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Cantar para vivir, tordo músico

Por Paulo Ferreyra

Abel Fleita

Especial para El Litoral

Con distribución en casi todo el país, a excepción de la zona sur, el tordo músico (Agelaioides badius) pertenece a la familia Icteridae, como los boyeros y varilleros. De unos 18 centímetros de tamaño, su color en general es gris pardusco, con sus alas remeras rufas, rojizas amarronadas, que lo hacen destacar. Su cola es oscura, casi negra, al igual que su loral, que cual pequeña ojera, lo hace singular. 

Si bien los tordos en general son cantores, este es el que quedó con el nombre de músico. Cabe recalcar que los pequeños detalles que vamos mencionando, tanto por la práctica como por la lectura de bibliografía, hacen que podamos reconocer con mayor facilidad a las especies. Buscamos que nos animemos a hacerlo, porque las aves nunca dejan de realizar fugaces pasos por el lugar en que nos encontramos.  

Volviendo al tordo músico, digno de su familia, es de andar en pequeñas bandadas, pero también se lo suele ver en grupos reducidos o solo. En grupos, vocalizan hasta quedar catalogados como bullangueros, activos. Cuando solos, se los puede apreciar buscando a sus compañeros, o simplemente inspirados. Allí se los podrá distinguir en su “fiiiio”, suave y pausado, y entre ellos, un leve separador “trroc”, propio de estar atentos.

Habitan diferentes tipos de ambientes, montes, lugares abiertos con arbustos y no dejan de estar cerca de los paisajes rurales, o más urbanizados. Se alimentan de semillas, frutos e insectos. Por ello es que podremos verlos sobre la tierra, en plena búsqueda. Y desde allí trasladándose hacia el árbol o poste cercano. Utilizan como nido los huecos, y quizás por la propia vida de músico y de artista, es que utilizan a veces nidos en desuso, junto con los tordos pico corto, enteramente negros y en ocasiones compañeros de ruta.

Entre los juegos, la voz

Sofía Morales escuchó desde niña música chamamecera. El primer tema que cantó junto con su papá fue Camino del Arenal, de Tarragó Ros y Mario Milán Medina. Se lanzó al escenario a los ocho años para participar del Festival Interbarrial de la Tradición en San Miguel, su pueblo. Desde entonces jamás se detuvo en un camino con más luces que sombras. 

“Cuando empecé a ser más grande me fui dando cuenta del mensaje que tiene cada canción. Además fui descubriendo la importancia de conocer la historia de cada letra para poder sentirla y transmitirla cuando la estoy cantando. Así empecé a sentir esas emociones con las canciones que cantaba María Ofelia”, relata ahora por WhatsApp. 

Hace unos años Sofía participó del programa televisivo La Voz Argentina. De esa experiencia le quedaron muchos amigos, el lazo con el público y la participación en grandes escenarios con referentes significativos de la música. “El chamamé tiene un papel importante en mi repertorio y en mi vida. Soy cantante chamamecera de las raíces nuevas”, explica. Escuchar música de diferentes géneros y estilos, esto la lleva a abrirse a interpretar otras músicas. “He tenido la posibilidad de viajar a otras provincias y de esos lugares me traje mucha música. 

Me encanta explorar las culturas de otros lugares para ir enriqueciendo mi vida, mi mentalidad, mi cancionero, toda experiencia suma para bien”, agrega. 

Repertorios 

Sofía Morales cuenta que para elegir las canciones a interpretar pone mucha atención en la melodía. Se deja llevar por la música, escucha uno o dos compases y descubre si es buena. Más allá de la técnica también hay algo de intuición.  “Trato de ser inteligente para escuchar y apreciar las canciones. Tras la música busco que la canción tenga un mensaje, que tenga un vocabulario poético. Hay autores que escriben con metáforas muy buenas y a mí me cuesta escribir de esa manera. Las personas que tienen esa capacidad de hacer poesía me seducen mucho”, cuenta y su voz siempre sale joven, alegre, feliz. 

Su rostro luce lozano, henchido por el regocijo ya de haber cumplido algunos sueños, como por ejemplo cantar con María Ofelia en San Miguel. “Aquello fue de una generosidad que se ve muy poco en los grandes artistas”, aclara. Hoy los sueños van cambiando, “de acuerdo a la situación que me encuentro, a la gente que me rodea, siempre hay grandes influencias y los sueños son un motor constante. Me considero una intérprete. Sé y tengo la convicción de que disfruto mucho cantando, eso es lo que más me apasiona hacer. Vivo para cantar. Si no canto en un momento del día no me siento bien, así que canto permanentemente, el cuerpo, el alma me pide cantar. Tengo la necesidad de hacerlo y compartirlo. Creo que si Dios me dio este don es para compartirlo con todos”, cuenta y así florece el recuerdo del poema que advierte que los pájaros no cantan para que amanezca por la mañana, sino que amanece porque cantan los pájaros. El día, la vida, las emociones, las tristezas, las alegrías, todo va mutando derredor del canto de las aves y de Sofía Morales. 

Cuarentena creativa 

Ella dejó atrás San Miguel para llegar a Corrientes Capital a estudiar. Ahora se encuentra como muchos aislada, en su casa cumpliendo la cuarentena que dispone el aislamiento obligatorio. Desde hace un tiempo empezó a componer y estos días están siendo fructíferos en ese sentido, escribir y hacer mucha música. Cuenta con un teclado, la computadora, herramientas que le permiten crear y cantar. Además como intérprete están creciendo ya que en este tiempo sus amigos le entregan canciones para que ella las interprete.

“Estoy haciendo muchas cosas para tratar de mantenerme ocupada. Estamos diseñados para estar acompañados y este aislamiento nos cuesta mucho”, desliza mientras su imagen aparece el loop por las redes donde ha hecho varios videos en vivo a través de la red social de Instagram.

“Las transmisiones en vivo son las protagonistas por estos días. Muchos usamos esa herramienta para comunicarnos con otras personas, para dejar un mensaje, una canción, poder charlar con los amigos. Estas acciones son una forma de seguir en contacto con el público”, agrega.

“Es un poco raro cantarle al celular. Uno está acostumbrado a que haya aplausos o que la gente esté charlando en el fondo de un bar”, cuenta. Claro, ahora Sofía Morales canta y cuando termina la canción queda un silencio profundo, largo, sostenido, aunque sólo dure un instante la sensación es rara. Después se activan las respuestas de las manos o las felicitaciones. Adaptarnos a estos tiempos también es algo que vamos aprendiendo entre todos, público y artistas. 

Fotografías 

Los recuerdos en imágenes que hoy nos acompañan, tienen mucha luz, tanto por el horario como por la intensidad del sol de la temporada. Una de ellas es del tordo músico en un timbó, donde puede descubrirse el color rufo del ala y una ojera de sombra esta vez. El individuo aún se refugiaba del calor del sol. 

En el otro registro, dos ejemplares permanecen en la rama de una tala, junto al camino y arroyo. Durante un breve tiempo se mantuvieron en el mismo lugar, observando a su alrededor, en este enero último. Ellos como en casa, nosotros con el lento regreso. 

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