Por Jorge Gorodner*
La información periodística disponible está dedicada en estos días a transmitir noticias y opiniones de destacados profesionales del equipo de la salud sobre la oportunidad o no del uso de barbijos, como así incluso sobre su fabricación casera.
Sin duda, dicho adminículo cubre un rol importantísimo en la interrupción de la contaminación, particularmente usado en los actos quirúrgicos y como protección frente a pacientes infectocontagiosos. Su rol junto al resto de los recursos protectivos y/o estériles es imprescindible.
Afrontando la problemática actual creada por la pandemia del covid-19, distintos actores extranjeros, nacionales, provinciales, profesionales o no, disponen o aconsejan tomar medidas respecto a su uso, algunos indiscriminados, otros selectivos. Ante tal situación carente de razonabilidad científica, se soslaya en la gran mayoría de los casos, lo que varios hemos pregonado de la necesidad de detectar en forma amplia por laboratorio a personas asintomáticas o subclínicas o recientemente egresadas de internación para establecer la verdadera dimensión y muy probable diseminación viral a personas sin defensas inmunitarias frente al covid-19, lo que una vez conocido determinaría su correcto uso.
De manera tal, algunos con criterio práctico, en casos sin fundamento, frente a un enemigo invisible aconsejan usar barbijo, sin decirlo “por las dudas”. Y “por las dudas” se está actuando en esta epidemia dada la ignorancia que se tiene sobre esta pandemia, lo cual puede ser razonable por la magnitud y carencia de recursos preventivos y terapéuticos probados, soslayando por la gravedad y magnitud de los acontecimientos algunos principios éticos utilizados en medicina.
Según la experiencia exitosa de la República Checa, se señala que todos usan barbijos porque consideran que es la forma de protegerse unilateral y mancomunadamente frente a una ignorada y posible fuente de contagio. La razón es de absoluto criterio, particularmente cuando no se ha analizado por laboratorio a grupos poblacionales presuntamente infectados.
Por ello sin abundar en ejemplos, considero que las acciones no están debidamente coordinadas para un actuar criterioso por variadas razones.
En las presentes circunstancias estimo conveniente el uso de barbijo indiscriminado hasta tanto se posea un conocimiento del estado infectológico actual de la población, lo que permitiría actuar adecuadamente. Recién en ese momento el uso general e indiscriminado del barbijo dejará de serlo para transformarse en selectivo, incluso con ahorro de tiempo y dinero para satisfacer las actuales necesidades de la población.
Por último, en el caso de interrumpir selectivamente la cuarentena, quienes lo hagan deberán
usar barbijos hasta que el laboratorio determine su estado de salud y se proceda en consecuencia. No es razonable caminar en tinieblas.
*Médico y doctor en Medicina (UBA); Profesor Honorario de Medicina (UBA); Miembro de la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires; presidente de la Sociedad Argentina de Patologías Regionales y Medicina Tropical (AMA); director del Doctorado en Medicina (Unne).