Por Francisco Villagrán
Especial para El Litoral.
Es por todos los habitantes de esta zona conocido que los pescadores andan siempre durante las noches o las madrugadas poniendo anzuelos, redes y controlando sus espineles, tareas a las que están acostumbrados y las hacen a diario sin mayores problemas. Pero los hermanos Carlos Ortiz, de 24 años, y Víctor Ortiz, de 26 (foto) no se imaginaban el espectacular suceso que les ocurriría esa noche, o mejor dicho esa madrugada del 22 de febrero de 1988, en la zona del riacho Barranqueras, conocido como el Paraje Cinco Bocas. Nada les hacía presagiar que esa noche no sería como las anteriores y fue así, en efecto, a las 2 de la mañana aproximadamente, tuvo lugar el hecho. Sabedores de que en ese sector estaba habiendo buena pesca, buen pique, de acuerdo con los datos pasados por sus colegas pescadores, se dirigieron a ese lugar, en medio de una noche bastante calurosa y con un cielo totalmente despejado, que les dejaba ver con claridad un cielo estrellado.
Conocedores de la zona se preparaban para comenzar a poner los anzuelos y redes cerca de la costa, hasta donde ellos podían ver más o menos en forma clara, ya que no había luna y de lejos no se veía bien. Una leve brisa mecía acompasadamente por momentos los pastos medianamente altos de la orilla, cuando de repente sintieron un sonido como un zumbido, no muy fuerte, que se iba acrecentando a medida que una luz blanca muy fuerte se aproximaba lentamente. Esta era originada por un objeto ovalado, con una luz muy brillante, de unos 20 metros de diámetro aproximadamente, según calcularon los pescadores. El objeto se detuvo a una distancia muy corta de ellos, entre 15 y 20 metros, permaneciendo estático y en silencio.
De repente, surgió de la parte inferior del objeto una especie de caño corto y por allí el extraño aparato comenzó a succionar agua del río Paraná, dejando una huella de borbotones y se notaba que extraía el agua. Daba la impresión de que el río hervía, según sus comentarios, mientras era elevada por el extraño aparato. Se quedaron quietos y atemorizados ante lo desconocido, observando en silencio, ocultos por el pastizal. Al parecer, el agua que absorbían la volvían a tirar al Paraná, produciendo esa sensación de que “el agua hervía”. Todo habrá durado unos cinco minutos, que a ellos les habrán parecido interminables. Al cabo de todo, el extraño aparato se elevó un poco del agua y emitiendo un penetrante pitido, desapareció en la oscuridad perdiéndose a gran altura.
Los hermanos quedaron asustados, como es lógico, y decidieron dejar de pescar y retirarse, ante la posibilidad de que el aparato extraño regresara y los llevara. Estos habitantes ribereños suelen ser valerosos y no tener miedo ante un peligro conocido, pero esta vez se enfrentaban a algo que veían por primera vez, totalmente desconocido para ellos. Esperaron escondidos un tiempo prudencial y cuando consideraron que había pasado el peligro, decidieron irse. Antes, comprobaron en el lugar que el agua seguía estando muy caliente, a pesar de que pasaba una correntada que aparentemente también era afectada por el calor. Además, comprobaron que no había más pique allí: los peces habían desaparecido, como también desapareció un perro que los acompañaba y que en ningún momento ladró. Jamás supieron qué sucedió con el animal, si en medio de avistaje tuvo miedo y salió a correr, o si alguien se lo llevó.
Otro dato para agregar a este sorprendente caso es que ese mismo día, alrededor de la 10 de la mañana, un fotógrafo profesional, Rubén Darío Vargas, logró obtener varias fotos muy claras de un extraño objeto volador que se desplazaba por el cielo chaqueño, en plena ciudad de Resistencia, Chaco. No se había enterado de que quizás ese mismo objeto que él fotografió había sido protagonista principal del extraño caso de los hermanos Ortiz, hacía pocas horas atrás.
En la Ovnilogía se considera como pautas de comportamiento el hecho de que estos objetos voladores anden a menudo en lugares con mucha agua, como ríos, mares y lagunas de donde toman el líquido: elemento quizás para sus motores o sus experimentos, vaya uno a saber para qué la utilizan. Este caso se encuadra perfectamente en estos parámetros. No es la primera vez ni será la última en que estos objetos son vistos extrayendo agua de ríos o mares, sólo que esta vez nos tocó muy cerca.
Ahora bien, cabe hacerse la pregunta: ¿para qué utilizan el agua estos extraños visitantes? Existen varias posibles respuestas o hipótesis: usarían el agua separando los dos integrantes de la misma, el hidrógeno y el oxígeno dividiéndolos químicamente para ser utilizados individualmente, vaya a saber en qué experimentos. ¿Quizás les serviría para complementar su propulsión y el agua sería un elemento muy importante en esta cadena? Todo puede ser. Finalmente, es probable que el agua sea muy importante para ellos, llegando a transformarse en una sustancia muy útil para la electrólisis de sus motores o para otros fines que ignoramos.