las adversidades de la vida. Y es la frase que quizás sin notarlo utilizó Raúl Omar Geneyro Bragagnolo, un correntino que afectado por la crisis del 2001 como miles de argentinos tuvo que vender su restaurante e ir en busca de nuevos horizontes. Así partió junto a su familia a Europa para perfeccionarse en el arte culinario con los mejores chefs internacionales. Hoy cocina en el Principado de Mónaco y por su mesa pasaron desde el príncipe Alberto, hasta artistas internacionales y los mejores jugadores de fútbol.
"Mi sueño siempre fue ir a Italia y aprender la dieta mediterránea", dijo Raúl en diálogo con ellitoral.com.ar , quien comenzó como ayudante de cocina en una confitería de Apóstoles (Misiones), a pocos kilómetros de su Virasoro natal, donde iba a trabajar los fines de semana mientras estudiaba el profesorado de Educación Física.
Así fue que de a poco fue involucrándose más en lo que descubrió era realmente su vocación para dejar de lado el profesorado y decidirse a poner su propio restaurante. Sin embargo, la crisis económica y social del 2001 lo obligó a vender su local y animarse a emprender un largo viaje por el Viejo Continente junto a su esposa y su pequeña hija. "Estudié, me perfeccioné y tuve la suerte de trabajar con chefs de reconocimiento internacional, como Stefano Fortunati", mencionó.
"Mi objetivo era aprender a preparar de diferentes maneras el pescado, para regresar a Argentina e invertir en la cocina de mar", señaló. Durante 5 años permaneció en Italia, hasta que el dueño del restaurante en Florencia, donde trabajaba, le hizo una particular propuesta que le cambió el rumbo de su destino.
"En 2008, dos semanas antes de que se realice el Gran Premio de Fórmula 1, en Mónaco, en el restaurante que también tiene mi jefe, se quedaron sin chef y entonces me propuso el puesto. 'Tenés 24 horas para pensar si querés ir al Principado de Mónaco'", recordó Raúl las palabras del empresario gastronómico, como si fuera ayer.
Tras una charla con Patricia, su esposa, partió hacia la Costa Azul. Su mayor desafío y prueba de fuego fue organizar la comida para 250 personas que participaban del gran premio automovilístico, entre las cuales se encontraba nada más y nada menos que el Príncipe Alberto de Mónaco.
"Fue la única vez que sentí que casi me muero en la cocina", rememoró hoy entre risas. "Es que mis ayudantes hablaban todos en francés y yo ni siquiera una palabra. Incluso la comanda venía en ese idioma", dijo. Sin embargo, "le metí fichas y sacábamos los platos sin ningún problema". La aprobación de los comensales fue inmediata, incluso la del Príncipe (ver recuadro).
Para Raúl, llegar hasta Mónaco fue "un salto de calidad, acá todos los restaurantes son de gran prestigio", resaltó el correntino que tuvo la oportunidad de mostrar su arte culinario ante personalidades internacionales, como actores, actrices y futbolistas argentinos consagrados, tales como Gabriel Batistuta, Javier Zanetti, Diego Milito y al hoy mejor del mundo: Lionel Messi.
Visión gastronómica
"Lastimosamente el mundo de la gastronomía tiene mucho de marketing, de visión. Es muy fácil ver un cocinero que haga un buen plato, pero ser chef de cocina y sacar 80 platos diferentes a la vez es lo difícil. En Argentina se piensa que porque vos te ponés una camisa de cocinero, un hermoso gorro y hacés un curso de un año ya sos chef", disparó.
Sin embargo, "es una equivocación" opinó "para llegar a serlo tenés que empezar de abajo, conocer todo el mundo de la cocina".
"Para mí la cocina tiene que ser importante porque lo que comés repercute en tu salud; podés comer bien y sabroso y a la vez nutritivo", recalcó.
Para este cocinero virasoreño, que tiene en su haber varios reconocimientos por su trabajo, "el mejor premio que recibo es cuando terminás un servicio y la gente te llama en la sala y te felicita por lo que comió y no le hizo mal".
Con esa pasión que lo caracteriza en lo que hace, Raúl continúa perfeccionándose en la gastrononía para más adelante poder regresar e incorporar todo lo aprendido, reencontrarse con sus seres queridos y volver a empezar, pero esta vez, en su ciudad natal.
Laura Duarte Galarza
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