Por Pablo Giuliano
Para Télam
Primera parada: Jureré Internacional
Jureré Internacional, en Florianópolis, mezcla el lujo de Pinamar, Miami y Punta del Este con un toque de fiesta brasileña en un destino donde más de la mitad de los turistas son argentinos.
Son discotecas, bares, recitales y hasta una grúa que eleva durante 30 minutos una suerte de bar para contemplar tomando un trago toda la extensión de las playas del norte de Florianópolis y los tres fuertes portugueses que rodean a la región.
Las fiestas entre argentinos y brasileños son legendarias en las discotecas de Florianópolis, pero sin dudas las más buscada del verano 2017 son las del Parador 12, en la exclusiva Jureré Internacional, donde desfilan Ferraris, Lamborghinis y Porsches descapotables en medio de las mansiones y hoteles de lujo.
"Compramos un paquete en Buenos Aires por una agencia que nos garantiza tres entradas a las fiestas en el parador", dijo a la agencia de noticias Télam Mauro, un estudiante de Vicente López que vino con sus amigos a Florianópolis y desafiaba a la paciencia en una fila de 50 metros para ingresar al Parador 12. Lo mismo le ocurría a un grupo de chicas de Rosario que habían gastado 100 reales para pasar 9 horas en la 'pool party'.
Agustina, de la ciudad de Santa Fe, tuvo un problema con su ómnibus en la ruta, demoró cinco horas, y para compensarla le dieron una entrada a la fiesta de las piscinas en el Parador 12. "Valió la pena, todo el mundo habla de este lugar. Lo bueno es que es una fiesta durante el día, con salida a la playa, al mar, así no perdemos el sol y el clima durmiendo", razonó esta empleada administrativa que planificó fiestas gasoleras y se encuentra, de casualidad, en la fiesta 'top' de Florianópolis.
Los argentinos copan tanto la fiesta en este lugar -igual que en otros boliches de Canasvieiras- que la 'pool party' diaria en Parador 12 tiene cinco horas dedicadas a lo que llaman "pachanga".
Allí se mezclan Los Auténticos Decadentes con cumbia, cuarteto y música brasileña festiva, como el axé y el sertanejo universitario, tan popular entre los jóvenes de la clases media y altas brasileñas.
"Acá las fiestas van de 10 a 10. A los argentinos les gusta disfrutar de la piscina y el hidromasaje con vista al mar. Tenemos un público de 20 a 40, de clase alta, por el valor de las bebidas, ya que una caipirinha cuesta 25 reales (unos 125 pesos) y la entrada unos 100 reales (unos 500 pesos)", dijo a Télam el coordinador de eventos del parador P12, Cristian Sandow.
Con un menú de eventos que van desde el cantante sertanejo (pop folklórico) Luan Santana hasta los clásicos Paralamas do Succeso y Lenine, el lugar se destaca por ser una fiesta diurna que termina a las 22, para después continuar la noche en el Music Park, donde se organizan por tercer año consecutivo las fiestas Mystik, destinadas al público argentino.
Completan la oferta para los más veteranos los tragos del parador Donna y también, sobre la arena, Cafe de la Musique, uno de los clásicos destinos de los jóvenes para la "sunset party", fiesta electrónica brasileña para recibir la noche.
Las fiestas Mystik, los domingos, en el Music Park, un centro de eventos de Jureré Internacional, son las más disputadas, ya que se organizan con capacidad limitada y están enfocadas en los argentinos.
Con arena blanca y vegetación nativa donde las iguanas pasean a pocos metros de la playa, Jureré Internacional, el lugar donde ricos y famosos brasileños tienen sus mansiones, ha también innovado en eventos, como el de un bar "volador".
Se trata de una estructura movida por una grúa que durante 30 minutos permite al visitante ver, a cambio de unos 600 pesos, todo el paisaje, una actividad limitada al mes de enero.
"Somos minoría en las fiestas, nos estamos aprendiendo todas las canciones de la pachanga argentina", dijo una brasileña de Maringá, en el estado vecino de Paraná, que esperaba en la fila de la fiesta de la piscina, reconociendo que la localía en Floripa, durante el verano, tiene acento argentino.
2. Segunda Parada. Praia Brava
"¿Dónde va un argentino cuándo llega a Praia Brava? A la escuela de surf", bromea Marco Santos, un brasileño de 54 años que practica surf en Florianópolis desde hace 44, cuando se le pregunta cómo es la convivencia con la disputa de las olas en esta playa del norte de Florianópolis.
La escuela de surf de la playa Brava, en verdad, no da abasto en enero. Argentinos, brasileños, uruguayos y paraguayos olvidan la pelota, un clásico en las otras playas de Floripa de Brasil y de Argentina, para comenzar a la mañana bien temprano, a partir de las 8, a buscar las mejores olas.
Aquí, en Praia Brava, lleva adelante su segunda pasión deportiva el ex tenista Gustavo Kuerten, que fuera triple campeón de Roland Garros y número uno del mundo, la máxima gloria del tenis de Brasil. Una mansión en la montaña con vista a la playa es considerada uno de los lugares más elegidos por el ídolo para descansar en Florianópolis, capital del estado de Santa Catarina.
Aquí los niños quieren ser como Guga, pero los que ya aprenden surf desde pequeños quieren ser como Gabriel Medina, el primer campeón mundial brasileño de surf de la ASP World Tour en 2014, a los 20 años, y toda una celebridad en Brasil.
Dicen los argentinos que disfrutan de Praia Brava que siempre han vuelto a practicar surf en las vacaciones. No los mueve otra cosa para venir en avión o en auto a Brasil, ni la temporada más barata, ni el clima o la temperatura o el color del agua. Apenas las olas.
"El año pasado vine con amigos y ahora volví con la familia de mi novia", dijo con su traje de neoprene celeste Manuel de Góngora, un estudiante de ingeniería industrial porteño.
Existe rivalidad en el fútbol, en otras playas, en los clásicos de la arena y los arcos de ojotas, entre turistas argentinos y brasileños en Floripa, pero en Praia Brava el asunto es surf. "A veces a los brasileños no les gusta que los extranjeros ocupen las olas, el mar, pero afuera está todo más que bien, son muy buena gente", dijo Manuel. Rocío, su novia, es una de las pocas personas con un libro en la playa. Lo espera con el sol de 37 grados.
Los que no practican surf tienen en esta playa servicios de alta calidad, buenos paisajes y agua caliente, además del rumor del oleaje. Otra ventaja es que es una de las playas con menos tránsito en los infernales embotellamientos de Floripa y con mejores estacionamientos gratis.
Juan Gaviña, un veterinario de la localidad bonaerense de Pilar, quiere convencer al resto de su familia y hacerla surfear. El se considera un novato pero ha aprendido, de adulto, un nuevo deporte para explorar.
"Brava es una playa diferente, muy buena para aprender y para perfeccionarse. El ambiente de surf lo lleva a uno a entusiasmarse con el deporte", comentó luego de haber probado las olas de la primera mañana.
La presencia de Gaviña y su familia es porque considera que Brasil está más barato que Argentina para pasar vacaciones y porque las playas "son mejores".
Los profesores de surf están todos en el agua, con niños argentinos y brasileños, que aprenden por unos 500 pesos la hora o por un paquete semanal el deporte que en estas playas, con las olas como protagonista principal, hace olvidar al fútbol.
3. Tercera parada. Lagoinha
La playa de Lagoinha, en el norte de Florianópolis, mezcla la arena blanca, la tranquilidad del mar cálido y las historias de los pescadores artesanales de Brasil, que abandonan las redes y las canoas para dedicarse a la gastronomía y atender, sobre todo, a los argentinos que cada año pasan sus vacaciones en el lugar.
“Nos estamos quedando sin pescadores, es más redituable el turismo”, advierte Marcos Reis da Luz, quien hace 40 años se dedica a la pesca artesanal en Lagoinha, pero durante la temporada de verano atiende su propio bar, junto a otros pescadores.
Reis da Luz tiene tres canoas y en las madrugadas se adentra en el mar para lanzar la red en busca de tainhas o lisas, el principal plato gastronómico de pescado en Florianópolis.
En este lugar, más sofisticado que la popular Canasvieiras pero que se ha popularizado hasta el punto de que los tradicionales pescadores decidieron dedicarse a atender a los turistas, las arenas arden y están colmadas de argentinos en esta segunda quincena de enero.
Lagoinha heredó la cultura indígena y de la colonia portuguesa de las Islas Azores que pobló el lugar para convertirse en una de las capitales de la pesca artesanal con red en Brasil. La mejor temporada es de julio a noviembre, y después llegan los turistas.
“Mi hijo, por ejemplo, se va a estudiar, no quiere ser pescador. Mi padre lo fue, mi abuelo también, portugués. Yo creo que es muy difícil que un joven se dedique a la pesca artesanal teniendo oportunidad de ir a estudiar algo”, dijo Reis da Luz.
Reis da Luz, cuando no hay temporada de pesca, como ahora, se dedica con sus colegas a atender su propio bar, “Marquinhos”, que por 65 reales (325 pesos) sirve las tradicionales “lulas á milanesa” (rabas fritas) para dos.
“Lo que nos piden más los argentinos son las rabas, los camarones y hamburguesas. Poco pescado en sí. Pero si hay algo que podemos rescatar del argentino es que no se queja de los precios en las playas. Negocia precios afuera, para el hospedaje, pero aquí nunca hubo problemas. El brasileño se queja más de los precios en la playa”, comentó sobre el estilo de los turistas argentinos.
En el norte de la isla de Florianópolis, Lagoinha nació como un lugar preservado del turismo, pero en los últimos años las posadas y las casas en alquiler llevaron incluso a argentinos a afincarse en este paraíso de aguas celestes.
El paisaje, a la madrugada, es otro: no hay turistas y sí algunos barcos en busca del pescado para servir de día.
“Sacamos algo para vender a los distribuidores. Pero realmente en verano no podemos usar las canoas por la cantidad de personas que hay en la playa”, comenta Reis de Luz subido a su canoa favorita, “Nativa”, con la cual hace 40 años hace el trabajo de su padre, que fuera de temporada es la principal fuente económica de la región.
Los argentinos llegan primero por las playas y luego se encantan con las historias de que el lugar es una de las capitales de pesca artesanal con red, una actividad para la cual se necesitan 50 personas y varias en la orilla que reciben con aplausos a los miles de kilogramos de tainhas o lisas.
“Vengo todos los años a Lagoinha. Primero lo hacía de soltero, ahora traigo a mi familia. Es un lugar espectacular que aunque esté lleno como ahora, no pierde su encanto”, comentó Ricardo, oriundo de Pilar, junto a sus hijos en el agua cálida.
Reis da Luz se mueve en la arena, con la bandeja en mano y con la cerveza helada, en su función alternativa de atender a los turistas argentinos. “Rinde más el turismo que la pesca. Lo que digo es verdad, no es una mentira de pescador”, dice, a carcajadas, bajo un sol de 36 grados.
Las fiestas entre argentinos y brasileños son legendarias en las discotecas de Florianópolis, pero sin dudas las más buscada del verano 2017 son las del Parador 12, en la exclusiva Jureré Internacional.
La playa de Lagoinha mezcla la arena blanca, la tranquilidad del mar cálido y las historias de los pescadores artesanales de Brasil, que abandonan las redes para dedicarse a la gastronomía.
La escuela de surf de la playa Brava no da abasto en enero. Argentinos, brasileños, uruguayos y paraguayos comienzan a la mañana bien temprano, a partir de las 8, a buscar las mejores olas.