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Una historia oscura de tres décadas

Por El Litoral

Lunes, 31 de marzo de 2014 a las 01:00
AGENCIA NA
El probable desembarco de algo más de 1.500 barrabravas argentinos al Mundial de Brasil ya forma parte de una infausta costumbre que lleva 32 años y que como antesala siempre da que hablar: desde el frustrado viaje del “Negro Thompson” en España 1982, pasando por aquella batalla con hinchas ingleses en México 1986 y finalizando con la deportación de integrantes de Hinchadas Unidas Argentinas (HUA) en Sudáfrica 2010.
El incidente más recordado fue posiblemente el del certamen que consagró por segunda y última vez al elenco albiceleste, cuando los violentos miembros de facciones de Boca, Chacarita, Estudiantes y Nueva Chicago se pelearon con sus pares de las segundas y terceras líneas del Manchester United y Chelsea (e incluso con familias británicas), con la excusa de que la herida por la Guerra de Malvinas estaba aún fresca.
En aquella oportunidad se habló de un “triunfo” de los barras argentinos, quienes se apoderaron de banderas que exhibieron en las canchas argentinas durante años como trofeos de guerra.
Asimismo, los integrantes de las bandas de Chacarita y Boca se enfrentaron en la capital “azteca” por viejas y hasta hoy eternas rivalidades, en otro lamentable episodio.
Los viajes de los barrabravas argentinos se iniciaron en 1982, cuando Carlos Alberto De Godoy, más conocido como el “Negro Thompson”, jefe de la barra brava de Quilmes, se puso a recaudar dinero entre dirigentes, técnicos y jugadores para concretar su viaje a España, algo que finalmente se frustró por las cantidades  que reclamaba.
Para Italia 1990 los dirigentes se negaron a financiar a los violentos, pero así y todo miembros de las barras de Boca, Chacarita y Estudiantes estuvieron en las tribunas del Olímpico de Roma en la final frente a Alemania.
Cuatro años más tarde, para Estados Unidos 1994, aseguraban que  los revoltosos no iban a viajar, porque el Gobierno y la  dirigencia les habían negado respaldo económico y se afirmaba que  la embajada estadounidense no les iba a dar la visa. 
Sin embargo, ‘La Doce‘, que desde 1986 encabezaba José Barritta  ‘El Abuelo‘, estuvo en ese país y respaldó a la Selección que  dirigía Alfio Basile. Contingentes cada vez más diversificados.
Durante los mundiales siguientes, el arribo de los barras estuvo más diversificado y ya no era prioridad de unos pocos  equipos.
En Francia 1998, la Policía de ese país estuvo atenta al desempeño de los violentos argentinos y se puso en alerta cuando los resultados arrojaron como partido de octavos de final Argentina ante Inglaterra: temían que pudiera haber otro enfrentamiento parecido al de 1986 entre albicelestes y hooligans.
   En Corea del Sur/Japón 2002, la situación no cambió, sólo algunos nombres de los grupos violentos, los cuales ya habían evolucionado, porque no tenían únicamente entradas para los  partidos, sino incluso pasajes para trasladarse en trenes de alta  velocidad y aviones, según pudo constatar un enviado especial de  Noticias Argentinas.
   Para Alemania 2006, el reparto de dinero para concretar el  viaje habría sido el motivo que provocó la sangrienta pelea entre  Alan y William Schlenker y Adrián Rousseau en River, la que dejó  como saldo la muerte de Gonzalo Acro, en una interna que se  mantiene hasta la actualidad.
En tanto, en Sudáfrica 2010 la noticia más saliente fue el viaje de barras encolumnados en una ONG llamada Hinchadas Unidas Argentinas (HUA) que en ese entonces lideraba un puntero kirchnerista  Marcelo Mallo.
Varios de los integrantes del grupo fueron devueltos a la  Argentina apenas bajaron del avión en el país africano, debido a  sus antecedentes violentos en canchas de fútbol, e incluso  encarcelados antes de ser deportados por escaramuzas en los  estadios.
Encabezados por el líder de la barra de Independiente Pablo  ‘Bebote‘ Alvarez a quien los sudafricanos enviaron de vuelta a la  Argentina, unos 280 revoltosos cruzaron el océano Atlántico rumbo  a Pretoria en 2010 de la mano de esta organización, más otros que  fueron por su cuenta.
Para este certamen en Brasil, el número será mayor debido a la  cercanía entre ambos países y a costos de traslado más bajos: se  espera que algo más de 1.500 crucen la frontera a mediados de este  año para darle continuidad a la oscura historia de barras en los  mundiales.

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