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/Ellitoral.com.ar/ Deportes

Un exfutbolista correntino se emocionó al recordar a Maradona

Se quebró en un programa televisivo al recordar al astro, fallecido en noviembre. Contó la anécdota de aquel gol frente a Rumania en el Mundial de Italia 1990. 

Todo lo vinculado con Diego Armando Maradona emociona. Más aún luego de su partida, a poco más de dos meses de su fallecimiento. En especial quienes tuvieron la chance de conocerlo y jugar con él. Uno de ellos es Pedro Damián Monzón, quien fue compañero suyo en la selección argentina y titular en el Mundial de Italia 1990, ese certamen tan fuerte para los afectos albicelestes a pesar de que el equipo de Carlos Bilardo no pudo ser campeón. Uno de los cinco goles argentinos en ese certamen lo convirtió el Moncho, quien recordó una anécdota previa donde le pidió al Diez que lo ayude a marcar un tanto.

El ex defensor, oriundo de Goya, fue invitado al programa ESPN F90 y se emocionó al hablar de Maradona. Primero explicó su tatuaje que recuerda al Pelusa. “Me lo hice no hace mucho. La desgracia es que me lo hice cuando ya no lo tenemos. Lo llevaba en el corazón y lo quería hacer. Y dije ‘un día lo hago, total hay para rato’. Al Diego, ¿no? Por lo menos nunca pensé que iba a pasar esto. ¿Cómo se va ir alguien que era parte de nosotros? Es parte de todos los argentinos. No podemos discutir con los italianos que dicen que es de ellos. No, Diego es nuestro”, arrancó el Moncho, quien el último martes volvió a trabajar en Independiente como ayudante de campo de Julio César Falcioni.

Sobre cómo se hilvanó el gol a Rumania, partido en el que Argentina definió la clasificación a los octavos de final, sostuvo: “En una siesta del día anterior fui a su pieza y él estaba con el Checho (Batista). Dije ‘yo quiero estar en la pieza’. Golpeo y les digo ‘soy yo’, me dicen ‘pasá’. Y nos pusimos a hablar y jugamos un rato. Éramos chicos grandes. Me acuerdo que yo lo abrazaba, yo sentía, siento mucho amor por Diego. Y él se ve que algo sentía por mí. Entonces le empecé a tocar los pies. Es más, se los quise besar y él no me dejaba. Y me dice”:

DM: “¿Qué querés?”.

PM: “El único que puede hacer que marque un gol en mi vida sos vos”.

Aclaró que “lo decía en serio” porque “ya era un sueño estar en la Selección y estar al lado de él”.

El diálogo siguió:

DM: “¿Pero en serio me estás hablando?”

PM: “Sí, sos el único que puede”.

DM: “Pero si no entrenamos, no hicimos nada”.

PM: “Decime dónde voy, a dónde querés que vaya. Si vos me la mandás arriba del que ponen en el poste, a mí no me conoce nadie”.

Y continuó con su relato: “Nosotros sabíamos que había que marcar a Lacatus, a Balint, a Hagi, porque Bilardo los conocía y nos traía los videos. Aparte de que jugaba en Independiente y había ganado cosas internacionales, no había los medios de ahora. A nivel mundial yo era un morochito más para ellos”.

“Diego me dijo ‘al primer córner, andá ahí’. Es decir, al primer palo. Cuando venía el córner ya me latía el corazón y decía ‘¿será verdad esto?’ Y dudaba si tenía que ir al primero o al segundo (palo). Entonces me acordé que él me dijo ‘al primero’. Y estaba nervioso porque estaba solo, como dije, nadie me vino a marcar”, explicó.

“En Independiente jugué once años y habré metido cuatro goles, uno a favor y tres en contra (risas). Y cabeceé y bueno, entró. Se me paralizó el cuerpo y no sabía cómo festejar. Aparte Bilardo nos metía en la cabeza ‘si hacés gol, no tenés que festejar’, ‘si hace gol el otro, vos seguí marcando’. Recuerdo que cuando le ganamos a Brasil yo quise ir corriendo a festejar, pero tenía ahí a Careca y me dije ‘por las dudas, festejá después’. Y me acordaba de Bilardo que me decía ‘vos tenés que correr para atrás’. Y en el gol (suyo) viene el Diego, te abraza y vos decís ‘ya está’. A Diego lo amé siempre con el alma y siempre les enseñé a mis hijos el amor que tengo por él. Para que ellos también lo amen y lo quieran muchísimo”, concluyó con la historia y en ese momento se quebró.

 

Otras anécdotas con Maradona y de la vida

El día que Diego le salvó la vida.

“No me daba cuenta del amor de la gente, principalmente de la gente de Independiente y de mis hijos. En un momento no quería vivir más. Entonces busqué un justificativo para hacer eso. En ese momento no tenía para comer y agarré unas moneditas. Tomé una de 25 centavos y lo llamé a Diego, ya que recordaba su número de memoria. Le dije ‘me muero de ganas por verte’. Él intuía todo. Me dijo ‘en un rato voy’. Yo estaba en un local y recuerdo que tenía una silla. Vivía en Avellaneda, cerca de las canchas. Golpean la persiana y salgo por la puerta del costado y el hombre parado ahí con un short y las zapatillas desatadas. Estaba con su cuñado el Morsa. Ahí casi me muero en serio. Apareció Maradona. Él intuyó lo que pasaba y yo tenía miedo de contarle porque seguro él se me iba a ir a las piñas y cómo yo le voy a pegar a Diego. Nos quedamos un par de horas y le conté cosas de mi vida. En ese momento había nacido mi hija Lucecita que estaba en Tucumán donde estaba bien, allá tenía todo, a mi me faltaban cosas. A partir de ahí no hice ninguna promesa. Entonces me dije ‘hago todo lo imposible por estar bien o no hago nada y me muero de una vez’. Él no supo que lo que yo estaba haciendo con ese llamado era despedirme. Él pensaba que yo agarraba las cadenas y siempre era fuerte, pero no era así. Ese día me di cuenta de que tenía que vivir mejor”.

 

 

Casi se agarra a las trompadas por defender a Maradona.

“Después del partido contra Italia en el Mundial ‘90, yendo para los vestuarios lo rodearon a Diego y le levantaban las manos. Dije estos querían hacerle algo al Diego, si van a tocar al rey, los mato. Me acerqué y no entendía nada. Entonces para darles a entender que los quería pelear, rompí mi camiseta y resulta que después Diego me dijo ‘pero Moncho, estos son todos amigos’. Me dio vergüenza y me di media vuelta y me fui”.

Cuando le agarró los genitales a Klinsmann.

“Jugábamos en un cuadrangular en Alemania en Berlín en 1988. Salimos para jugar al off side y entra el ocho de ellos para romper línea y yo me le corro un poquito para ponerme adelante y siento ‘crack’, se le salió el hombro. ¿Qué querés? Si pasaba me hacía el gol. Bueno, afuera el alemán. Entonces entra Klinsmann, que era muy rápido, un avión. Me amagó y como la cancha estaba mojada me resbalé. La pelota se iba a un costado y el chavoncito no tiene la mejor idea que saltarme. Cuando saltó le agarré ahí (risas). Y me quedé con los huevos en la mano. Y dije ‘hasta que no cobre falta, no lo suelto’. Levante la mano para agarrarlo de donde sea y justo agarré ahí. Creo que era el izquierdo”.

Recordó sus peores años.

“En un momento no me quería. Tampoco pensaba que mis hijos me querían. Incluso en mi mejor momento como futbolista llegué a tener siete u ocho casas. Pero llegué a tener ganas de no seguir viviendo. De eso se sale solo con la fortaleza de uno, o si crees en Dios, en él; o creer en algo. Cuando uno está bien nadie te dice nada. Y cuando uno está mal te dice ‘loco, vos tenés que levantar’. Como si fuese fácil. En ese momento el que decide es uno. Quise suicidarme un montón de veces, pero por suerte es que no tuve el valor de hacerlo. Uno podía hablar con alguien, por ejemplo el Cabezón (Ruggeri), pero ¿qué podía hacer?”.

“Se puede salir de todo cuando se te apaga la luz. A veces iba a algunos lugares humildes de Avellaneda y me cacheteaban, me decían ¿qué querés acá? Acá te querés pelear o querés que te peguen un tiro ¡Reaccioná! Me decían. Pero eso me hizo entender, que yo iba a buscar quilombo para que me hicieran algo. Cuando se pincha la pelota también es difícil. Es mucho peor. Yo viví cuando la pelota estaba inflada, cuando la jugaba”.

“La plata no se te va por las noches. Tampoco por vicios. La plata la dejé en los lugares que debía, donde estaban mis hijos”.

Dificultades por las que dejó la secundaria.

“Venir de una familia muy pobre y luchar por un objetivo. Debajo de una tribuna (donde estaba la pensión de Independiente) conocí lo que era ducharme con agua caliente, sentarte en un inodoro, y decía yo quiero jugar acá y ayudar a mi familia. En la pensión de Independiente capaz que éramos once chicos y había seis camas. A mí me tocó un colchón. Yo estaba feliz igual. Dormíamos todos juntos. Y eso me fortaleció mucho. Eso me hizo cumplir un sueño”.

“Yo quería estudiar también. Recuerdo que fui a la secundaria y me pedían tantas cosas y llevé un cuaderno y una lapicera a una escuela técnica. Y tuve que abandonar porque no tenía libro, no tenía esto, lo otro…”

“El fútbol soñaba que me podía dar algo porque dependía de mí. Que yo tenía que hacer cosas para poder cumplir el sueño y lo cumplí el sueño de jugar en Primera. Viví de viáticos hasta los 21 años que pude firmar el primer contrato. Igual vivía por los aplausos de la gente de Independiente ya que delante de mí estaban Trossero, Villaverde, y otra vez la tuve que pelear. Cuando jugaba en lugar de ellos tenía que ser rápido y encima Villaverde que robaba la pelota y se la entregaba a otro. Trossero que salía jugando y pateaba tiros libres. Él era rubio y yo un negro de pelo largo. Cuando la tiraba afuera se escuchaban murmullos. Con los años me volví más tribunero (risas). Ahora, yo daba la vida porque no me hagan un gol. Nito Veiga (DT) me decía ‘vos tenés que prepararte para ser el mejor defensor”.

 

 

Fuente:Infobae

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