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Conservación del patrimonio cultural

Por El Litoral

Jueves, 30 de abril de 2020 a las 02:44

El primer paso para una política de conservación del patrimonio es la identificación de la obra y su problemática dentro del universo de bienes que componen el acervo de un museo. En este contexto, se tiene en cuenta no solo aquellas paradigmáticas y únicas, sino también a otras más sencillas pero que tienen un alto significado religioso, cultural, histórico o social. El trabajo de descubrir, valorar y proteger el patrimonio cultural, si bien es una tarea de todos, la responsabilidad de conservarlo, es una actividad específica de profesionales idóneos en la materia, quienes silenciosamente, en contacto directo con estas, dialogan e indagan más sobre ellas, las circunstancias en las que fueron creadas y los acontecimientos por los cuales pasaron y dejaron, cicatrices y diferentes estados de deterioro. En conjunto, los datos obtenidos ayudarán a comprender y valorar aún más la propia historia de la obra.  
En el Museo de Bellas Artes “Dr. Juan R. Vidal” los tratamientos de conservación y restauración con sus diferentes niveles de intervención, se llevan a cabo, sin prisa y sin pausa, van desde las remociones mecánicas superficiales con pinceles de pelo suave en los anversos y reversos, como también tareas más profundas, consolidaciones en sectores con niveles de desprendimiento importante de la capa pictórica. Remociones de barnices resinosos no originales, que a pesar de haber sido aplicados discretamente, han atravesado los recubrimientos e impregnado el reverso de las telas o se han oxidado y de esa manera se han vuelto quebradizas con una importante alteración cromática.
Las correcciones de las deformaciones en los bastidores o en los soportes originales, también son frecuentes y necesarios. En estos casos, el paso del tiempo ha actuado haciendo trabajar mecánicamente los materiales que la componen, o bien por permanecer en lugares no adecuados, cuya temperatura y humedad relativa, no son las ideales para una vida saludable de la obra.
Entre las tareas apasionantes se puede mencionar el hallazgo de “pentimenti” o arrepentimientos del artista, al momento de crearla. El restaurador, casi en una tarea detectivesca, visualiza estos detalles, muchas veces invisibles a la mirada a simple vista, sí, a través de minuciosas observaciones con luces especiales o rayos X.
En esta tarea diaria, no se pretende la reversibilidad de la edad del bien, ni la abolición de su historia, sino poder situarla a ella misma en el tiempo, cada sector con sus particularidades y riquezas, tratados con el rigor y precisión de un médico cirujano.
Colaboración 
Elisa Martínez

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