¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

PUBLICIDAD

Primavera y juventud

Por El Litoral

Martes, 22 de septiembre de 2015 a las 01:00


Por Leticia OraisOn de TurpIn (*)

Se acaba de festejar el Día del Estudiante, fiesta que coincide siempre con el comienzo de la Primavera, sugestivamente por simbolizar la juventud con ésta estación del año, que por otra parte es la más bella de todas, por sus características esenciales de buen tiempo, temperaturas agradables y florecimiento de la naturaleza, comparable a un renacimiento espontáneo de todos los seres vivientes.
La primavera y la juventud consideradas casi como sinónimos, hacen pensar en el estadio más pleno, ponderable, querido y valorado de la vida.
Cuando festejamos el Día del Estudiante, en realidad estamos celebrando la juventud, que en general encarna ésta situación u ocupación temporal. Aunque con frecuencia decimos sin equivocarnos, que la formación de la persona dura toda la vida, la época indisociable del estudio sistemático y asistido se ubica en la niñez y la primera y segunda juventud, que en la vida de las personas es la más linda, despreocupada, divertida y llena de promesas.
Día del Estudiante, Día de la Primavera, día de esperanzas y alegrías compartidas, llena de proyectos, ilusiones, planes e intenciones saludables y felices.
Los mayores, por experiencias de vida, entendemos que los jóvenes además de festejar el Día del estudiante debieran preocuparse por pertenecer e incluirse plenamente en lo que se celebra, ser verdadera y decididamente estudiantes, no solo escolarizados, observadores inocuos de lo que en los claustros ocurre, sin compromisos asumidos personalmente.
¡Qué bueno sería! que todo estudiante que festeja el día, se comprometa a integrar esa categoría gloriosa de quienes se ocupan de aprender y se esmeran por progresar en conocimientos, destrezas intelectuales y esfuerzo en el aprendizaje.
Porque la realidad demuestra que en cada disciplina de la enseñanza, no sabe el que no quiere y sí sabe el que quiere. No hay impedimentos personales que se interpongan a la voluntad de querer y hacer. No existen los brutos, como se designa peyorativamente al que no sabe, al ignorante; se es ignorante voluntariamente, cuando no se hace ningún esfuerzo por aprender, en la escuela a la que se asiste.
Siempre va a saber más el que lee, interpreta, desentraña y repite el concepto, o sea estudia, se empeña y trata de recordar, memorizar y archivar en su cerebro lo que aprendió. Esto por supuesto cuesta, lleva tiempo y dedicación, no es ciencia infusa que se adquiere sin esfuerzo.
Por eso, para dar que pensar a los jóvenes, es bueno que les recordemos que no todo el que está escolarizado es estudiante, porque existen diferencias esenciales entre éstos y los simples asistentes a las instituciones, que van a estacionarse como autos en las cocheras, o para comparar mejor, como bebés en las guarderías.
Y ésta diferencia debieran reconocer también los padres, que justifican y amparan hijos sin compromisos y responsabilidades de saber cumplir con lo que les corresponde, en ésta maravillosa etapa de la vida, como es la niñez y la juventud; cuya importante tarea es la de formarse, humana e intelectualmente, sirviendo a la sociedad a la que pertenecen, estudiando, estudiando y estudiando, para superarse como personas.
Parece que no va con la moda ser buenos estudiantes y es una lástima porque la moda les dejará estancados y sin recursos propios para superar los obstáculos que la vida, que no se detiene, les pondrá a futuro, cuando verán realizarse y adquirir prestigio a aquellos que estigmatizaron por ser buenos estudiantes.
Siempre habrá diferencias entre las personas y éstas se hacen muy ostensibles entre los que saben y los que no saben pensar, y la verdad, el pensamiento va de la mano de la capacitación intelectual que cada uno quiso tener.
Las diferencias las establece cada uno con lo que elige para sí. Superarse o estancarse, es decisión personal e intransferible, sin poder culpar a nadie más.

(*) Orientadora Familiar.

Últimas noticias

PUBLICIDAD