En el marco de la crisis económica, a cuatro días de las elecciones y horas después de que partiera del santuario de San Cayetano una marcha de los movimientos sociales, la Iglesia salió al cruce de una eventual politización de la festividad del patrono del pan y del trabajo, que se celebra este miércoles.
“Esta es una manifestación profundamente religiosa”, dijo en su homilía el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli.
El prelado ofreció la misa central en la Iglesia de San Cayetano, en el barrio porteño de Liniers, y dijo que “quienes están al lado no son enemigos, nos une la fe”, ante miles de personas que hicieron fila de hasta cinco cuadras para ingresar al templo para pedir por pan y trabajo.
Bajo el lema “querido San Cayetano, ayúdanos a ver al Cristo vivo en cada hermano”, dos filas que alcanzaron las cinco cuadras sobre la calle Bynon agrupaban a miles de fieles que se acercaron al santuario desde diversos puntos del país.
“Quien tenemos a nuestro lado no es un enemigo, nos une la fe, somos argentinos”, dijo Poli en medio de un silencio seguido de oraciones y del ritual de la consagración del “cuerpo de Cristo”, cuando el sacerdote “convierte” el pan y el vino en el cuerpo y sangre de Jesús.
“La fe y la esperanza de los humildes es la que nos convoca para pedir una vida digna, pan y trabajo”, agregó el cardenal en la misa central que comenzó puntual a las 11 de la mañana y duró una hora.
Tras realizar la eucaristía, entregaron bandejas a los fieles, que se agolpaban debajo del escenario frente al santuario de San Cayetano. El cardenal solicitó que eleven sus objetos personales o llaves a los que quisieran ser bendecidos, y les lanzó agua bendita y bendijo a las familias. La misa finalizó al mediodía con el himno de San Cayetano, la cita de sus oraciones y el cardenal Poli bendiciendo a la gente.
“Su bendición me abre el corazón y me da esperanza. Está difícil y pido por trabajo”, dijo a Télam Ascención, paraguaya de 78 años radicada en la localidad bonaerense de Moreno.