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/Ellitoral.com.ar/ Policiales

Un trapito complicó a la novia del rugbier

El cuidacoches que trabajaba a la salida del bar donde discutió la pareja es el principal testigo. “Llegó y se la pegó”, dijo tras relatar que el joven estaba tirado con los brazos en alto. 

Ariel Aksensen es cuidacoches y el principal testigo de la muerte del rugbier Genaro Fortunato, atropellado por su novia, Julieta Silva, en San Rafael, Mendoza. El trapito, que esa noche estaba en la salida del boliche La Mona, contradijo a la mujer, complicando su situación en el juicio que se inició esta semana en la provincia cuyana.

Entre otras cosas, afirmó que la pareja llegó al auto discutiendo, que Fortunato nunca lo abordó (algo que Silva había afirmado) y que la mujer giró en U para atropellarlo, luego de que el joven cayera cuando intentó aferrarse al vehículo en movimiento. 

El trapito relató que, en ese momento, la mujer “hace marcha atrás, había bajado la ventanilla, arrancó y el muchacho se agarró de la ventanilla, corre al costado y no le da el tranco y se cae, en el medio de la calle. Yo lo miro cuando se cae, ella hace la U y cuando pega la vuelta me quedo parado mirando. El muchacho con los brazos para arriba y ella no bajaba la velocidad, llegó y se la pegó”.

“Le hice señas y le gritaba que parara. Me paré en el medio de la calle y frenó y le dije atropellaste al pibe y me discutía que no”, continuó en su relato agregando que la acusada nunca tuvo la intención de socorrer a su novio, y que lo corrió a él para sacarle las llaves, ya que había tomado esa acción porque intuía que iba a escapar del lugar.

Silva, de 30 años, se encuentra bajo prisión domiciliaria acusada por el delito de “homicidio culposo agravado” y “homicidio simple con dolo eventual” por la muerte de su novio, de 26, ocurrida el 8 de septiembre de 2017.

“Esa noche iba a manejar Genaro y por eso no los llevé”, aseguró la imputada en la primera audiencia, y negó haber discutido con Fortunato en el interior del boliche, pese a las declaraciones de otros testigos, que en una audiencia preliminar indicaron que existieron roces entre la pareja. En cambio, Silva sí admitió que el joven que jugaba al rugby en el club Belgrano “estaba raro, sacado” y que estaba cansada de esa situación.

No fue el único momento del debate donde los fiscales y el abogado de la familia buscaron contradicciones en la declaración de Silva, que aceptó sentarse frente al tribunal y responder preguntas. En ese momento dejó de lado la aparente tranquilidad con la que llegó a la sala y en varias ocasiones rompió en llanto. Incluso, su voz débil obligó a los jueces a pedirle que hablara más fuerte delante del micrófono.

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