POR JOSE CESCHI
¡Buen día! Los posters suelen entregarnos pensamientos profundos y bellamente expresados. “El amor a Dios y el amor al prójimo son dos puertas que no pueden abrirse y cerrarse más que a la par”, dice uno, de Kierkegaard. Y otro, más explícito: “Esta es la Buena Noticia: Dios está en tu hermano para amarte y para que lo ames”.
Releyendo a Erich Fromm, dí con untexto que tiene que ver con el tema:
“La clase más fundamental de amor, básica en todos los tipos de amor, es el amor fraterno. Por él se entiende el sentido de responsabilidad, cuidado, respeto y conocimiento con respecto a cualquier otro ser humano. A esta clase de amor se refiere la Biblia cuando dice: ama a tu prójimo como a tí mismo.
El amor fraterno es el amor a todos los seres humanos; se caracteriza por su falta de exclusividad. Si he desarrollado la capacidad de amar, no puedo de amar a mis hermanos.
En el amor fraterno se realiza la experiencia de unión con todos los hombres, de solidaridad humana, de reparación humana. El amor fraterno se basa en la experiencia de que todos somos uno.
El amor al desvalido, al pobre y al desconocido es el comienzo del amor fraterno. El amor sólo comienza a desarrollarse cuando amamos a quienes no necesitamos para nuestros fines personales.
En forma harto significativa, en el Antiguo Testamento el objeto central del amor del hombre es el pobre, el extranjero, la viuda y el huérfano y, eventualmente, el enemigo. Al tener compasión del desvalido, el hombre comienza a desarrollar amor a sí mismo; y al amarse a sí mismo, ama también al que necesita ayuda, al frágil e inseguro ser humano .
La vida no tiene otro sentido que el qué el hombre le da. El hombre está completamente solo, salvo en la medida en que ayude a otro”.
San Francisco de Asís, llamado con razón el Hermano Universal, descubrió la verdadera fraternidad cuando empezó a servir a los leprosos. Sólo entonces entendió, con toda profundidad, que “todo hombre es mi hermano”, hijo de un mismo Padre, miembro de la gran familia humana. ¡Hasta mañana!