Por Francisco Villagrán
Especial para El Litoral
El ya desaparecido Hipódromo “General San Martín” fue el centro de atracción turfística del Nordeste y el más importante de la región, donde venían a competir caballos de toda la zona, como así también los más destacados jockeys de la región. El 9 de julio de 1992 se reabrió el lugar, luego de muchos años de estar inactivo; esa fecha fue muy importante porque renacieron las esperanzas de que el hipódromo vuelva a ser lo que fue históricamente, pero la ilusión duró poco, ya que tres años más tarde, en 1995, el circo hípico bajó definitivamente el telón para desaparecer y quedar en el olvido.
En el momento de mayor gloria, el hipódromo local tenía intensa actividad, ya que había una renovación anual de más de un centenar de potrillos que hacían entre 40 y 50 carreras, cuatro por mes y cada 15 días en los meses de verano. Muchos pura sangre exitosos a nivel nacional salieron de sus filas. En su mejor época llegó a tener 150 caballos en actividad; cada animal demandaba un mínimo de cuatro o cinco personas para su atención, entre vareadores, aprendices, cuidadores y veterinarios, además de los jockeys, peones, encargados del aras o el stud. Esto significaba una importante fuente laboral, por todo lo que se movía alrededor del mundo turfístico, además del creciente interés del gran público y los “burreros” que domingo tras domingo se daban cita en el hipódromo.
No debe olvidarse que en esa época la única actividad deportiva que convocaba multitudes todas las semanas era justamente el turf, llamado el deporte de reyes. La mayoría de los habitantes de la ciudad y aledaños tenían una cita impostergable los domingos en las carreras; el lugar era por avenida Ayacucho al este, donde muchas familias se juntaban a pasar el día, ya que había carreras desde las 10 de la mañana, llegando a siete u ocho por jornada, a veces a 10 en las fechas patrias.
Las carreras se definían por un pescuezo, medio, un cuerpo o varios cuerpos, un hocico, y en casos muy reñidos se recurría al “foto-chart”, que congelaba una imagen de la llegada, para evitar toda duda y suspicacia, un antecesor del video rep del rugby y el nuevo VAR (videoarbitraje) que comienza a implementarse en el fútbol para casos de jugadas dudosas. A veces había que izar la bandera verde para determinar el ganador. Términos como trifecta, redoblona, cuatrifecta, a placé, todo a ganador, eran usados habitualmente por los burreros habitué, que estudiaban a fondo los antecedentes de cada caballo, en la revista “La fija” o “El Disco”, antes de realizar su jugada. Muchos también concurrían a observar los entrenamientos de los participantes durante la semana, para, cronómetro en mano, saber qué tiempo marcó su caballo preferido en los aprontes. Era toda una historia.
Por lo general podía concurrir toda la familia a pasar el día en el hipódromo, a mirar correr a los caballos, y aunque no jugaban, disfrutaban del día, de un paseo dominical único, ya que también tenían la posibilidad de almorzar allí, pues había un restaurante donde se comía muy bien. En su mejor momento, el hipódromo de Corrientes fue el cuarto a nivel país por la cantidad de carreras disputadas anualmente, después del hipódromo de Palermo, el de San Isidro y el de Rosario. Se corrían especialmente en las fechas patrias grandes premios que atraían la atención de toda la región, como el “Carlos Pellegrini”, “Día de la Independencia” (el 9 de Julio) y clásicos como el “Virgen de la Merced”, o “Fundación de Corrientes”, el Gran Premio “Provincias Unidas” o “Fiestas Mayas”, o “Mesopotamia Norte”, donde participaban competidores de todo el Nordeste.
Eran fecha obligada para asistir al hipódromo, los días patrios como 25 de Mayo o 9 de Julio, cuando también concurrían las autoridades de turno, que eran las encargadas de entregar el premio al ganador del clásico. En todas las pruebas, la ambulancia acompañaba a distancia por cualquier accidente o rodada que pudieran sufrir los jinetes, en forma preventiva. Fue el escenario deportivo más emblemático de nuestra ciudad en su momento.
Jockeys y caballos
Sin lugar a dudas una dupla inseparable eran los jockeys y sus caballos, extraordinarios jinetes y animales excepcionales, eran dignos de admirar en las reuniones dominicales. Caballos como “Elsinore”, “Padrón”, “Colibrí”, “El Santo” o “Don Laguna”, eran animales que no se entregaban nunca y peleaban hasta el final. Con “Don Laguna”, el gran jinete correntino Santo Acevedo ganó en 1958 la primera edición del Premio “Provincias Unidas”, prueba cumbre del interior del país, disputada en el Hipódromo Argentino de Palermo.
Muchos jockeys fueron históricos por sus grandes triunfos en el hipódromo correntino, como “Papalo” Martínez, Juancito Esquivel, Silverio Cáceres, “Josecho” Núñez y el ya mencionado Santo Clotilde Acevedo, que fue quizás el que más brilló en nuestro circo hípico, que con “Padrón” llegó a enhebrar una serie de 12 triunfos consecutivos.
Acevedo fue un extraordinario jinete que marcó toda una época en el Hipódromo San Martín y falleció en esta ciudad el 25 de abril de 1984, a los 67 años, siendo inhumados sus restos en el cementerio San Juan Bautista. “El Mago”, como le decían, había nacido en Chavarría el 3 de junio de 1916 y sus triunfos perduran en la memoria de quienes tuvieron la suerte de verlo correr en tantas jornadas de gloria. No se entregaba nunca y peleaba con todo hasta el final, llegando muchas veces con bandera verde. Vivió quizás una de las décadas más destacadas del turf local, en el hoy desaparecido Hipódromo “General San Martín”, donde funciona actualmente un shopping y un hipermercado. Pero aún sigue viviendo en el recuerdo…