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Estereotipos sexistas en los cuentos infantiles, de Blancanieves a las divinas

Por El Litoral

Lunes, 15 de julio de 2013 a las 01:00
LIBROS. La especialista llama a reflexionar sobre los relatos infantiles.
Los cuentos infantiles no son ingenuos. Tienen una carga ideológica, reproducen estereotipos y muchos de ellos repercuten en “en el universo simbólico de la sociedad en la que crecerán” los niños y niñas, como bien lo mencionó la especialista en Promoción de la Lectura y Literatura Infantil, Patricia Pujalte.
La docente de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Nordeste (Unne) analizó para El Litoral los esterotipos sexistas que circulan en los cuentos de hadas. Estereotipos que también se observan en relatos populares, en mitos de la región (como la leyenda del Irupé), inclusive en programas para adolescentes y niños de la televisión argentina.
Este análisis crítico de la literatura infantil se enmarca en los Estudios de Género. “Implica reconocer en los personajes de los mismos, en sus conflictos y decisiones, la determinación de los rasgos femeninos y masculinos,  como el resultado de un sistema de significados culturalmente asignados, que a fuerza de repetición, impactan directamente en las nuevas generaciones”, expresó la especialista.
Pujalte diferenció sexo de género ya que lo primero está determinado biológicamente a nivel cromosómico y lo segundo, citando a Asunción Aragón, a “las cualidades o características que nos constituyen y designan como seres femeninos o masculinos”, es decir, “son un constructo social que en su inmensa mayoría están elaborados al amparo de una sociedad patriarcal, entendiendo como tal, aquella que gira en torno al poder masculino y , por lo tanto, está controlada, organizada y estructurada para legitimar y perpetuar ese status quo masculino en detrimento de las mujeres que permanecen subordinadas en todos los ámbitos: políticos, económicos, sociales, legales, religiosos, familiares o artísticos”.
La investigadora señaló “la formación de ciertos esquemas rígidos que ratifican, desde hace siglos, una manera particular, y ya naturalizada, de ver a la mujer y al hombre, sus características y sus relaciones”. Así, mediante estos estudios críticos “la intención es mostrar algunas cuestiones que resultan inquietantes para quienes trabajan con textos literarios para niños y niñas, de ninguna manera pretende agotar la cuestión central”. Pero que, a su vez, pretende, generar interrogantes en docentes, bibliotecarios, estudiantes y padres.

Como repercuten en los niños
“Abordar la cuestión de la  importancia de los cuentos de hadas en la construcción de la psique infantil ha sido tema de investigación desde hace décadas. ¿Qué tienen  estos cuentos que provocan tantas preguntas? Es quizás su propia esencia mágica y misteriosa. Quizás también que sus orígenes se perciben entre las brumas del los tiempos de las culturas primitivas, quizás también se mezcla con la memoria afectiva de los seres humanos, que los hemos escuchado desde la más  lejana infancia”, indicó.
“Para describirlos brevemente podemos señalar que el cuento de hadas o cuento maravilloso es un relato con elementos fantásticos, que se ubica en un espacio indeterminado, en un tiempo remoto, que es de origen anónimo y que fue transmitido por tradición oral durante siglos. Los personajes son hadas, duendes, reyes, princesas, brujas, entre otros. Funcionan como arquetipos, no tienen profundidad psicológica ni matices, se los identifica por opuestos, por ejemplo: el bueno/ el malo; el rico/ el pobre; el feo/ el hermoso. Tiene siempre un final feliz, en tanto el perverso es castigado y los virtuosos triunfan”, explicó la especialista.
“Los cuentos de hadas permiten acceder desde  una edad muy precoz a problemas, temores y  conflictos humanos de diferente índole”, señaló la profesora universitaria.  Y citando el libro de de Bruno Bettelheim, “Psicoanálisis de los cuentos de hadas”, señaló que “los cuentos de hadas  tienen un valor inestimable, puesto que ofrecen a la imaginación del niño nuevas dimensiones a las que le sería imposible llegar por sí solo”. Esto implica que “la forma y estructura de los cuentos de hadas sugieren al niño imágenes que le servirán para estructurar sus propios sueños y canalizar mejor su vida”, citó.
“Esta cualidad señalada y analizada por el investigador, implica que estas figuras quedan  sólidamente conformadas en la psiquis infantil y que operan de modo inconsciente en la solución de numerosos conflictos  a lo largo de la vida”, advirtió. “Si extendemos esta propiedad del relato a la formación de imágenes femeninas y masculinas, nos encontramos ante un producto cultural muy poderoso que sostiene la división arbitraria de roles y perfiles de cada género, aún en la sociedad actual”.
Ante la posible objeción de que estos cuentos fueron escritos en otro contexto histórico, Pujalte indicó que “aunque fueron originarios de otras épocas, difunden un modo de ver la vida, y de establecer los vínculos entre mujeres y hombres con valores y principios burgueses, que siguen vigentes a pesar de la antigüedad de los mismos”.

De la pasividad a la estupidez
Al ser consultada específicamente sobre los esterotipos en los cuentos infantiles, la profesional explicó que “los comportamientos de los personajes femeninos en los textos tradicionales y también en muchos ejemplos, difundidos masivamente, se caracterizan con la siguiente enumeración de rasgos: pasividad, obediencia, irresponsabilidad, temor, debilidad física, ternura, dependencia, aceptación, curiosidad malsana, estupidez, belleza como algo absolutamente positivo y la fealdad, como  motivo de exclusión”.
“Se naturaliza la violencia masculina y su superioridad, el abandono por parte del varón y la destrucción total que eso significa. La mujer siempre vinculada a los espacios privados y domésticos y el varón inmerso en el mundo de lo público y del poder. Existen además propuestas literarias en las cuales las niñas asumen roles masculinizados y esto resulta tanto o más sexista, ya que detrás de esos comportamientos, se asume como valor positivo poseer conductas varoniles”, añadió.
“Los estereotipos sexistas van más allá de Cenicienta, incluyen relatos de mitos, leyendas, fábulas cuentos populares que vienen desde tiempos remotos. Voy a focalizar en  los cuentos de hadas; y me voy a permitir recordar algunos ejemplos: Blancanieves recibe protección de los enanos a cambio de limpiar, barrer y cocinar para ellos, es perseguida por ser la más bella del reino y cae tontamente en todas las trampas a las que su madrastra-bruja la expone”, indicó.
“En Barbazul se naturaliza la decapitación de sus mujeres; Hansel y Gretel son abandonados sin que su madre se oponga, Caperucita Roja ni siquiera tiene nombre y es una niña que va a atender a su abuela, no hay varones en la familia de la niña y,  en la versión de Perrault, termina siendo víctima de un Lobo. Los personajes femeninos siempre necesitan de otros para ‘salvarse’, de una hada  madrina, de un príncipe, de  hermanos; parecieran no ser capaces de resolver sus propios problemas”, sostuvo.
“En nuestra televisión argentina, existen numerosos ejemplos de programas dirigidos a la infancia o adolescencia cuya esencia es absolutamente sexista y discriminatoria, basta con hacer memoria y traer al presente una división que caló hondo en nuestras nenas y las catalogó entre ‘populares’ y ‘divinas’”, señaló.

Relatos regionales
Sobre los relatos populares, la profesora evaluó: “si indagamos en los relatos regionales es posible encontrar ciertos tópicos con determinaciones sexistas. Quizás los personajes son locales, pero es más probable encontrar héroes masculinos, mujeres coquetas que inducen al sacrificio como en la leyenda del Irupé. La concepción androcéntrica se rastrea en muchas culturas y aún en los textos literarios actuales, observando con atención, veremos que la distinción de roles es permanente.  Esto se vincula con los roles de género, es decir una serie de conductas o comportamientos que se atribuyen a varones y a mujeres, que son considerados naturales, como propios de cada sexo, que nunca son motivo de reflexión o discusión y que predeterminan lo que debe hacer un varón y lo que debe hacer una niña”.
Luego, citando a Graciela Morgade, la docente expresó que “pensar desde un enfoque de género es intentar descubrir cuánto de arbitrario hay en la posición que mujeres y varones ocupan en la sociedad”.

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