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Gustavo Miqueri, hijo pródigo de Mburucuyá pueblo

Por El Litoral

Jueves, 22 de septiembre de 2016 a las 01:00
mburucuya pueblo. Gustavo Miqueri con el Trébol de Ases en la tierra del gran Salvador, en plena continuidad del legado chamamecero.

Quieta la siesta del pueblo de Mburucuyá, el pasado sábado, en espera de una noche que quedará guardada en el recuerdo de todos quienes compartimos el homenaje a Gustavo Miqueri, reunión  que se realizó en el Museo del Chamamé, antigua estación del Trencito Económico, hoy reacondicionada para dar paso a otra parte de la historia. El acto fue organizado por el Instituto de Cultura de la provincia de Corrientes y la Municipalidad de Mburucuyá.
Se dice que al recibo de las visitas “se saca a relucir la mejor vajilla de la casa” y fue así cómo la gente que vio nacer y crecer a Gustavo consideró oportuno demostrarle su afecto y retribuirle un poco de tanto que ha dado y seguirá dando al esparcir, campo abierto, los dones de la música y con ella la figura siempre presente de don Salvador Miqueri.
Poco tiempo después de fallecer Salvador, la decisión de continuar con el grupo Trébol de Ases -del cual formaba parte fundamental- señaló a su hijo Gustavo como el indicado para tomar el timón-guitarra-voz, con la mirada puesta en aquello que tanto le gustaba “al viejo”: el porvenir, un sueño, la poesía de la vida a la que se aferró hasta el último suspiro. Para dar el primer paso se hizo necesario cerrar su propio espacio en los escenarios, para integrarse a la formación de Trébol de Ases. ¡Qué inmensa prueba de amor, sellada en el pacto con sus hermanos Cacho y Marcela, que lo apoyaron en la nueva empresa!
Por eso el pueblo se acercó en silenciosa procesión hasta ocupar su lugar en la platea prolijamente diagramada sobre el piso de tierra. El viejo andén de la estación insufló el aire necesario para que cada cual rindiera un tributo de respetuoso agradecimiento: cantaron sus primas, incluida Raquel Aquere Miqueri, que no olvidó mencionar que fue ella quien le enseñó a Gustavo a tocar la guitarra, con dos notas básicas y “Zamba de mi esperanza” por único repertorio. Cantaron sus hermanos y el coro con una selección de temas regionales. De la poesía se ocupó otro hijo dilecto, Juan Carlos Jensen, y la llave de “la pertenencia” pasó de sus manos a las de Gustavo, previas palabras del intendente Cristian  Guastavino. Hubo baile con el grupo de danzas Mainumby y se presentó Luisina, una pequeña que con su interpretación en acordeón encendió los aplausos. El cierre fue con el homenajeado, Trébol de Ases y una selección de temas con la impronta de los Miqueri.
Las calles de Mburucuyá van recitando su historia en forma permanente. A orillas de la Laguna Limpia se alza el anfiteatro que cada año en el mes de febrero recibe a los artistas y al público para su Festival del Auténtico Chamamé Tradicional. Está el almacén de los Miqueri en la esquina de Belgrano y Berón de Astrada, y frente a la plaza, la casa natal de don Salvador, con las voces del pasado que van formando su árbol genealógico y esas preciosas orquídeas con su níveo mensaje de esperanza que no podemos dejar de atender.
Me envuelvo el corazón con esas palabras que recortaron en letras brillantes, a modo de telón de fondo, en la ornamentación del escenario: “Gustavo Miqueri, el trovador mburukujaguá que le canta al pueblo”. Mburukujaguá, de acá, hijo nuestro, en idioma guaraní. Que así sea.
 
Texto y fotos: 
Moni Munilla
Especial para El Litoral

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