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/Ellitoral.com.ar/ Cultura

Divididos festejó 31 años de carrera y le dio una buena ración de rock al público de la región

La Aplanadora se presentó en el Club Regatas y cumplió con su habitual descarga de energía musical sobre el escenario. El estadio del parque Mitre estuvo colmado y disfrutó de los clásicos del trío. 

Bruno Ariel Gimenez

Texto

Marcos Mendoza

Fotografías

Por casi tres horas, Divididos le dio una merecida dosis de rock al público de la región que fue a festejar los 31 años de carrera de la banda compuesta por Ricardo Mollo, Diego Arnedo y Catriel Ciavarella. El estadio cubierto del club Regatas se vio colmado por una muchedumbre que disfutó de los clásicos de la Aplanadora y que tuvo un punto alto cuando sonó “El arriero”, aquel tema de Atahualpa Yupanqui que el trío inmortalizó en su disco “La era de la boludez”.

Es tal la carrera del trío eléctrico que se pudo observar a dos generaciones tanto en el campo como en las plateas. De este modo, familias con sus pequeños, niños y jovencitos disfrutaron del concierto de una banda que no defrauda nunca. Si bien no ofrecieron ningún tema nuevo, ya que hace mucho no ingresan a un estudio a grabar formalemente, siempre ofrecen un menú que emociona, llega, se siente y reconforta al público. Otro de los puntos sensibles del recital llegó cuando la banda ejecutó “Ay, que Dios boludo”, tema que la gente pidió a través de la convocatoria en las redes sociales. Esta canción que se incluye en su placa “Vengo del placard de otro” también sirvió para que la banda exponga su postura a favor de la legalización del aborto. “Es una libertad de elección, no es una imposición”, expresó Mollo.

Como siempre, fue el guitarrista quien interactuó con el público, anunciando los temas, gesticulando o haciendo una mueca para los que estaban más cerca del escenario, agradeciendo a todos los que fueron y pagaron una entrada. “En tiempos díficiles que corren, hay que ponerle el pecho”, expresó el guitarrista y despertó la ovación de todos los asistentes.

Claro que Arnedo y Ciaravella se encargan del soporte muy bien asentado del ritmo en el bajo y en la batería, respectivamente.

A diferencia de su última presentación, en el mismo estadio, esta vez hubo un poco más de público. Sobre todo de la vecina provincia del Chaco, Formosa e, incluso, del Paraguay. 

Festejos

Los festejos lo ameritan y es por eso que en esta ocasión la puesta en escena de la banda contó con pantallas detrás del escenario. Allí se proyectaban a los integrantes del trío a través de diferentes situaciones del concierto. 

Durante lo que vendría a ser el primer tiempo de un partido, la lista de temas incluyó: “Sobrio a las piñas”, “Haciendo cosas raras”, “Alma de budín”, “Tanto anteojo”, “El fantasio”, “Capo capón”, “Cajita musical”, “Ay, que Dios boludo”, “Casi estatua”, “Soy quien no ha de morir” y “Un alegre en este infierno”.

Transcurrida apenas una hora de concierto, llegó el primer break, donde todo se acomodó para la llegada del set acústico.

En ese tramo sonaron tres canciones: “Sister” (contó con el acompañamiento en guitarra de uno de los integrantes del staff), “Spaghetti del rock” y “Par mil”. Fue el momento donde la mayoría de los celulares se encendieron y apuntaron al escenario.

Para ese entonces el trío ya había calentado motores y se disponía a recurrir a aquellos temas que le valieron el mote de “Aplanadora del rock”, tras el espectacular solo de batería de Catriel, luego del set acústico.

Así vinieron “El arriero”, “Vida de topos”, “El zombie”, “Amapola del 66” (“Dedicada a todes”, expresó Mollo, haciendo uso del lenguaje inclusivo. “Muchachos, el mundo los lleva a tener esa posibilidad”, manifestó el guitarrista”. 

Cuando ya habían transcurrido dos horas de concierto, la lista de temas incluyó “Sucio y desprolijo” de Pappo (“Menos mal que vino Pappo”, arengó Mollo), “Paisano de Hurlingham”, “Rasputín”, “Paraguay”, “El 38” y “Ala delta”.

Ya habían pasado 24 temas de la lista, pero el trío tenía más. Así se vino el recuerdo de Sumo. “Tenemos algunos de la prehistoria” adelantó Mollo, fue entonces que sonaron “Crua chan”, “Nextweek” y “Mejor no hablar de ciertas cosas”, para cerrar un buen concierto y dejar al público feliz de recibir la dosis de buen rock para estar un poco mejor. 

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