En la Basílica de Itatí, ayer a las 11 se desarrolló una misa especial que estuvo liderada por el arzobispo de Corrientes Andrés Stanovnik, quien así inauguró el año pastoral. Un número considerable de feligreses participó de esta primera actividad.
Previo a su homilía emitió varios saludos especiales y presentó ante la congregación a quien en enero pasado asumió como rector de la Basílica, Porfirio Ramírez.
Luego, comenzó con su mensaje trasladando una invitación especial realizada por el Papa Francisco y que consiste en vivir -en octubre- un “mes misionero extraordinario”.
Posteriormente, se refirió a lo que ofrece Jesús a cada cristiano. Y en ese punto hizo hincapié en que él “es infinitamente más que un maestro sabio que nos habla de una mejor calidad de vida. Jesucristo nos ofrece algo absolutamente inédito, alucinante y totalmente original. Por eso, para muchos es intolerable la palabra e intolerable los cristianos que la predicamos, sobre todo si lo testimoniamos con nuestra vida”.
En este contexto, Stanovnik hizo un paréntesis en la homilía para comentar que el 27 de abril en La Rioja, la Iglesia argentina va a participar de la beatificación de monseñor Enrique Angelelli, del laico Wenceslao Pedernera y de los sacerdotes Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville. Sobre este último religioso -recordó- “que trabajó en Corrientes, fue parte de nuestro presbiterio”.
Después, retomó su mensaje haciendo alusión a lo expresado por San Pablo en la primera Carta a los Corintios: “Les voy a revelar un misterio: No todos vamos a morir, pero todos seremos transformados. Cuando lo que es corruptible se revista de la incorruptibilidad y lo que es mortal se revista de la inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra de la Escritura: La muerte ha sido vencida. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón?”.
Con respecto a esto, manifestó que “esa transformación ya comienza con el bautismo”. Y en este sentido, instó a continuar con ese proceso. Pero aclaró que para eso no sólo se debe respetar los 10 mandamientos, sino también realizar un test para detectar “qué es lo que me impide vivir con mayor entusiasmo la misión en mi vida cotidiana; qué debería hacer para fortalecer mi compromiso como discípulo y misionero”.
En el tramo final de la homilía elevó una oración a “la querida Madre de Itatí”, a quien pidió por “todo nuestro pueblo, especialmente a los más pobres y los que carecen de lo básico para vivir dignamente su vida: comida, acogida y respeto; a los que tienen responsabilidades públicas de promover el bienestar para todos; a los que están implicados en las campañas del año electoral para que no caigan en descalificaciones, agravios y confrontaciones inútiles, que sean ejemplo de diálogo, de tolerancia, de valoración y respeto por el adversario”.
También, rogó para “que nos comprometamos a cuidar la vida de todos, especialmente de los más frágiles como son los niños por nacer, la mujer con un embarazo en riesgo o en situaciones de padecer violencia; los niños, jóvenes y ancianos”.