LOS PRIMEROS HALLAZGOS
Montserrat Solís Carnicer es bioquímica, profesora, esposa, madre, pintora y escritora. “Me cuesta verme en forma separada, soy todo eso interaccionando a la vez o no soy nada”, dice sin dudar. Sobre el plano artístico, sin escapar a esa relación indisoluble de la que antes hablaba, así se expresa para El Litoral Cultura.
-¿Cuál fue tu primera sensación al tomar contacto con la pintura?
-La sensación de que podía liberar colores a mi antojo y entrar en una naturaleza recreada por mi fantasía. Fue algo muy táctil y aleatorio a la vez. Fue cabalgar con los primeros hallazgos.
-¿Desde cuándo pintás y cómo comenzó esta inclinación por el arte?
-Desde que recuerdo, fue mi manera de expresarme y de jugar. Arranca, como todo, desde los primeros asombros de la infancia y mi perseverancia en no ceder ante la necesidad de plasmarlos en imágenes, algo que se mantuvo y sobrepasó los límites de mi mundo íntimo, pese a tantos avatares, instalándose como una gran pasión que ahora transita en el logro de un estilo propio, creo.
-En ese arranque que mencionás, ¿hubo guía, referente o incentivo en particular?
-Mi abuelo materno, Carnicer, fue quien siempre me alentaba y celebraba mis dibujos. ¡Los guardaba! Mi padre, Jorge Solís Neffa, es un excelente dibujante, cada noche inventaba un cuento y además lo dibujaba. Si estábamos en algún bar, por ejemplo, yo elegía a una persona y le pedía que la dibujara y así lo hacía en una servilleta de papel.
Mi madre dibujaba muy bien, me encantaba como pintaba. Yo nunca pude alcanzar esa perfección de prolijidad que ella tenía. Durante toda mi niñez y adolescencia, pasaba mucho tiempo dibujando con biróme, no dejaba a salvo ninguna hoja en blanco y esto me preservó de trepidar mi inocencia frente al embate de la maldad y las injusticias que pronto se presentaron. No obstante, pude salir airosa y fortalecer mis vínculos con la magia. Siempre, toda la vida soñé con el arte.
-El taller del artista Luis Llarens ¿qué aportó a esa búsqueda?
-Pasar por el taller de Luis, significó entrar a un estadío de libertad y conocimiento de mis propias posibilidades expresivas, algo que me evitó caer en clichés y amaneramientos inapropiados.
-¿La literatura y la pintura, conjugan el mismo verbo al momento de captar las emociones?
-Totalmente, trabajar el plano de una tela me exige la misma impronta de rigor que en el plano de la realidad (de donde emergen personajes a los que invisto de una carnadura literaria). Las constantes para ambos oficios son: el equilibrio, la coherencia, la unidad estilística y la búsqueda de un espectador, o lector, activo y lúcido al que intento sorprender.
-¿Se puede escribir, pintando y pintar, escribiendo?
-Claro que se puede. Sólo es necesario dejar que el factor intuitivo triunfe sobre el corsé de la excesiva racionalidad.
-¿Cuál es el estilo que te identifica?
-Mi estilo, hoy por hoy, se basa en la técnica del esgrafiado, que empleo para trabajar el color de una manera azarosa y con un dibujo contrario a lo habitual del trazo a lápiz o pincel, es decir, quitando la capa de negro que cubre la superficie de la obra con una punta dura, ello me permite disfrutar con lo que va apareciendo como por arte de magia.
Debo aclararte que nada me impide retomar otras técnicas (con el pincel o la espátula) cuando lo deseo. No me siento atada a una determinada manera.
-Y en cuanto a la composición de las imágenes, ¿se pueden definir como “naif”?
-No soy “naif”, ocurre que el vínculo está en la forma de apelar a mi memoria emotiva, fuertemente impregnada con mis juegos infantiles. Mis obras tienen un fuerte dramatismo, son un homenaje a aquellos niños que no han podido disfrutar de su niñez y expresan mi desesperado deseo que dónde estén puedan hacerlo.
Como te aclaré: puedo salir de eso cuando quiero y volar con la abstracción, el realismo mágico o el expresionismo.
-Viajaste recientemente a Estados Unidos, más precisamente a Nueva York para participar de la Feria Internacional de Arte “Artexpo”. ¿Cómo viste el mercado; cómo te recibieron; hizo la diferencia?
-No soy una entendida en el mercado del arte, sólo sé que cuando el llamado mercado interviene en el arte como lo hace en las economías de los países es nefasto. Fui muy bien recibida, me sentí cómoda y reconocida en mi trabajo, lo que es muy satisfactorio cuando uno se encuentra en un ambiente y en una sociedad diferente, con gente que no tiene ningún compromiso conmigo. Y esto me ha servido para ser conocida e invitada a participar en otras exposiciones. Por suerte tuve también la posibilidad de vender mi obra.
-¿Te interesa la obra de un artista en particular, de acá y más lejos y por qué?
-Admiro y respeto el trabajo de muchos artistas, consagrados o no, porque cada una es especial y el arte es tan personal que no se puede comparar. Pero sin duda, acá en Corrientes, fue la obra de Luis Llarens la que más me impactó, de hecho tengo varias pinturas suyas. Es para mí la persona que me inició en el camino de la certeza pictórica y también literaria junto a Myrna Neumann de Rey. Del país, podría citar a varios, en especial a Carlos Alonso. Van Gogh me conmueve totalmente por la absoluta entrega a la verdad pictórica; ver sus obras originales fue una conmoción qué superó todo lo imaginado.
-Tus hijas se dedican al arte, ¿cómo es caminar con ellas por el mismo infinito camino?
-Mis hijas (Montse, actriz; Chiara, cantante; Nuri, bailarina), me mostraron que éste era un camino no utópico sino totalmente posible. Así que te imaginarás lo que es andar por él junto a ellas.
Moni Munilla