Por Pablo Miguel Reyes Beyer
@soypablomiguel
Para 1999 Fernando de la Rúa llevaba varios años abonando el camino para ser candidato a presidente por la Unión Cívica Radical. El acuerdo al que habían arribado con el Frente País Solidario aumentaba sus chances de vencer al Partido Justicialista que llevaba 10 años en el poder y que muy lejos estaba de brindar un país equilibrado.
Mientras tanto, Corrientes vivía una de sus más grandes crisis económicas y financieras. El gran nivel de endeudamiento que se había generado desde 1983 en adelante, especialmente aumentado durante la gestión de Raúl Romero Feris, dejó al gobernador Pedro Braillard Poccard sin la posibilidad de pagar los sueldos tras la negativa opositora de refinanciar el pasivo.
Así, ambos protagonistas de 1999 comenzaron a desarrollarse. Mientras de la Rúa no paraba de crecer en las encuestas, la crisis correntina tampoco paraba de crecer y cada vez más sectores se volcaban a la lucha por sus sueldos y a exigir una solución a la crisis.
De la Rúa, viendo la gran oportunidad que tenía enfrente, no dudó en aprovechar lo que pasaba en Corrientes para hacer grandes declaraciones a la prensa para que sea otro eje más de la campaña, especialmente porque el presidente Carlos Menem había sido socio político del Partido Nuevo.
El 21 de julio, cuando se reunió con los candidatos correntinos de la Alianza, de la Rúa apuntó directamente contra el menemismo: "el Gobierno Nacional no puede estar hoy ausente en la asistencia a esta provincia". Pero no se quedó ahí, sino que defendió el proyecto de ley de asistencia financiera por 120 millones de pesos que había sido presentado en la Cámara de Diputados de la Nación por el bloque radical.
Con ese impulso, los candidatos locales comenzaron a anunciar que en caso de ganar, de la Rúa implementaría un programa de salvataje. En el lanzamiento de la campaña en la ciudad de Mercedes, el entonces intendente Ricardo Colombi aseguró que la Alianza “tiene contemplada para provincias con un alto nivel de endeudamiento y sus recursos coparticipables seriamente comprometidos una alternativa, una suerte de plan Brady para la refinanciación de las deudas".
El siguiente episodio se dio el 26 de agosto, cuando un grupo de autoconvocados viajó a Buenos Aires para entrevistarse con los candidatos presidenciales. Por las cosas que había dicho previamente había mucho interés en escuchar de la Rúa, quien sin embargo decepcionó.
Cuando le plantearon el tema de la crisis correntina, éste se limitó a decir que estaba al tanto y que tenía un equipo que estaba pensando a ver qué se puede hacer. La docente Lucía Abad integró la comitiva que se reunió con el radical y recordó la displicencia a la hora de escucharlos y darles respuestas. “Corrientes era un hervidero y le adelantamos lo que iba a pasar y después pasó”.
El último episodio proselitista de Fernando de la Rúa con la crisis correntina se dio el sábado 16 de octubre cuando con Carlos “Chacho” Álvarez arribaron al aeropuerto “Fernando Piragine Niveyro” para visitar la ciudad brevemente. El grueso de las actividades estaban programadas para la provincia del Chaco, donde gobernaba el radicalismo.
En la parte de atrás de una camioneta la fórmula presidencial y sus candidatos correntinos recorrieron por algunas horas las principales calles y avenidas de la ciudad en una tradicional caravana. Tampoco le esquivaron a las fotos con los principales referentes del Pacto Autonomista Liberal, que eran aliados.
En la conferencia de prensa, de la Rúa y Álvarez consideraron que hubo una clara complicidad entre el Partido Nuevo y el Gobierno Nacional en el origen de la crisis.
"Lo que ocurre aquí es similar a lo de otras provincias argentinas, que han llegado a altos niveles de endeudamiento, lo que es producto de la irresponsablidad de quienes produjeron eso, que después se tira la cabeza de la gente porque se compromete gran parte de los recursos de coparticipación y no se pueden cumplir con los compromisos ineludibles del Estado”, dijo de la Rúa. Luego propuso hacer un acuerdo con todas las provincias para que salgan de la situación que las agobia.
Tras el triunfo 8 días después no volvió a repetir sus promesas a Corrientes y para finales de noviembre de lo único que se hablaba era de la posibilidad o no de intervenir la provincia. De la Rúa no quería ya que más allá de la crisis económica, se seguía en el camino institucional.
Pero los autoconvocados estaban ya cansados de más de 9 meses de protestas sin ningún tipo de respuestas por lo que decidieron darle la bienvenida al mandato radical cortando el puente General Manuel Belgrano el mismo 10 de diciembre. Exigían la presencia del presidente o de su ministro del Interior, Federico Storani, para que traigan soluciones a la crisis correntina.
Pero el nuevo presidente y su flamante ministro del Interior ya se habían olvidado de los 120 millones de pesos de subsidio, del plan Brady y de que el Gobierno Nacional no los podía estar ausente en la asistencia. En vez de toda aquellas bonitas promesas enviaron la represión.
Primero el 13 de diciembre cuando un grupo de Gendarmería Nacional atacó la protesta que hasta ese momento había sido pacífica. La resistencia popular, en la que colaboraron vecinos de las barriadas humildes aledañas al puente, lograron rechazar los embates de las balas de goma y los gases lacrimógenos de los uniformados.
Pero un par de días después, cuando quedaba en claro que la dirigencia correntina no estaba a la altura del conflicto, nombrando a dos gobernadores interinos al mismo tiempo (Hugo Perié y Carlos Tomasella), al Gobierno Nacional no le quedó otra que avanzar con la Intervención Federal, la 17° y última hasta el momento.
El 17 de diciembre llegó la represión final. Con un movimiento mucho más agresivo del escuadrón de los quebrantahuesos de Gendarmería Nacional inició una lucha contra la protesta popular que duró varias horas, dejando como saldo las muertes de Francisco Escobar, Mauro Ojeda y más de 50 heridos.