Por José Ceschi
¡Buen día! ¡Quién no sufre, quién no tiene que soportar pruebas? Hay muchos modos de soportarlas; unos en forma negativa, otros positivamente. Un obispo y doctor de la Iglesia, San Pedro Damián, que vivió en el siglo XI, tiene palabras de consuelo para un cristiano que padecía verdaderas calamidades. Le escribe, entre otras cosas, lo siguiente:
“Me has pedido, amadísimo hermano, que te escriba una carta de consuelo, con el fin de confortar tu ánimo, entristecido por tantas calamidades como tienes que soportar. Pero si tu mente está despierta, tienes el consuelo a mano, ya que las mismas palabras de la Escritura son prueba cierta de que Dios te trata como hijo, educándote con miras a conseguir la herencia celestial. Así lo indican claramente aquellas palabras: ‘Hijo mío, si te llegas a servir al Señor, prepárate para las pruebas, mantén el corazón firme, sé valiente’. Pues si mantienes el corazón firme y se es valiente en el servicio del Señor, las pruebas y adversidades no son un tormento de esclavos, sino más bien una corrección paterna… Es que para los elegidos de Dios los mismos males que él les inflige son un gran consuelo, ya que unos castigos momentáneos sirven para afianzar su esperanza de alcanzar la gloria de la felicidad eterna. Si el orfebre martillea repetidamente el oro, es para quitar de él la escoria; si el metal es frotado una y otra vez con la lima, es para aumentar su brillo. ‘El horno prueba la vasija del alfarero, el hombre se prueba en la tribulación’. Por esto dice también Santiago: ‘Hermanos míos, si estáis sometidos a tentaciones diversas, considéralas como una alegría’.
Por todo lo cual, mi querido y entrañable hermano, aunque te veas maltratado por todas partes, castigado por los golpes repetidos de la corrección divina, no te dejes vencer por el desaliento, no te quejes ni murmures, no permitas que la tristeza te abrume, sé fuerte y paciente; conserva siempre un rostro sereno, un espíritu alegre, da gracias en toda ocasión”. Confieso que estas palabras las encontré un día en que me sentía mal. Y me hicieron bien. Guárdelas: si no le sirven ahora, tal vez puedan servirle otra vez.
¡Hasta mañana!